
El cerebro y la información que contiene es cada vez más codiciada por el sector privado y por los gobiernos.
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Imagine que los sistemas institucionales y productivos de los gobiernos son máquinas. Su combustible, hasta hace un tiempo, era el petróleo; un recurso natural agotable. Sus motores funcionaban con combustión y la mano de obra era el factor de productividad. El cambio de este modelo, pensado para la segunda revolución industrial, se ha visto trastocado con la llegada de la revolución digital. Ahora el combustible se compone de algoritmos, los cuales, lejos de ser agotables, son evolutivos, pues crecen exponencialmente año tras año, al igual...
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