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Nigeria: Corán y petróleo

El 30 de abril, el grupo islamista se llevó casi 300 niñas. Su líder anunció que las venderá como esclavas. Terror en nombre del islam.

Víctor de Currea-Lugo
07 de mayo de 2014 - 11:15 a. m.
Manifestaciones en Lagos para pedir la libertad de las niñas secuestradas por Boko Haram. / AFP
Manifestaciones en Lagos para pedir la libertad de las niñas secuestradas por Boko Haram. / AFP
Foto: AFP - PIUS UTOMI EKPEI

Doscientos setenta y seis jovencitas secuestradas. Una noticia que mezcla la prohibición de la educación, como hacen los talibanes; la esclavitud de niños, como hace Kony en Uganda, y el terror en nombre del islam, como hace Al Qaeda, pero no estamos en Afganistán, Uganda ni Siria sino en Nigeria.

A finales de los años sesenta, Nigeria vivió la hambruna, el genocidio y la guerra de Biafra, una de las más dramáticas páginas de la historia mundial, que dejó 2 millones de muertos. Luego se supo de Nigeria por el brutal impacto de la Shell en las comunidades y ahora por el secuestro de decenas de jóvenes.

Nigeria es una antigua colonia inglesa que, como toda África, sufrió el saqueo de sus recursos, la colonización europea en el siglo XIX, múltiples violaciones de derechos humanos, la descolonización de mediados del siglo XX, una separación artificial de etnias y un proceso de conversión forzada en un Estado.

Hoy es un país federal con 177 millones de habitantes que vive del petróleo: es el 21,5% del PIB, 90% de sus exportaciones y 80% de sus ingresos gubernamentales. A pesar de su alto nivel de exportaciones, la pobreza aumentó del 54% al 64% entre 2004 y 2010, lo que traduce que 113 millones de nigerianos son pobres.

Desde 1960, año de su creación como Estado, los partidos políticos se han identificado con cada una de las comunidades del país (principalmente hausas, fulanis, igbos y yorubas), siendo ante todo instrumentos políticos al servicio de la etnia. Algunas de las 250 etnias han entrado en conflicto entre ellas por el acceso a recursos.

Nigeria es además hogar de musulmanes y cristianos. Los musulmanes (47% de la población), que se concentran en el norte, han logrado establecer la sharía en varios de los estados. En este contexto nació en 2002 Boko Haram (que traduce “la educación occidental es un pecado”), basado en una lectura radical del islam que se expresa en violencia contra los cristianos y ataques a iglesias y escuelas. A pesar de que la inmensa mayoría de musulmanes lo rechaza, este grupo sigue adelante con sus ataques, que han dejado más de 4.000 muertos en la última década.

Una de sus últimas acciones fue una ofensiva con carros bombas, masacres y secuestros, entre ellos el de 276 jovencitas nigerianas de un internado escolar, de las cuales 223 siguen en su poder. Boko Haram amenaza con venderlas como esclavas, dejando algunas para ellos.

Además, la zona del delta del Níger está inundada por empresas petroleras internacionales (como Shell, Chevron, Mobil, Eni, Texaco y Exxon Mobil), que no respetan a las comunidades ni norma medioambiental alguna. A su presencia se oponen tanto organizaciones de derechos humanos como grupos rebeldes que se han alzado en armas contra el robo de los recursos naturales. Las Fuerzas Armadas han cerrado filas para proteger a las transnacionales responsables, en parte, de que Nigeria sea uno de los países más corruptos del mundo.

Así, Nigeria vive tres conflictos: uno entre las comunidades por el acceso a recursos, el de musulmanes contra cristianos y el de rebeldes contra las petroleras que explotan el delta del Níger, guerras de las que apenas nos llegan informes. Nigeria es una fuente de malas noticias, como las malas agendas de quienes buscan controlarla.

 

* Ph.D. Profesor Universidad Javeriana@DeCurreaLugo

Por Víctor de Currea-Lugo

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