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Una cosa dejó clara el nuevo presidente de Estados Unidos en su discurso inaugural: “A partir de hoy debemos levantarnos, sacudirnos el polvo y comenzar de nuevo el trabajo de rehacer a Estados Unidos. Donde quiera que miremos hay trabajo por hacer”. Veinte horas después de pronunciar estas palabras, Barack Obama tomó sus primeras decisiones, que según analistas, dejan claro cuál será su estilo de gobierno.
La primera se materializará este jueves. Según divulgó la agencia de noticias Associated Press, en el transcurso del día el Presidente firmará tres órdenes ejecutivas relacionadas con la cárcel de Guantánamo: la más importante decreta su cierre, fijando enero de 2010 como fecha límite; las otras prohíben la tortura y ordenan revisar todos los procesos contra los reos allí detenidos.
Desde el comienzo de su mandato, Obama ratificó su compromiso en la búsqueda de la paz entre israelíes y palestinos. La Casa Blanca informó que el mandatario había hablado con el primer ministro israelí, Ehud Olmert; el presidente palestino, Mahmud Abás; el rey Abdalá II de Jordania y el presidente egipcio, Hosni Mubarak, y los había invitado a un diálogo “serio y constructivo”.
También dejó clara la seriedad del problema financiero en varias reuniones con sus equipos económicos y la urgencia de retirar las tropas de Irak en un plazo de 16 meses. Con los responsables de la economía, Obama dio los primeros pasos para la aprobación por el Congreso de un plan de estímulo calculado en 825.000 millones de dólares. No va a ser una negociación fácil. En el Capitolio hay, pese a la mayoría demócrata, serias reticencias a poner en manos del presidente tan gigantesca suma. Pero se confía en que la Casa Blanca obtendrá luz verde para esa cantidad u otra similar antes de mediados de febrero.
Obama será el presidente con más dinero en su caja que se recuerda desde Roosevelt. Además de esos US$825.000 millones que tiene previsto dedicar a alivios fiscales —unos US$275.000 millones— e inversión pública en infraestructura —los US$550.000 millones restantes— para promover el empleo y acelerar el crecimiento, esta administración tiene también que decidir cómo gastar los US$350.000 millones que quedan del paquete de rescate financiero que aprobó el otoño pasado el anterior Congreso.
El gran problema
La detención prolongada y sin juicio de supuestos terroristas —en este momento se calcula que hay 270—, aislados en la base naval ubicada en el oriente de Cuba y sometidos en algunos casos a torturas, ha sido durante años objeto de críticas de los aliados de Washington y de denuncias de los grupos defensores de los derechos humanos.
Joanne Mariner, representante de la organización Human Rights Watch (HRW), aseguró que “el presidente Obama entendió claramente que en nada beneficia el comienzo de su Presidencia con el espectáculo de procesos injustos y caóticos en los tribunales militares de Guantánamo. La pausa de 120 días da al nuevo Gobierno un período razonable para que se desechen los casos que no tienen mérito y se transfiera el resto a los tribunales federales”.
El primer problema que deberá enfrentar el Presidente será la búsqueda de mecanismos legales para el cierre de los casos en los que no hay cargos y el procesamiento de los otros en una jurisdicción que aún debe determinarse. En este momento hay 21 juicios en marcha en la base naval de Guantánamo, cinco de los cuales están acusados de planear los atentados del 11-S y se enfrentan a la pena de muerte. Fuentes allegadas al gobierno dicen que Obama tiene lista una orden para la clausura definitiva del centro.
Reubicación de presos
Sin embargo, clausurar el centro de detención, símbolo del desprestigio mundial en el que cayó la administración de George W. Bush no será tarea fácil. Desde hace meses, el Pentágono anunció que estaba llevando a cabo un informe de cómo cerrar el lugar. El resultado: no tienen en dónde ubicar a los 270 detenidos.
“Acabar con Guantánamo no va a ser un acontecimiento, va a ser un proceso. Durará meses y, tristemente, no habrá opciones atractivas. Será cuestión de determinar no cuál es el mejor camino, sino cuál es el menos doloroso”, afirmó recientemente al diario español El País Tom Malinowski, director de Human Rights Watch en Washington, ex funcionario en la Casa Blanca con Bill Clinton y hoy asesor de Obama en el asunto de Guantánamo.
“Llevará meses, quizás años”, señaló Matthew Waxman, profesor universitario de Derecho, quien durante 2004 y 2005 fue el máximo responsable en el Pentágono de la política carcelaria de Guantánamo. “No tiene mucho valor cerrar la prisión como acto simbólico sin solucionar el problema de fondo: ¿cuál será la nueva base legal para capturar, detener, interrogar y enjuiciar a individuos presuntamente vinculados con grupos terroristas?
Las opciones
Por la base naval de Guantánamo han pasado más de 700 detenidos, aunque ahora sólo quedan 270. Muchos fueron devueltos a sus países y ahora se especula con el futuro de los que quedan. Los internos que lograron, después de hasta seis años sin ser acusados formalmente, ser llevados a juicio, se enfrentan a unos tribunales especiales, conocidos como Comisiones Militares, fuera de la jurisdicción estadounidense, pues no son ni tribunales militares ni ordinarios. Pero antes de eso, según reconoció una funcionaria de la administración de Bush encargada de decidir quién iba o no a juicio en Guantánamo, la mayoría sufrieron tratos degradantes y técnicas de interrogatorio equiparables a la tortura. El hecho ya había sido denunciado por organizaciones de derechos humanos, pero la Casa Blanca se había negado a investigar los hechos.
El gobierno Obama ya contempló varios lugares para el traslado de los prisioneros. El primero de ellos se filtró durante la campaña y generó las más diversas protestas. La idea, según revelaron asesores del nuevo mandatario, era trasladarlos a la prisión militar ubicada en Fort Leavenworth, Kansas. Pero la rebeldía de sus habitantes parece haber frustrado esta opción.
Desde la alcaldesa del lugar hasta los habitantes organizaron jornadas de protesta porque, según se quejaron, “seremos blanco del terrorismo internacional”.
La segunda es enviarlos al extranjero. Y ayer, precisamente, el gobierno suizo mostró su predisposición a aceptar prisioneros liberados del centro penitenciario. Días antes el canciller de Francia, Bernard Kouchner, había expresado que tanto su país como otras naciones europeas estarían listas para examinar “favorablemente” la acogida de estos prisioneros.
Según The Washington Post el destino de los presos sería Europa, pues hasta 12 países estarían dispuestos a recibirlos, aunque sólo Alemania y Portugal lo han reconocido abiertamente.
Reacciones
Oswald Sigg
Portavoz del Consejo Federal de Suiza
“Suiza está lista para examinar de qué manera puede contribuir a resolver el problema de Guantánamo. El encarcelamiento de personas en Guantánamo es contrario al derecho público internacional”.
Bernard Kouchner
Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Francia
“Tanto Francia como otros países europeos deben examinar favorablemente la cuestión de la acogida de estos prisioneros que están en Guantánamo”.
Lluís María Puig
Presidente del Consejo de Europa
“Guantánamo siempre fue una aberración. Esta es la oportunidad para que los países europeos que cerraron los ojos ante los secuestros y actos de tortura de la CIA aclaren su participación”.