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Omán, el puente discreto entre EE. UU. e Irán

Ha predicado la no intervención en los asuntos internos de otro Estado y el no alineamiento, lo que contribuye a evitar problemas internos y genera un clima de respeto con sus vecinos.

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Felipe Medina Gutiérrez*
22 de abril de 2025 - 08:30 p. m.
Imagen de referencia. Un ejemplar del diario iraní 'Jame Jam' (C-abajo) con una imagen del presidente estadounidense Donald Trump y un titular que dice 'Trump entró de nuevo en la Casa Blanca' en un quiosco en Teherán, Irán, el 21 de enero de 2025.
Imagen de referencia. Un ejemplar del diario iraní 'Jame Jam' (C-abajo) con una imagen del presidente estadounidense Donald Trump y un titular que dice 'Trump entró de nuevo en la Casa Blanca' en un quiosco en Teherán, Irán, el 21 de enero de 2025.
Foto: EFE - ABEDIN TAHERKENAREH
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Si bien la atención debe centrarse en el resultado de los diálogos entre EE. UU. e Irán, esperando que se llegue a una solución pacífica y beneficiosa para ambas partes, es una buena oportunidad para aprender sobre Omán, un país que recibe muy poca atención en redes sociales y en parte de la academia. Su elección como mediador no es aleatoria debido a la diplomacia que viene desarrollando en los últimos años.

¡No sé nada de Omán!: ¿qué debería de saber sobre su historia?

Se trata de un territorio que goza de una posición geográfica especial. Está ubicado en el sureste de la península arábiga y vinculado a puntos comerciales neurálgicos del sistema internacional como el golfo Pérsico, el estrecho de Ormuz y el océano Índico . Por ello, no es extraño que allí históricamente florecieran grandes ciudades portuarias.

Una de las más emblemáticas fue Sumhuram (o también conocida como Jor Rori), fundada hacia el siglo III a. e. c. en la región del Dhofar. Su producto representativo fue el incienso, conocido localmente como luban o frankincense, que ocupa un lugar destacado entre las mercancías más importantes de las rutas de comercio en el mundo antiguo. Durante la época del Imperio iraní sasánida (o más correctamente llamado Eranshahr, 224-651 e. c.) y luego con la llegada del islam, otros puertos omaníes como Sohar, Muscat y Salalah se convirtieron en centros fundamentales de comercio (hoy el puerto principal es Duqm). El intercambio cultural y comercial durante siglos hace que Omán esté influenciado fuertemente por el cosmopolitismo.

Siglos más tarde, las tierras omaníes también experimentaron la presencia imperial y colonial de algunas potencias europeas en el auge del capitalismo. La Dinastía de los al-ia’ariba en Omán (1624-1749), que se extendió hasta Zanzíbar, enfrentó a los portugueses, compitiendo también con holandeses y en menor medida otomanos en el golfo Pérsico y la costa omaní. Tras su declive, asumió el poder la dinastía al Bu Sa’idi (1749-actualidad), quienes lidiaron con la llegada de los británicos, en especial de la actividad de la Compañía Británica de las Indias Orientales. Omán conservó medianamente su independencia pues nunca fue una colonia. Los siglos XIX y gran parte del XX fueron testigos de la separación de Omán y Zanzíbar, el auge del petróleo y en especial, las pugnas entre diferentes polos de poder del interior y la costa omaní, como las guerras de al-Yabal Ajdar (1954-1959) y del Dhofar (1962-1976).

Ahora bien, el Sultanato de Omán es un Estado relativamente joven. Su capital es Muscat y tiene una población aproximada de 5,4 millones de habitantes. Nació en el 1970, cuando el difunto sultán Qabus derrocó a su padre, Said bin Taimur. Salió victorioso de la guerra del Dhofar, lo que le permitió unificar distintos territorios estableciendo un sistema similar a las monarquías hereditarias del vecindario con base en la economía rentista petrolera. Qabus fue el arquitecto del Estado omaní y de su desarrollo económico. Falleció en el 2020 y el actual sultán es su primo Haitham bin Tariq, quien anunció a su hijo mayor como príncipe heredero.

¿Qué es el islam ibadí y cuál es su relación con Omán?

La mayoría de los ibadíes viven en el Sultanato de Omán. No hay cifras oficiales, pero fuentes como Minority Rights Group estiman que el 75 % de los omaníes reconocen pertenecer al ibadismo (aunque otros reportes indican un 45 %). El restante lo ocupan comunidades sunníes, shiíes, hindúes, cristianos, budistas y sijs. Se trata de una corriente que no es ni sunnita ni shiíta por lo cual aconsejo apartarse de las categorías de ortodoxia y heterodoxia para un entendimiento cabal.

Desarrollar el origen histórico de la corriente ibadí excede el propósito de este texto. Sin embargo, para el público interesado su historiografía remite a la época posterior a la muerte del tercer califa Uthman Ibn Affán y a la Batalla de Siffín entre Ali ibn Abi Talib y Mu’awiya. En aquel momento emergieron tres polos de poder: los omeyas, los seguidores de Ali (más tarde configurando el movimiento shií) y los mujákkima (mal llamados “jariyíes”). Los ibadíes aparecen como una alternativa a estos tres sectores. Su prédica se centra en las enseñanzas de Abdalá ibn Ibad, de allí el término “ibadíes”, pero, sobre todo, del erudito Yabir bin Zaid, originario de Omán, y su discípulo Abu Ubaida. A pesar de ello, prefieren no utilizar esta denominación optando por variantes como ahl al-Istiqama (la gente de la rectitud), ahl al-Shura (de la consulta) o simplemente musulmanes. Esto lo aprendí en el Centro Islámico de la Gran Mezquita del Sultán Qabus en Muscat y con comunidades ibadíes en Nizwa.

Brevemente, la creencia de los ibadíes no es tajantemente distinta de las otras corrientes musulmanas. Las bases son la doctrina del taujid (unicidad de Alá); Mujámmad como el sello de los profetas; los cinco pilares de la práctica islámica además de los artículos de la fe. Por supuesto, hay diferencias con otras corrientes en algunos puntos teológicos y en materia de fiqh (jurisprudencia islámica). Por ejemplo, el público puede explorar la figura del imamato, el sistema donde gobierna un imam elegido mediante el mecanismo de consulta (shura), a partir de sus cualidades morales y espirituales, y no en razón a su grupo étnico u origen familiar. Otros puntos de la práctica ibadí son el principio de igualdad de todos los musulmanes, la moderación religiosa y política, tolerancia, antisectarismo y el rechazo a la violencia.

Es interesante que en el Estatuto Básico del Estado omaní no hay mención oficial del ibadismo. Como plantearon los profesores Valeri y Eickelman, se trata de no enfatizar una rama en particular y en su lugar promover una versión consensuada y “genérica” del islam de ninguna denominación: “Somos simplemente musulmanes”. Esto no significa que la corriente ibadí no tenga relación con las instituciones del país. Importantes personajes como el actual sultán Haitham, el ministro de relaciones exteriores, Badr al-Busaidi o el gran muftí, Ajmad al-Jalili, son ibadíes. Su importancia en la sociedad es innegable, aunque por supuesto no todo en Omán se entiende a partir del ibadismo.

¡Interesante! Ahora, volviendo a la actualidad, ¿por qué EE. UU e Irán confían en Omán?

El Sultanato de Omán posee fuertes vínculos de amistad con Estados Unidos, China y Rusia. También goza de excelentes relaciones con varios países europeos, en especial con el Reino Unido, cuya alianza fue crucial para la consolidación del proyecto de Qabus. Además, tiene vínculos diplomáticos con poderes importantes a nivel regional como Arabia Saudí e Irán y con la gran mayoría de países del Medio Oriente y Norte de África.

Desde el punto de vista de EE. UU., Omán es un amigo y aliado histórico. En 1833 firmó el Tratado de Amistad y Comercio. Luego, a partir del siglo XX estableció acuerdos de cooperación militar que le permiten acceso a islas estratégicas como Masira. Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, recibió el apoyo logístico de Omán en las operaciones de Afganistán e Iraq, aunque con algunas objeciones. Muscat considera que su relación con Washington es una de las más importantes.

Por el lado iraní, Omán es un actor capaz y experimentado en conflictos regionales e internacionales. Mucho más importante, le genera confianza, respeto, sin agendas ocultas, algo que es crucial en los diálogos en curso. Además, la cercanía geográfica no se puede ignorar. Comparten el estrecho de Ormuz, donde según la EIA circulan en promedio 21 millones de barriles de petróleo por día. El factor seguridad también es una preocupación común, lo que hace que las relaciones pacíficas sean algo lógico y necesario. Contrario a algunos de sus vecinos, Muscat no observa a Teherán bajo el lente de la amenaza “persa/iraní” y por ello no cree en que la solución sea aislarlo o marginarlo. Es un vecino con el que hay que mantener los canales de comunicación y establecer relaciones comerciales.

Diferentes episodios históricos marcan las relaciones diplomáticas entre Omán e Irán. A manera de ilustración, en 1971 Muscat fue neutral en el conflicto entre el sha Mujammad Reza Pajlevi y el naciente Estado de Emiratos Árabes Unidos en torno a las islas Abu Musa y Tunb. Luego, hacia 1973, el sha ayudó militarmente al sultanato en la fase final de la rebelión en Dhofar. Con la llegada de la revolución iraní de 1979 y la caída de la monarquía, Omán mantuvo las relaciones diplomáticas. Además, se declaró neutral en la guerra Irán-Iraq (1980-1988) y finalmente fue escenario crucial de los diálogos que dieron como resultado el Acuerdo Nuclear de 2015 con el P5+1. Por ello no es accidental que todo vuelva a “comenzar” en Omán.

¿Cuáles son los “ingredientes” de la política exterior de Omán?:

Mi intención aquí no es plantear que la política exterior del Sultanato de Omán sea “única”. En su lugar, deseo compartir algunos resultados fruto de mi reciente investigación que pueden ser de interés para el público. Más allá de los principios que Omán esboza de manera oficial (buen vecino, tolerancia, diálogo y apertura al exterior), es innegable el legado del sultán Qabus en la ingeniería del Estado nación omaní.

Su principal aporte en la configuración de la diplomacia fue pasar de una postura aislacionista a una activa a nivel regional e internacional. Entendiendo que la política exterior está vinculada a la política interna, siempre predicó la no intervención en los asuntos internos de otro Estado y el no alineamiento, lo que contribuye a evitar problemas internos y genera un clima de respeto con sus vecinos. Estableció una política independiente, alejada a veces de sus vecinos del golfo Pérsico. Consciente de gobernar un país pequeño en la región, siempre enfatizó los intereses nacionales, la seguridad y el pragmatismo. Ser mediador, tal vez el rasgo más importante en los últimos años, está estrechamente vinculado a la diplomacia silenciosa incentivando el diálogo y la paz entre actores con diferentes posturas políticas y religiosas. En líneas generales, el actual sultán Haitham es un continuador de estos pilares, a pesar de enfrentar contextos diferentes.

En mi análisis, el papel del islam ibadí en la configuración de la política exterior del Sultanato de Omán es ambivalente y continúa en discusión. En ocasiones, es posible observar que la sociedad influencia la diplomacia del país. Aquel “quietismo” y en especial la moderación política, predicada por los primeros ibadíes, conduce a la idea de neutralidad, aunque esta no pueda tomarse como absoluta. De la misma manera, el rechazo al uso de la fuerza y la violencia para resolver disputas es una clara influencia del ibadismo. En este sentido, el pilar antisectario de no seguir el discurso de “sunnitas contra shiítas” y de no proselitismo religioso, permite tener una política exterior mucho más sólida y con más campo de acción. Aunque no exclusivo de los ibadíes, la consulta (shura) en la diplomacia tendiente a generar consensos resulta de gran beneficio, al igual que tratar de generar justicia para ambas partes en una negociación.

La ñapa: ¿en qué más puede aportar la participación de Omán en caso de que continúe su calidad de mediador?

Las negociaciones en curso al parecer también desean tratar el apoyo de Irán a movimientos en la región, definidos de manera simplista como proxis, casi títeres. Es el caso de Ansar Alá (o “hutíes”) en Yemen, de interés por estos días debido a los distintos bombardeos que realiza Washington. Se trata de un país con el cual Omán no solo comparte frontera sino relaciones sociales y políticas. Desde su conocimiento y experiencia, el movimiento Ansar Alá no es un grupo terrorista proxy de Irán, sino que tiene raíces en la historia contemporánea yemení y una agenda relativamente independiente. Omán no participó de las intervenciones militares de la coalición liderada por Arabia Saudí de 2015-2023 y en su lugar fue clave para los diálogos de cese al fuego entre el reino y Ansar Alá, teniendo como telón de fondo la normalización de relaciones entre Teherán y Riad auspiciada por China. El mantener canales de comunicación es algo que Omán considera fundamental y esto se podría hacer entre Yemen y Washington para así evitar incursiones militares y más violencia.

La historia de Omán posee muchos más detalles y requiere de más profundización. Estos aspectos nos sirven para darle seguimiento a los acontecimientos y comprender cada día mejor la región del Medio Oriente que a menudo es presentada con simplismo. Profundicemos, complejicemos y debatamos. Esperemos se logre un acuerdo justo y duradero lejos de la vía armada que provocaría un episodio irreparable en la región.

*Pontificia Universidad Javeriana.

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Por Felipe Medina Gutiérrez*

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