Imagine que está en un aeropuerto. De repente llega un oficial a apartarlo de la fila y lo lleva al cuarto de seguridad. O que empieza a recibir información sobre seguros médicos y tratamientos en su correo, luego de que en su último control le encontraran un sarpullido. No fueron resultados aleatorios: usted ha cumplido con un patrón que comparte con más personas. Pero, ¿quién determina ese patrón?
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Detrás de estas decisiones, y muchas otras cada vez más macabras, está una compañía cada vez más poderosa: Palantir.
¿Qué es Palantir y por qué surgió?
En 2003, los gobiernos occidentales estaban obsesionados con la idea de evitar el próximo gran ataque terrorista, en plena resaca, tras las fallas expuestas por los ataques del 11 de septiembre de 2001.
Los datos que ayudaban a su anticipación existían (registros de viaje, transacciones bancarias y comunicaciones), pero eran muy difíciles de leer en corto tiempo para tomar decisiones. Así nació la idea de Palantir, la compañía que hoy domina el imperio de los datos digitales.
Un concepto salido de la fantasía
(y las distopías)
Sus fundadores, un grupo de empresarios libertarios que había trabajado en PayPal diseñando un algoritmo para la detección de fraudes bancarios, tomaron el concepto de las “palantíri”, unas esferas de cristal negro del universo de “El señor de los Anillos” que servían para que personas poderosas vieran qué pasaba en áreas lejanas de la Tierra Media, comunicarse entre sí y recibir consejos e información.
La idea era ver información concreta en ese mar de datos, conectando puntos y siguiendo patrones para sacar conclusiones en tiempo real. La semilla que sembraron en PayPal, que los ayudó a encontrar conexiones invisibles para evitar fraudes, se aplicaría ahora a la inteligencia y seguridad. Pero el proyecto fue mucho más lejos.
¿Qué hace puntualmente Palantir?
Desarrolla software de análisis de datos para gobiernos y empresas, integrando grandes volúmenes de información de diversas fuentes. Estos permiten detectar patrones, gestionar riesgos, optimizar operaciones y tomar decisiones estratégicas en seguridad, defensa, inteligencia, finanzas y logística, combinando un análisis predictivo con visualización avanzada. Lo que antes hacían los analistas en días o semanas ahora se hace en minutos o segundos.
¿Cuáles son sus productos?
Gotham: plataforma usada por militares y agencias de inteligencia. Permite analizar información de seguridad y operaciones, rastrear amenazas y coordinar misiones.
Ejemplo: el ejército estadounidense lo usó en Afganistán para identificar redes de artefactos explosivos improvisados.
Foundry: orientada a empresas y gobiernos civiles. Integra datos financieros, logísticos o médicos para optimizar procesos y tomar decisiones.
Ejemplo: Boeing lo aplica en la fabricación de aviones, integrando datos de proveedores, piezas y mantenimiento para reducir fallos y mejorar la eficiencia en la cadena de suministro. Amazon también lo usa para optimizar su cadena de suministro.
Apollo: garantiza que ambos sistemas se actualicen de forma segura incluso en entornos sensibles, como cuando los clientes gubernamentales operan en nubes privadas o redes clasificadas.
¿Por qué esta empresa fue exitosa?
Palantir no fue una “startup” cualquiera: desde sus primeros pasos contó con el respaldo de In-Q-Tel, el fondo de inversión vinculado a la CIA.
Eso le abrió puertas dentro del gobierno de EE. UU., que buscaba desesperadamente un software capaz de conectar bases de datos dispersas y transformarlas en “mapas de relaciones” para combatir el terrorismo.
Ese cruce hizo posible que Palantir encontrara rápido su lugar en el mundo.
¿Y por qué es problemática?
Si bien en sus inicios se esperaba que ayudara a prevenir un ataque terrorista, la herramienta convirtió la visión distópica de “1984” (el Gran Hermano que todo lo ve) en algo tecnológicamente viable, con la diferencia de que ahora se vendía como innovación y seguridad.
Estamos descubriendo sus consecuencias: a medida que se ve más y se sabe más, el gobierno controla más.
Migraciones: Palantir tiene un contrato de US$30 millones con ICE para desarrollar ImmigrationOS, una aplicación que permite rastrear inmigrantes sin estatus legal, personas con visas vencidas o auto-deportaciones. Esta se integra con varias bases de datos gubernamentales, incluyendo datos biométricos y geolocalización, para priorizar deportaciones.
Oposición: Las herramientas también están siendo usadas para rastrear redes sociales, monitorear protestas, e identificar y seguir a disidentes o activistas, especialmente quienes expresan apoyo a causas como Palestina. Es importante destacar que desde la Patriot Act y los programas de Bush y Obama ya existía la infraestructura para vigilar a cualquiera. Lo que cambia ahora es su uso más agresivo y abierto.
Salud y reproducción: Tras la pandemia, datos de geolocalización y salud recolectados por aplicaciones y sitios web comenzaron a integrarse en bases de datos usadas por las agencias federales, con Palantir como intermediario. Con un gobierno antiaborto, los expertos temen que estos sistemas se usen para rastrear ciclos menstruales, viajes y búsquedas en línea de mujeres y niñas. Esto podría derivar en citaciones judiciales y persecución.
La revolución de la guerra
Palantir también se ha vuelto central en los conflictos modernos. En Gaza, sus sistemas de análisis se integran presuntamente con programas israelíes de inteligencia artificial como Lavender o Habsora, usados para seleccionar objetivos con márgenes altos de bajas civiles, lo que organizaciones como HRW señalan como una violación del derecho internacional.
En Ucrania, Palantir proporciona plataformas para rastrear tropas rusas y planear ataques en tiempo real. Así, sus herramientas convierten la guerra en un laboratorio tecnológico exportable.
¿Cómo funciona esto en la guerra?
El sistema recopila datos masivos —redes sociales, cámaras, registros estatales e inteligencia— y asigna un puntaje de sospecha que clasifica a personas o lugares como vinculados a Hamás o la Yihad Islámica.
En síntesis, el hecho de estar en un punto geográfico por el que pasó un combatiente de Hamás o incluso de hacer gestos como los de ellos lo pueden convertir a Ud. en un objetivo de la herramienta, pues esta identifica patrones.
Si el puntaje es alto, se convierte en objetivo militar. Aunque se exige verificación humana, en la práctica los oficiales disponen de poco tiempo y datos para cuestionar al algoritmo, lo que vuelve la supervisión simbólica. ¿Y si el algoritmo está mal?
Esto ha derivado en ataques contra civiles inocentes descritos por fuentes como una “fábrica de asesinatos masivos”. Según filtraciones, la herramienta habría señalado entre 30.000 y 40.000 “sospechosos” en Gaza.
El uso de drones
En Ucrania, Palantir se convirtió en pieza clave para nivelar la guerra frente a Rusia. Su software Gotham integra datos de drones, satélites y sensores, permitiendo identificar y destruir miles de vehículos enemigos con rapidez.
Pero los críticos advierten del enorme poder que se le ha dado a una empresa privada en decisiones estratégicas nacionales.
El futuro de las protestas
Gotham ofrece a las agencias estatales la capacidad de integrar datos masivos para mapear redes sociales, rastrear ubicaciones y perfilar comunidades. Ese mismo poder puede aplicarse para vigilar protestas, identificando participantes o simpatizantes a partir de patrones de datos, no de evidencias directas. El riesgo es que normalice la vigilancia masiva de movimientos sociales, como ya ocurrió con los musulmanes tras 2001.
Un producto de exportación
Palantir ya opera internacionalmente, y se teme que cada vez más gobiernos firmen contratos con la compañía. En Reino Unido tiene un contrato con el sistema sanitario NHS, centralizando historiales médicos con la promesa de reducir las listas de espera (pero accediendo a todos los datos de los pacientes).
En Alemania opera en estados como Baviera y Hesse bajo nombres locales, permitiendo a la policía perfilar sospechosos en segundos. Estos avances generan controversia por la dependencia extranjera en esta toma de decisiones, pero sobre todo por el riesgo de vigilancia masiva.
¿Lo más irónico de todo? Son los mismos ciudadanos, con sus impuestos, los que están financiando esta vigilancia.
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