Francia lideró esta semana, junto a Arabia Saudita, una conferencia de emergencia en los cuarteles generales de Naciones Unidas, de la que se desprendió el “Llamado de Nueva York”, en el que 15 países hicieron una alerta, insistiendo a todas las naciones del mundo que reconozcan a los territorios palestinos como un Estado. Este grupo se suma a acciones colectivas como la conferencia del Grupo de La Haya, en Bogotá, y la reunión del Grupo de Madrid, que exploran, por diferentes caminos, una solución para el conflicto en la Franja de Gaza, que está ad portas de dejar 60.000 palestinos asesinados por la ofensiva israelí.
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Tal vez la acción más relevante fue que Francia se haya convertido en el primer miembro del G7 en reconocer a Palestina como Estado, una medida que Emmanuel Macron esperaba tomar en conjunto con Keir Starmer, primer ministro laborista del Reino Unido, pero que no consiguió. Starmer, por su parte, puso como plazo septiembre como fecha límite para reconocer el Estado, pero suena más como una advertencia a Israel, pues afirma que lo hará a menos que Tel Aviv cumpla con “medidas sustanciales”, como el alto al fuego. Cabe mencionar que ambos países son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Y aunque significativo, con presencia de cada vez más países de la Unión Europea sumándose a esta cruzada, vale la pena plantear la pregunta central en esta discusión: ¿estamos ante un cambio diplomático real o ante un acto simbólico tardío? El caso de Macron y Starmer es diciente. Ambos se reunieron este mes y Macron planteó que el reconocimiento que hizo Francia fuera colectivo, que lo hicieran juntos, pero Starmer declinó.
“Parece inapropiado presentar [el reconocimiento] como un castigo contra Israel. Además, al negarse a actuar conjuntamente con Macron la semana pasada, la decisión de Starmer pareció ser una retirada ante una rebelión interna, en lugar de una muestra de liderazgo”, expone Patrick Wintour, editor diplomático de The Guardian.
Macron propone una estrategia posconflicto; la iniciativa de Nueva York, que insiste en la solución de dos Estados, tiene un rol activo, mientras Starmer parece ceder a la presión colectiva, a pesar de que, como siguen las cosas, es probable que termine reconociendo a Palestina. Sin embargo, Rafael Piñeros, analista y docente de la Universidad Externado, cuestiona que reconocer al Estado sea una prioridad para las potencias.
“La crítica que yo le hago a eso es que es muy, muy difícil que ocurra como producto del convencimiento político o como iniciativa de un gobierno. Ni para Emmanuel Macron ni para Starmer era, al inicio de sus mandatos, una prioridad ese reconocimiento”, explica Piñeros y recalca cómo, de cierta forma, esta presión creciente dentro del grupo de los 27 empezó con el reconocimiento por parte de España, Irlanda y Noruega. Esto se ha ido decantando en un efecto dominó, con un poco agradable agravante: los palestinos siguen muriendo y la ofensiva de Israel cada vez deja de ser una misión de rescate de sus ciudadanos retenidos por Hamás y más una cruzada por anexar los territorios palestinos.
Al respecto, Wintour afirma: “Los defensores de una solución de dos Estados, incluyendo una Autoridad Palestina radicalmente reformada que gobierne sin Hamás, finalmente se han dado cuenta de que es el momento de actuar, o de lo contrario corren el riesgo de que su visión sea sepultada por Benjamín Netanyahu y su ministro de Finanzas de extrema derecha, Bezalel Smotrich (...) el ministro afirmó que el restablecimiento de los asentamientos israelíes en Gaza ya no era una mera ilusión, sino parte de lo que se había convertido en un plan de trabajo realista. Gaza es parte inseparable de la tierra de Israel, afirmó”.
Esta presión en la Unión Europea, comenta Piñeros, hace que fuera insostenible que los Estados que no estaban del lado del reconocimiento mantuvieran esa posición.
¿Última defensa de la solución de dos Estados?
Con este panorama, el hecho de que los defensores de la tesis de dos Estados se movilicen se vuelve, de cierta forma, una última barrera antes de que la posibilidad quede erradicada por la ofensiva de Netanyahu, quien advirtió a Hamás en los últimos días que, si no llegaban a un acuerdo para el cese al fuego, comenzaría a anexar territorios palestinos en Gaza.
La solución de dos Estados está “en peligro mortal. En ambos bandos, los defensores del rechazo parecen estar ganando”, clamó desde Nueva York Jean-Noël Barrot, ministro de Exteriores francés. En palabras de Wintour, estas iniciativas son una “última línea de defensa”.
Contando el Llamado de Nueva York y los países del Grupo de La Haya que se reunieron en Bogotá, son casi 50 naciones que, en el último mes, se han manifestado contra lo que sucede en Gaza. Sin embargo, parece ser más simbólico que efectivo. “Israel ha sido un Estado que ha sido muy estratégico y significativamente hábil al cultivar sus relaciones políticas y diplomáticas, y también en términos de la narrativa del conflicto (...) Los conflictos suelen requerir una aproximación a la paz en el mediano plazo, pero tanto así como para finales de 2025 o 2026, no. No lo veo por ese lado; no creo que esa sea la dinámica”, explica Piñeros, quien pone sobre la mesa cómo, en términos comerciales, Israel sigue siendo socio de grandes potencias.
La ofensiva sigue y no hay indicios de un freno venidero. Habrá que ver si la paciencia de la comunidad internacional se agota en la misma medida. Wintour asegura en su análisis que, según la última encuesta de Gallup, solo el 8 % de los demócratas está de acuerdo con que se siga apoyando a Israel desde Washington. Y, pese a que el presidente Trump es republicano, con unas elecciones de medio término en 2026, las cosas en el Congreso podrían cambiar y el magnate podría dejar de tener la carta blanca con la que lleva siete meses operando.
Parece lejano, sí. Pero, ¿son estos los últimos momentos en que aún se puede hablar de una solución política para Palestina? El siguiente termómetro será, sin duda, la Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre. Canadá avisó ayer que para este evento “tiene la intención” de reconocer a Palestina como Estado soberano.
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