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No hace menos de un año el mundo se estremeció al conocer la historia de una joven de 19 años en Uganda que fue violada, torturada y asesinada brutalmente por uno de los tantos escuadrones de violaciones correctivas que patrullan el país africano reprimiendo sexualmente a mujeres lesbianas.
En pocas semanas la persecución contra la comunidad gay en este país podría alcanzar un nivel peor del que se vive en la actualidad. El parlamento nacional se prepara para votar un proyecto de ley que instauraría la pena de muerte para homosexuales. Hoy en Uganda la condena máxima por tener relaciones con personas del mismo sexo es de 14 años tras las rejas.
Aunque normativa como ésta recorre otros países de África y de Oriente Medio, este proyecto de ley pretende llegar hasta donde ningún otro lo ha hecho. Siete años de prisión por tentativa de realizar actividades homosexuales; tres años tras las rejas a quien no reporte ante las autoridades dichos actos o a quien no delate a presuntos homosexuales no lo es todo. La ley también estipula que cualquier miembro de la comunidad gay que sea portador del VIH recibirá la pena capital y que cualquier ciudadano de Uganda pueda ser extraditado de vuelta al país por cualquiera de estos delitos. Por no decir que la reincidencia de cualquiera de estos crímenes también llevaría al ahorcamiento.
A esto se suma el miedo de las organizaciones defensoras de los Derechos Humanos, que con el proyecto de ley estarían cometiendo un crimen al auspiciar y defender a la comunidad LGBT. “Estamos muy cerca de que se inicie la más grande cacería de brujas de la historia contra la comunidad gay y contra quienes luchamos por sus derechos”, dice Dulce Reyes, coordinadora internacional de la fundación Astraea, ONG con sede en Nueva York que destina cerca de US$75.000 al año para trabajar con la comunidad gay en Uganda.
Pero no es sólo esto lo que tiene indignados a diversos sectores en Estados Unidos, hace poco se conoció que varios líderes de la derecha evangélica estadounidense, entre esos Scott Lively, autor de varios libros en contra del movimiento gay; Caleb Lee Brundidge, conocido por dictar seminarios para curar el homosexualismo, y Don Schmierer, miembro de Exodus International, movimiento antigay, lideraron un seminario en el país africano que, según analistas, habría dado origen al borrador del controvertido proyecto.
El seminario que tuvo como nombre “La amenaza homosexual sobre los valores de la Biblia y de la familia tradicional africana” se llevó a cabo en marzo de 2009, fecha en que los tres panelistas estadounidenses discutieron profundamente sobre cómo diagnosticar, curar y reprender el homosexualismo ante cientos de políticos, militares y académicos.
Aunque los tres líderes conservadores se han pronunciado en contra del proyecto ante el acoso de la prensa nacional, los organizadores del seminario admitieron en entrevistas a medios locales que el rol de los tres americanos en el proyecto de ley es incuestionable.
Para Scott Long, director de la división de asuntos LGBT de Human Rights Watch, el movimiento antigay en Uganda y esta reforma en particular responde a una larga historia de apoyo económico de sectores ultra conservadores de Estados Unidos. “Durante la última década el gobierno estadounidense, específicamente la administración Bush, entregó millones de dólares a organizaciones evangélicas en Uganda exclusivamente para programas de abstinencia sexual como la única cura contra el sida, satanizando así a la comunidad gay como la principal portadora”.
Ante la inminencia de la aprobación del proyecto la administración de Barack Obama solicitó al Congreso de Uganda que recapacite sobre dicho proyecto, so pena de que se le recorte la ayuda humanitaria. En la misma dirección se han pronunciado los gobiernos de Francia y Suecia.
David Bahatí, legislador proponente, dijo en rueda de prensa que mantenía en pie el proyecto y que no lo retirará por más presión internacional que exista. “No lo haré, tenemos que defender a nuestros hijos de que sean reclutados por el homosexualismo. Es hora de proteger los valores de nuestras familias”.
Por su parte, el presidente de Uganda, Yoweri Museveni, se ha querido distanciar de la controversia al decir que el proyecto es demasiado fuerte pidiendo que se retire la disposición de la pena de muerte. Sin embargo, no se puede olvidar que este es el mismo hombre que ha dicho en repetidas ocasiones que el homosexualismo es la gran plaga que se posa sobre África. Para este martes está convocada una masiva marcha a favor del proyecto de ley en la calles de Kampala, capital de Uganda.
Lo que está claro para Long es que de ser aprobado el proyecto, Uganda incurrirá en la violación de distintos tratados internacionales de Derechos Humanos, lo cual desencadenaría sanciones de muy alto nivel contra el país africano.