Una reciente denuncia de agresión ocurrida en la base de investigación Sanae IV en la Antártida, dirigido por Sudáfrica, ha puesto en evidencia las vulnerabilidades que enfrentan los equipos que trabajan en entornos extremadamente remotos.
El equipo de nueve investigadores que debía pasar el invierno en la base se vio impactado cuando se denunció un caso de agresión física dentro del grupo. Días atrás se denunció también comportamientos inapropiados por parte de uno de los miembros de la misión. El gobierno sudafricano confirmó a la BBC que “hubo una agresión” y que se estaban tomando medidas con “máxima urgencia”.
Uno de los puntos que hace este caso particularmente alarmante es el contexto en el que se dio: Sanae IV está ubicada a más de 4.000 kilómetros de Sudáfrica, con condiciones climáticas extremas que pueden aislar a los investigadores por meses.
Según The Guardian, no se tiene previsto realizar el viaje de 10 a 15 días desde Ciudad del Cabo para recoger al equipo de hibernación y dejar al nuevo equipo hasta diciembre. Hay una base alemana, la Estación Neumayer III, a unos 220 kilómetros al noroeste de la estación sudafricana. Más al interior, a unos 190 kilómetros al sureste, se encuentra la Base Troll de Noruega.
Esto significa que, ante una situación de violencia, las víctimas tienen pocos recursos para recibir asistencia inmediata, y el equipo debe manejar las tensiones internamente hasta que una evacuación sea posible.
El Ministerio sudafricano afirmó que tras el incidente se activó un “plan de respuesta para mediar y restablecer las relaciones en la base”. También se informó que el presunto agresor accedió a una evaluación psicológica, mostró remordimiento y ofreció una disculpa formal a la víctima. Sin embargo, esto plantea interrogantes sobre la eficacia de este tipo de respuestas en situaciones de violencia en lugares tan aislados.
El Ministerio de Medio Ambiente de Sudáfrica aseguró que todos los miembros del equipo habían pasado rigurosas evaluaciones antes de ser seleccionados, incluyendo verificación de antecedentes, referencias, evaluaciones médicas y pruebas psicométricas.
“Este proceso se ha llevado a cabo prácticamente a diario para garantizar que quienes están en la base sepan que el Departamento los apoya y está dispuesto a hacer lo que sea necesario para restablecer las relaciones interpersonales, pero también es firme al abordar cuestiones de disciplina”, indicó el Ministerio.
Sin embargo, el incidente sugiere que estas pruebas pueden no ser suficientes para predecir el comportamiento de una persona bajo condiciones extremas y de aislamiento.
En una declaración oficial, el gobierno reconoció que “no es raro” que los individuos experimenten dificultades de adaptación en entornos extremos, lo que indica la necesidad de reforzar la selección psicológica y la preparación emocional de los participantes en misiones de este tipo.
No es la primera vez que un equipo antártico de Sudáfrica, que estableció por primera vez una estación científica en la Antártida en 1960, se ve envuelto en una polémica violenta. En 2017, un miembro del equipo de investigación de la isla Marion presuntamente atacó la computadora portátil de un colega con un hacha, “después de que una mujer con la que mantenía una relación rechazara su propuesta de matrimonio”, según The Guardian.
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