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Portugal, una segunda oportunidad para universitarios sirios

Son 63 los universitarios que han conseguido retomar sus vidas en Portugal gracias a unas becas de estudio promovidas por la Plataforma Global de Asistencia a Estudiantes sirios

EFE
28 de agosto de 2015 - 12:54 a. m.
AFP
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  Abandonaron Siria entre el ruido de la aviación militar y los escombros de los bombardeos y acabaron en Portugal, donde tienen una segunda oportunidad negada a muchos de sus compatriotas: terminar sus estudios.

Son 63 los universitarios que han conseguido retomar sus vidas en Portugal gracias a unas becas de estudio promovidas por la Plataforma Global de Asistencia a Estudiantes sirios, una iniciativa financiada con aportaciones privadas e impulsada por el expresidente luso Jorge Sampaio (1996-2006).

Estos jóvenes estudian desde 2014 en este pequeño país de la periferia europea que, a pesar de recuperarse de una grave recesión económica, les ha acogido con los brazos abiertos en un momento de tensiones migratorias en el Viejo Continente.

"Estoy muy agradecido a Portugal y a los portugueses. Me doy cuenta de que soy un privilegiado", contó a EFE Nour Machlah, estudiante de arquitectura forzado a abandonar su natal Alepo por la guerra civil que golpea a Siria desde 2011.

Nour, de 23 años, hoy reside en Évora, una coqueta y milenaria localidad situada en el Alentejo, en el interior de Portugal, muy cerca de la frontera española.

A él se unen otros 62 universitarios y universitarias -más de un tercio de las ayudas son para mujeres- repartidos en casi una veintena de localidades del país, desde Covilha (interior), a Aveiro (norte), pasando por Faro (sur), donde cursan estudios en su mayoría del ramo científico y de la salud.

La mayor parte de ellos conocieron la beca que promueve la Plataforma de Sampaio gracias a la web "Dubarah", que ayuda a que los jóvenes sirios forzados al exilio encuentren una oportunidad de trabajo o estudio en 32 países.

Es el caso de Ihssan Khalifeh, de 23 años, natural de Damasco, y estudiante de ingeniería civil en el politécnico de Aveiro.

A pesar de arrastrar un pasado marcado por la diáspora, la incertidumbre y la violencia, Ihssan tiene el firme propósito de regresar a su Siria natal.

"Seré el primero en querer volver cuando haya condiciones pacíficas. Si gente como yo no regresa para reconstruir el país, nadie lo hará por nosotros", reconoció a EFE Ihssan.

Como Nour, Ihssan está determinado a acabar sus estudios y ver cómo evoluciona un país que ambos recuerdan como "muy seguro" antes del inicio de las revoluciones árabes, en la primavera de 2011.

Los dos recuerdan aquellas manifestaciones pacíficas contra el régimen de Bachar Al Asad.

Ihssan evocó cómo y cuándo esas protestas se les fueron de las manos. Después de ocho meses de protestas, la violencia prendió por culpa del régimen, que se aplicó sin piedad contra los manifestantes.

"Al principio estuve con las protestas. Tenemos derecho a decir 'no' a la corrupción. Pero ahora no estoy con nadie (...) Estoy contra todos, porque los sirios están sufriendo por todos los frentes", se desahogó Ihssan.

La irrupción del Estado Islámico (EI) vino a empeorar el clima de terror en el país, enmarañado en una cruenta guerra que se ha cobrado más de 200.000 muertes en cuatro años.

"En el Estado Islámico ni siquiera son sirios. No hablan árabe, porque muchos son de Afganistán (se habla persa) y otros extranjeros de Europa", criticó Ihssan, cuya familia huyó de Siria.

"Allí ya no me queda nadie. Ni familia, ni amigos. Mis padres están en Jordania y mis amigos repartidos por varios países del mundo", lamentó Ihssan, quien, al menos, disfruta en Portugal de la compañía de su hermano, un ingeniero eléctrico que hace prácticas en una gran empresa del país.

El caso de Nour no es diferente, pues su padre está en el Reino Unido y su madre en Estambul.

Ambos han pasado este mes de agosto en Lisboa, donde han realizado un curso intensivo de lengua portuguesa, el mayor obstáculo en su integración a su país de adopción, y han convivido con compatriotas universitarios que no conocían.

La mayoría ha congeniado rápido y ha aprovechado para descubrir el pasado islámico de la capital lusa.

Durante su estancia en Lisboa, Nour acudió con frecuencia a rezar a la principal mezquita del país. "También estuve en la Casa de Alentejo, un edificio neo-árabe que me interesó mucho, y en el barrio de Alfama... He visto el pasado islámico de la ciudad", constató.

El estudiante de arquitectura ha ampliado su círculo de amistades, sobre todo con españoles o brasileños, con los que más afinidad ha tenido.

Hincha del Real Madrid y muy activo en la comunidad Erasmus, Nour se siente cada vez mejor en Portugal, aunque aún le asusten el ruido de los aviones y la presencia de la policía en los transportes públicos, dolorosos recuerdos de la cruenta guerra de su país.

Por EFE

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