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Qin Gang lleva más de un mes sin aparecer en público. Desde el 25 de junio no se sabe nada del paradero de quien hasta hace poco era el canciller del gigante asiático, pues, en medio de su ausencia, fue destituido. La agencia Xinhua informó que el funcionario, en el puesto desde diciembre de 2022, “fue separado del cargo de ministro de Exteriores” y reemplazado por su predecesor, Wang Yi. Se sabe que el Legislativo votó a favor del nombramiento de este último y que Xi Jinping firmó una orden presidencial que ratifica la salida de Qin. Sin embargo, no se conoce una razón específica sobre este cambio en el gobierno.
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La última vez que se dejó ver, Qin estaba reunido con sus homólogos de Rusia, Vietnam y Sri Lanka. El 4 de julio tenía previsto un encuentro con el jefe de política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, pero funcionarios del bloque aseguraron que China canceló la reunión sin mayor explicación y con sólo un par de días de preaviso, informó la BBC. Tampoco asistió a las reuniones de alto nivel con la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, y con el enviado climático de Estados Unidos, John Kerry. De hecho, en una reunión de cancilleres hace un par de semanas, en el marco de una cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), en Yakarta, Wang Yi asistió en su lugar.
Ante los cuestionamientos por su ausencia, las autoridades alegaron “razones de salud”. Sin embargo, los rumores, que están circulando por la internet china, de forma inusual, apuntan a que está siendo investigado oficialmente por una supuesta aventura con una presentadora de televisión. Al respecto, Ian Chong, de la Universidad Nacional de Singapur, le afirmó la semana pasada al medio británico que “la ausencia de censura hace que la gente se pregunte si hay algo de verdad en los rumores sobre luchas de poder, corrupción, abuso de poder y relaciones románticas”.
Qin, de 57 años, es conocido como “lobo guerrero” en consonancia con el estilo de confrontación que maneja la política exterior china desde hace algunos años. Ese apodo se lo ganó por sus duras declaraciones contra Occidente, que considera a China como un país hostil. De hecho, la reputación de ser un diplomático que habla duro la consolidó cuando ejerció como embajador en Estados Unidos, a lo largo de dos años. Ahora bien, en algunas ocasiones se desmarcó de las posiciones en Beijing, como cuando alejó los temores de una potencial guerra con Taiwán o cuando admitió que China pudo haber hecho más para impedir que Rusia invadiera Ucrania.
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