Este miércoles, el ejército israelí desplegó nuevas tropas en el sur de la Franja de Gaza y el ministro de Defensa, Israel Katz, reafirmó la estrategia del Gobierno que apunta a una ocupación prolongada. Paralelamente, el primer ministro Benjamín Netanyahu anunció la implementación de una nueva estrategia en la Franja, centrada en la toma del Eje Morag, una nueva división de Gaza en dos partes, para aumentar, según él, la presión sobre Hamás para la liberación de rehenes.
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Este tipo de acciones se han intensificado desde el fin del alto el fuego el 18 de marzo, con la operación Fuerza y Espada, y ahora con la captura de “extensas áreas, que se sumarán a las zonas de seguridad del Estado de Israel”, según declaró Katz.
Una ofensiva cada vez más agresiva
Los ataques de Israel el martes por la noche mataron a unas 20 personas en las localidades de Rafah y Jan Yunis. La ofensiva continuó el miércoles con un bombardeo a instalaciones de la ONU en el norte de la Franja de Gaza, en Jabalia, con un saldo de 19 víctimas mortales. Desde octubre de 2023, la arremetida israelí, desatada el 7 de octubre, ha matado a cerca de 50.000 personas, según las autoridades del enclave controlado por Hamás.
Mientras tanto, Katz informó sobre la intensificación de la operación contra Hamás, generando preocupación en las familias de los 60 rehenes israelíes restantes, algunas de las cuales temen que la estrategia del Gobierno ponga en peligro la seguridad de sus seres queridos secuestrados. Esto, además, ha generado dudas sobre si Israel busca anexionarse Gaza.
Manfred Grautoff, analista internacional y asesor de seguridad, explica que “a Israel no le interesa la anexión de Gaza”, sino “que no le vuelvan a tirar misiles”; es decir, su seguridad.
Manuel Camilo González, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana y la Universidad San Buenaventura, resalta que antes de esta ofensiva, cuando se había pactado el alto al fuego, la desconfianza entre Israel y Hamás ya existía. Ese pacto “nació muerto”, explica. “La ofensiva israelí terminó de sepultar esa confianza”. Pero, a pesar de esto, la anexión es poco probable, recalca el docente, aunque “las posibilidades nunca son cero”, pues “la narrativa que se ha visto en Ucrania podría replicarse en la Franja de Gaza”.
La nueva movida de Netanyahu
La creación de una nueva línea divisoria, similar a la ruta Filadelfia, fue el cambio estratégico que el primer ministro Benjamín Netanyahu anunció este miércoles: “Esta noche, en la Franja de Gaza, cambiamos de estrategia. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) están tomando territorio, atacando a terroristas y destruyendo infraestructura (...) Estamos tomando el Eje Morag”. El mandatario declaró que “este será el segundo Filadelfia”, en referencia al corredor fronterizo con Egipto, y resalta: “Ahora estamos dividiendo la Franja por la mitad [entre el norte y el sur] y estamos aumentando la presión gradualmente para que nos entreguen a nuestros rehenes. Estamos decididos a lograr los objetivos de la guerra”.
Pero ¿qué es el Eje Morag? Se trata de una ruta estratégica que separa dos ciudades: Rafah, que es el paso hacia Egipto, y Jan Yunis. Según expertos, este atraviesa el área donde se encontraba un asentamiento israelí antes de la retirada de Gaza en 2005. Grautoff explica que se ha detectado que la mayoría de los secuestrados están entre estas dos ciudades y de ahí salió “la parte gruesa” del ataque del 7 de octubre. “Lo que se intenta es romper la comunicación entre ese corredor”.
Su captura y el establecimiento de un “segundo Filadelfia” buscarían reforzar el control sobre la frontera y frenar el contrabando de armas hacia Gaza. La estrategia de Israel también respondería a la presión para forzar a Hamás a aceptar las condiciones israelíes en el acuerdo de alto el fuego y la liberación de rehenes.
Esta maniobra no solo dificulta la movilidad y coordinación entre los grupos militantes de Hamás, sino que también contribuye a debilitar sus líneas de comunicación y reabastecimiento, aprovechando la ubicación de Rafah como paso hacia Egipto para contener aún más el flujo y la operatividad de las fuerzas hostiles.
¿Un control permanente sobre Gaza?
El control permanente de la ruta Filadelfia sigue siendo una prioridad para Netanyahu en las negociaciones de alto el fuego, pues argumenta que, sin presencia israelí en el corredor, el contrabando de armas hacia Gaza continuará. A pesar de que se habló de retirar las tropas del lugar en el acuerdo de tregua, Israel ha reforzado su presencia. Con los hechos recientes se plantea un escenario en el que la división de la Franja de Gaza podría consolidarse como una realidad territorial permanente, cambiando drásticamente el equilibrio de poder en la región.
¿Cuál es el objetivo de la ofensiva israelí desde el 18 de marzo?
Grautoff afirma que hay que ver el objetivo de la ofensiva para poder entender la situación. Señala que el primer objetivo estratégico “es desmantelar a Hamás”, el segundo, “que no vuelva a haber un ataque sobre Israel” y el tercero, “los rehenes”. Añade que “se está pensando más en el largo plazo que en el corto”, ya que “esto tiene una implicación enorme para los rehenes”, pero “se está pensando que no haya más secuestrados a futuro”. Por esa razón, es claro que las prioridades han cambiado, dice el experto.
González explica, por su parte, que la motivación de Israel es mantener una “zona de seguridad”; es decir, “habiendo eliminado parcialmente a Hamás, habiendo debilitado a Hezbolá y habiéndose generado un cambio de régimen en Siria; todas estas acciones contribuyen a que Israel tenga una zona en la que los grupos no estatales proxies [patrocinados] de Irán no puedan efectuar un ataque sobre este”, y en general, difícilmente, algún otro.
Camilo Suárez de La Hoz, profesor de la Facultad de Relaciones Internacionales y Estudios Político de la Universidad Militar, explica que otro de los objetivos es la “coordinación con Estados Unidos”, pues, “la ofensiva ha sido [ejecutada junto a Washington], lo que sugiere un interés compartido en debilitar a Hamás y otros grupos militantes en la región. Esta coordinación también podría estar relacionada con la implementación de políticas más amplias en Oriente Medio, como el ‘plan de paz’ propuesto por la administración Trump”.
El experto afirma que “a largo plazo, Israel y Estados Unidos podrían estar buscando cambiar la dinámica geopolítica en Oriente Medio, debilitando a los aliados de Irán y reduciendo la influencia de grupos militantes en la región”.
En última instancia, en medio de una profunda polarización en el país, el mandatario israelí “busca consolidar su posición política interna en medio de una crisis de gobierno y asegurar la aprobación de los presupuestos”. Según Suárez De la Hoz, “la ofensiva también podría ser una estrategia para desviar la atención de los cargos de corrupción que enfrenta [los cuales abarcan que haya concedido favores para que la prensa cubriera una imagen positiva de él]”.
¿Y la solución de dos Estados?
Para Grautoff, desde el 7 de octubre de 2023, con el ataque de Hamás a Israel, “se acabó la posibilidad de la solución de dos Estados”: “Lo más viable es que la autoridad nacional palestina pasara a administrar la Franja de Gaza”, explica. No obstante, afirma que “nadie quiere que le lleguen dos millones de refugiados”, por ende, la expulsión de los palestinos, como se ha llegado a plantear entre Israel y Estados Unidos, es poco probable.
González, por su parte, afirma que los países árabes, como Arabia Saudita, siempre han abogado por la causa palestina. Ejemplo de esto es cuando varios de estos países se opusieron al plan de Donald Trump para la reubicación de palestinos.
Lo cierto es que los objetivos de Hamás e Israel siguen siendo diametralmente opuestos. El fin de Hamás “siempre ha sido la búsqueda de un Estado palestino”. Esta postura se opone de manera directa a la existencia del Estado de Israel. Esto, a todas luces, dificulta que las tensiones cesen de forma diplomática, explica González y añade que, a pesar de las recientes protestas que se han dado de los palestinos hacia Hamás, el grupo mantiene unas cuotas de popularidad muy altas, incluso en Cisjordania. Esto complica la separación del “Hamás del ala militar, del Hamás del ala política [pues el grupo también es un partido político]”, lo que termina influyendo en las decisiones estratégicas de Israel. Por ende, a corto plazo la desconfianza entre las partes dificulta que haya un acuerdo de paz, explica el analista.
Lo más importante es que “Palestina no volverá a ser la misma”, pues “la solución de dos Estados en la práctica parece imposible”, remata González.
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