¿Qué es la JMJ y por qué llevó a jóvenes de todo el mundo a Panamá?

Testimonio de Alejandra Arias Ochoa, una de las colombianas presentes en el evento que se llevó a cabo del 22 al 27 de enero con el Papa Francisco.

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Alejandra Arias Ochoa
28 de enero de 2019 - 11:05 p. m.
JMJ Panamá 2019
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Muchos jóvenes creemos que por ser católicos se burlan de nosotros. Por querer la castidad, por ir a misa cada domingo, por preferir un retiro a una fiesta, a veces podemos sentirnos marginados. 

En 1975, el Papa Juan Pablo II decidió crear una revolución de amor para esos jóvenes: la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Días en los cuales vemos lo extraordinario en lo ordinario, vemos el rostro de Dios, que creíamos invisible, sintiendo la potencia del poder de los jóvenes. 

Esta jornada que acaba de pasar fue mi tercera, luego de Río, Cracovia y Panamá. Muchos me preguntan: ¿cuál fue mejor?, pero es imposible tener una respuesta, cada experiencia con Dios es única. 

(Le puede interesar: El colombiano que está detrás de la organización de la JMJ)

Lo que sí es cierto es que en Panamá nos sentíamos en nuestro propio país. Ver al Papa Francisco nombrar a Colombia por cada policía caído en la tragedia de hace pocos días, el idioma, la cultura, incluso la comida, son detalles que sin duda quedarán grabados en la memoria colectiva de todos los colombianos.

Con el grupo con el que asistí tuvimos la oportunidad de ir a Costa Rica a lo que se conoce como “Pre Jornada”. Cinco días en los cuales nos recibe una familia como sus propios hijos: nos dan sus camas y se incomodan por personas que no conocen; todo porque nos une la misma iglesia. Dios tenía todo planeado para cada uno, él conoce nuestros corazones y sabe cómo, cuándo y para qué teníamos que quedar con las personas que nos tocó. 

Personalmente, la pareja que me recibió me recordó cómo es una familia con Dios. Quedarnos hasta las 2 de la madrugada hablando de política, de soluciones, de la iglesia, del amor, y lo mejor (sin tener el celular afuera), respetando la palabra y sobre todo: orando. 

(Ver más: El papa en Panamá, un viaje a las dificultades de jóvenes latinoamericanos)

Luego de tal preparación llegamos a Panamá recargados de amor, de música y de ganas de cambiar nuestro mundo, nos damos cuenta del secreto de la jornada: el punto nunca fue ver al Papa, incluso tampoco escucharlo, el punto de todo este viaje es que, junto a él, tenemos un encuentro real con Dios.

Imaginate despertarse un día queriendo sonreírle a la vida que tienes. Con problemas, con enfermedades, con discusiones, con muertes, con tragedias. Imaginate despertarse un día y que ya no cueste perdonar, pedir perdón, perdonarse. Imaginate despertar un día y sentir que existe un plan perfecto para ti.

Eso es lo que yo siento y he sentido en las tres jornadas a las que he asistido, es el recuerdo, el empujón, la llama que se prende y me grita en el corazón: Dios te ama tanto que murió por ti. Somos jóvenes, merecemos ser felices. 
 
Como lo dijo el Papa el 26 de Enero del 2019, ¿qué estás haciendo tú para que los jóvenes se sientan libres? El llamado es claro. Los jóvenes no son el futuro, son el presente. 

Tenemos la capacidad de estar en una fiesta (un festival como lo es la JMJ) gritando, saltando, y luego ver el santísimo y hacer absoluto silencio y arrodillarnos. Creemos en un Dios de imposibles, hemos visto su amor, y volveremos a nuestro hogar a hacer el cambio: en nuestras casas, en nuestro país, porque la responsabilidad de que crean en uno es la razón para dejar de sobrevivir y empezar a vivir.

Por Alejandra Arias Ochoa

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