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¿Quién es Tony Blair? El favorito de Trump para gobernar Gaza en la transición

El papel del británico en un futuro gobierno transitorio en Gaza despierta recelos, especialmente entre la comunidad árabe, por su trayectoria bélica en la región, pero Blair tiene ahora la oportunidad de reescribir su legado político.

Redacción Mundo y Agencia EFE

29 de septiembre de 2025 - 06:02 p. m.
Sir Tony Blair, ex primer ministro del Reino Unido
Foto: EFE - JESSICA LEE
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El nombre del ex primer ministro británico Tony Blair (Edimburgo, 1953) volvió a salir a la palestra este lunes, cuando el presidente estadounidense, Donald Trump, lo designó como su candidato predilecto para liderar, junto a él, un gobierno tecnócrata de transición en Gaza como parte de su plan de paz.

De llevarse a cabo esta hoja de ruta, que ya cuenta con el respaldo del Gobierno israelí de Benjamín Netanyahu y espera respuesta del grupo islamista Hamás, supondría el regreso a la primera línea de la política internacional de Tony Blair y abriría un nuevo capitulo en su histórica y controvertida relación con la región de Oriente Medio.

El que fuera primer ministro del Reino Unido entre 1997 y 2007 se erigió como abanderado del “nuevo laborismo” y logró ganar tres elecciones generales consecutivas con mayoría absoluta, pero su legado político ha quedado ensombrecido por las constantes intervenciones militares que ordenó durante su mandato, especialmente en Oriente Medio.

De Irak a Gaza

Blair mostró su apoyo a la política exterior de la administración estadounidense del republicano George W. Bush tras los atentados de las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001 y garantizó el envío de tropas británicas a Afganistán, lo que inició la guerra en este país contra los talibanes.

Sin embargo, si la colaboración de Blair en el conflicto afgano contó con el apoyo político y de la opinión pública británica, no ocurrió lo mismo con la invasión de Irak dos años más tarde, en la que también participó España de la mano del expresidente del Gobierno José María Aznar.

Blair, Bush, Aznar y otros líderes internacionales justificaron que la intervención militar pretendía desarmar a Irak de unas “armas de destrucción masiva” que nunca llegaron a encontrarse y cuya existencia quedó sin demostrarse.

Esta posición, duramente criticada por la opinión pública y parte del Partido Laborista, le provocó un fuerte desgaste político, con la dimisión de cuatro ministros en 2003 y su cuestionamiento en el Parlamento, donde fue acusado de manipular la información con la que se justificó la guerra y fue sometido a una investigación siete años más tarde.

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Durante el verano de 2006, muchos parlamentarios criticaron a Blair por no pedir un alto el fuego en el conflicto entre Israel y el Líbano, lo que aumentó la presión en el Partido Laborista para pedir su dimisión como líder de la formación.

A finales de junio de 2007, Blair dimitió como jefe del Gobierno británico, pero tras su marcha del número 10 de Downing Street fue confirmado como enviado para Oriente Medio del llamado ‘Cuarteto’ (Naciones Unidas, la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia) y renunció a su escaño parlamentario.

¿En busca de la paz?

Tras haber logrado impulsar los Acuerdos de paz de Viernes Santo (1998) en Irlanda del Norte, la comunidad internacional creyó en la capacidad de mediación de Blair para resolver el conflicto palestino-israelí, pero acabó abandonando la región en 2015 sin lograr avances significativos y entre críticas por su proximidad a Israel.

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Blair, que llegó a anunciar con bombo y platillos un plan para la paz y los derechos de los palestinos en 2008, parece decidido a enfrentarse de nuevo a su particular ‘Waterloo’ a sus 72 años y de la mano de Donald Trump en la que podría ser la culminación de su vida política.

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El papel del británico en un futuro gobierno transitorio en Gaza despierta recelos, especialmente entre la comunidad árabe, por su trayectoria bélica en la región, pero Blair tiene ahora la oportunidad de reescribir su legado político.

Si logra abanderar con éxito un proceso de reconstrucción para el enclave palestino tras dos años de guerra, hambruna y muerte, podría redimirse de los errores políticos de su pasado. Pero, si vuelve a fracasar en su misión confirmará su imagen como un líder que nunca dejó de enfangarse en los conflictos de Oriente Medio.

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