Este jueves, las Naciones Unidas anunciaron que desbloquearán US$110 millones para “reforzar la asistencia vital en 10 de las crisis más subfinanciadas y desatendidas del mundo, en África, Asia y América Latina”, según informó en un comunicado la agencia para el Fondo Central para la Acción en Casos de Emergencia (CEFR), desde Ginebra.
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Las Naciones Unidas actúan en respuesta al gobierno del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien anunció el mes pasado que cancelaría casi 10.000 subvenciones y contratos de ayuda exterior por un valor de casi US$60.000 millones, según su administración, poniendo fin a cerca del 90 % del trabajo global de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, Usaid.
Esto llevó a que otros donantes, como Reino Unido, también hayan anunciado recortes a medida que los países enfrentan una creciente presión para aumentar el gasto en defensa, por ejemplo, ahora, haciendo un esfuerzo conjunto entre países europeos para ayudar militarmente a Ucrania, luego de que Estados Unidos anunciara la disminución de su rol cooperativo en este país.
El monto desbloqueado estaría dirigido a “los países afectados por conflictos, el cambio climático y la crisis económica. Los recortes brutales de financiación no significan que desaparezcan las necesidades humanitarias”, dijo Tom Fletcher, secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios y Coordinador del CERF. “La asignación actual de fondos de emergencia canaliza rápidamente los recursos a donde más se necesitan”, agregó.
Según el comunicado, los países que recibirán la ayuda serán Afganistán, la República Centroafricana, Honduras, Mauritania, Níger, Somalia, Venezuela y Zambia. Sin embargo, también Sudán, que está luchando contra la violencia, que según la ONU enfrenta “la peor crisis humanitaria del mundo” y su vecino, Chad, a donde se han desplazado muchas personas que huyeron de la guerra sudanesa. Un tercio de los nuevos fondos del CERF se destinarán a los últimos dos países mencionados por la gravedad de sus contextos.
Los beneficiados son “países golpeados por conflictos, cambio climático y turbulencia económica” agregó Tom Fletcher.
En 2025, más de 300 millones de personas dependerán de la ayuda humanitaria “pero el financiamiento disminuye cada año” y “deberá caer este año a un nivel históricamente bajo”, señaló la ONU sin citar directamente a Estados Unidos, pero refiriéndose a su recorte.
Sin embargo, fue la decisión de Estados Unidos, que hasta ahora ha sido de lejos la principal fuente mundial de ayuda humanitaria, de congelar casi toda la ayuda al exterior y luego recortar una gran parte de la misma, la que provocó “una crisis sin precedentes en niveles de sufrimiento”, dicho por Fletcher.
La ONU calculó que se necesitan US$45.000 millones para auxiliar a 185 millones de personas vulnerables atrapadas en crisis en todo el mundo, pero “hasta la fecha solo se ha recibido 5 % de ese financiamiento”, advierte el comunicado.
¿Qué pasará cuando se acaben los fondos de emergencia de la ONU?
Según Manuel Rayran, docente e investigador de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia, “que se acaben los fondos sería la situación más adversa de tanto de Naciones Unidas como de los países que reciben esta ayuda. Las tensiones geopolíticas continuarían y, por lo que veo en el panorama internacional, podrían incluso incrementarse”
Agrega que “eso terminará agudizando los conflictos y las crisis humanitarias en estos países, los que reciben esta ayuda en temas de salud, temas de alimentación, temas de campos de refugiados, entre otros asuntos. La gente, de alguna manera, trataría de huir de estos lugares y estaremos nuevamente viendo olas de migración y crisis económicas”.
Rayran, también menciona, que en ese punto tocaría revisar que otros países podrían tener intereses de aportar a estas dinámicas sociopolíticas, como “China e India”.
¿Qué otros actores se esperan que llenen el vacío de Usaid?
Según Chris Barrett, profesor de políticas públicas y economía en Estados Unidos, “los únicos ganadores del cierre de USAID serán China y Rusia, que intentarán asegurar el acceso a recursos vitales en el exterior y construir alianzas que no favorecen los intereses nacionales de Estados Unidos”, según una publicación de la Oficina de Relaciones con los Medios de la Universidad de Cornell.
Agregó que “el gobierno de Estados Unidos, así como las empresas, organizaciones benéficas y ciudadanos de ese país, se verán seriamente limitados en sus interacciones con el resto del mundo sin los datos, la experiencia y la financiación de USAID”. Además, explicó que la ayuda humanitaria de EE. UU. ha sido históricamente una acción clave para la generación de vínculos entre países y la creación de contratos de mercado en áreas de tecnologías agrícolas y sanitarias, que igualmente benefician a Estados Unidos a largo plazo.
Un artículo de Politico refuerza esta perspectiva, citando a Francisco Bencosme, exlíder de políticas sobre China en Usaid durante la administración Biden, quien advirtió que “China ya está buscando socios” y que “llenarán el vacío en lugares como Camboya y Nepal, y esos son solo los casos que conocemos”.
Por su parte, Michael Sobolik, analista de China en el Hudson Institute, señaló que Usaid “ayudaba a ofrecer una alternativa a China en infraestructura y telecomunicaciones para países en desarrollo”. Destacó que la agencia apoyaba medios de comunicación en África y el sudeste asiático, donde la influencia de medios controlados por Beijing, como Xinhua, la agencia de noticias del gobierno de la República Popular China (la más grande del mundo en términos de corresponsales), es creciente, ahora que Usaid ya no es una opción. China tiene un camino libre para entrar a otros países.
¿Qué pasará con América Latina y Colombia?
El comunicado de la ONU no destacó a Colombia, en donde la gestión migratoria, entre muchas otras, es una de las principales preocupaciones, como uno de los países beneficiados por los recursos desbloqueados.
Laura Sarabia, ministra de Relaciones Exteriores, en diálogo con El Espectador, respondió sobre lo que hará el gobierno tras el recorte de ayuda internacional para la atención a la población migrante. Aseguró que el impacto de los recortes humanitarios de Usaid “se ha intentado mostrar como un hecho aislado para Colombia, pero forma parte de una decisión global de su política exterior.” Sin embargo, “eso no quiere decir que no sea grave, su impacto en nuestro país es innegable. Por eso estamos tomando medidas para mitigar sus efectos y garantizar que las poblaciones más vulnerables, beneficiadas por proyectos de cooperación, no queden desprotegidas”.
Según la lectura de Paula Ruiz Camacho, docente de la Universidad del Externado, lo que está pasando en la región latinoamericana es que la financiación al desarrollo como la conocemos ya está sufriendo cambios importantes. “Sus efectos empezarán a verse en al menos un año, en especial en materia laboral para las personas que trabajan en ese campo, que en América Latina es una fuente de financiación para proyectos sociales y medioambientales y de empleo”
Agrega que, por un lado, “el congelamiento o disminución de recursos pareciera que continuará en esa tendencia, a la baja”. En este sentido, “es urgente que los países de América Latina, en especial los centroamericanos y los países andinos, busquen fuentes alternativas de financiación a proyectos sociales que, al menos durante la administración Trump, ya no serán financiados”.
Por ejemplo, en el caso de Colombia, “viene buscando alianzas con el sector privado, filantropía, banca multilateral, bancos de desarrollo y explorando vías de financiación con recursos propios”. Aunque “no es una tarea fácil”, ya se ha empezado a “hablar, debatir y actuar en dirección a esto”.
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