Quince años después de la invasión estadounidense a Irak

La invasión de Irak creo el caldo de cultivo en el que apareció el autodenominado Estado Islámico, al que se sumaron miembros del gobierno de Saddam Husein.

Felipe Medina Gutiérrez*
20 de marzo de 2018 - 11:02 p. m.
El 9 de abril de 2003, marines estadounidenses derrumbaban la estatua del presidente de Irak, Sadam Hussein.  / AFP
El 9 de abril de 2003, marines estadounidenses derrumbaban la estatua del presidente de Irak, Sadam Hussein. / AFP

Hace 15 años una coalición liderada por Estados Unidos y el Reino Unido, con apoyo del gobierno colombiano de Álvaro Uribe, invadió injustificadamente Irak, ocasionando un fuerte rechazo en el mundo, una destrucción y daño incalculable al pueblo Iraquí y a la región. El legado de esta intervención militar, continua y se ve reflejado en la critica situación que hoy enfrenta el pueblo de esta nación.

Bajo la ya desgastada “Guerra contra el terrorismo”, más de medio millón de civiles murieron tan solo en la fase de la guerra según un estudio de la Universidad de John Hopkins, sin contar el periodo posterior hasta la actualidad. Además, se cometieron flagrantes violaciones a los derechos humanos y crímenes atroces como lo fue el caso de la prisión de Abu Ghraib, sitio de abuso y tortura masivo a prisioneros, sumado a los múltiples casos de abuso sexual, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzosas, y el actuar ilegal de contratistas privados, como la entonces llamada Blackwater, en el país.   

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La narrativa ya es conocida por todos. Las armas destrucción masiva -que nunca se encontraron- y derrocar a Saddam Husein eran los objetivos. Este personaje gobernó a Irak desde 1979 a 2003, año en que fue derrocado, llevado a juicio y ejecutado 3 años más tarde. 15 años después, cualquiera que visite la región, puede percibir que todavía hay voces no solo en Irak, sino en otros países, que recuerdan con nostalgia a este líder. A pesar de aceptar que fue un dictador, argumentan que bajo su gobierno la crisis que hoy vive el país nunca hubiera ocurrido. Ello al margen de las muchas otras voces que sostienen lo contrario.

Parte del legado de esta invasión, fue el surgimiento de organizaciones armadas y sectarias en todo el país, además de la variada resistencia que ella generó. Un sector provenía precisamente de al-Qaeda en Irak (AQI), liderado por Abu Musab al-Zarqawi, que junto con otras organizaciones armadas, pudo expandirse a lo largo y ancho del territorio. Sin embargo, esta organización no era homogénea, y había varios miembros que no compartían el sectarismo violento liderado por este personaje.

Es así que, a partir de 2006 con la muerte de al-Zarqawi, este sector disidente junto con otros militantes provenientes de algunos centros de detención estadounidenses en Irak, como el campo Bucca donde se encontraba Abu Bakr al-Bagdadi, es que surge el nuevo liderazgo del futuro “Estado Islámico de Irak y el Levante” (después llamado Estado Islámico) que además sumaba a ex miembros del gobierno de Saddam y que tomaría gran parte del territorio a partir del “califato” declarado en 2014.

No hay duda que fue la invasión a Irak la que creó las condiciones para que esta organización violenta pudiera nacer, expandirse y consolidarse no solo en Irak, sino en Siria. A pesar que recientemente ha perdido territorio importante (el caso de Mosul), militantes y grupos afines en Libia y en otros países de África han continuado su misma lógica. No olvidemos tampoco su actuar en Siria y en la península Arábiga, especialmente en Yemen.

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Ello ha agudizado el sectarismo y la inseguridad en el país. Las elecciones en mayo señalan algún tipo de esperanza, una oportunidad y espacio para la democracia, pero también está presente la cuestión de los Kurdos y el referendo de independencia de septiembre de 2017.

Sin duda, la magnitud y repercusión de esta invasión se vio reflejada en el gran rechazo solidario que generó en todo el mundo, en la responsabilidad histórica y jurídica que atañe a las naciones que hicieron parte de la coalición, y en otras guerras conectadas, como el caso de Afganistán y Siria.

*El Colegio de México.

Por Felipe Medina Gutiérrez*

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