Rap para olvidar el terror de las pandillas en Pakistán

La pobreza y la violencia que acosan el área de Lyari en Pakistán fueron la inspiración de una generación de artistas que hoy hacen florecer la música rap en el país. Así fue el cambio de una zona tenebrosamente violenta a la cuna pakistaní de los raperos con conciencia social.

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* Redacción AFP
29 de agosto de 2019 - 10:37 p. m.
En esta foto, los raperos Mohammad Omar (derecha) y Wasim Masih se presentan en Lyari, uno de los vecindarios más peligrosos de Pakistán. / AFP
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En el peligroso barrio de Lyari, de la ciudad pakistaní de Karachi, donde las pandillas hacían reinar el terror, emergió una generación de artistas y adeptos del rap. Acosada por décadas de violencia de pandillas y actividades ilegales, esta zona era gobernada por escuadrones armados y muchos temían entrar.

“Lyari era un lugar reconocido por sus padillas y la guerra. Era casi imposible para los extraños siquiera pensar en entrar”, explica el rapero Mohammad Omar.

El clima de violencia y anarquía, alimentado por las actividades de contrabando en el cercano mar de Arabia, se degradó en la década de 1980, cuando Karachi se convirtió en plataforma de los yihadistas que combatían al ejército soviético en Afganistán, propiciando la entrada de armas y de drogas en Lyari. Estas problemáticas aplastaron el crecimiento económico de los residentes que luchaban contra el consumo de drogas en las calles y contra los efectos de una pobreza desenfrenada. Vea también: 'Pakistan Girl', el comic de una heroína contra la corrupción y la violencia machista en Pakistán

Las pandillas y bandas de asesinos a sueldo al servicio de partidos políticos locales imponían su ley y la población vivía en la miseria y a menudo con problemas de drogodependencia. En 2013 los paramilitares llevaron a cabo una operación contra la delincuencia en el barrio. La batalla fue ruda: las fuerzas de seguridad eran blanco de disparos de lanzagranadas y de fusiles de asalto. La gente permaneció enclaustrada en casa por miedo a balas perdidas.

"Los niños lloraban cuando oían los tiroteos intensos", recuerda Mohamad Omar. "Y los pobres fueron víctimas de las guerras entre pandillas. Fuimos testigos de todo ello".

En cuanto la violencia bajó de intensidad, floreció la creatividad. El barrio es una cuna de futbolistas y boxeadores de alto nivel, con mandíbulas de hierro. Y ahora también lo es de raperos. El hip hop, nacido hace décadas en el barrio del Bronx en Nueva York, tuvo poco eco en Pakistán, donde triunfaba el pop, las melodías sufíes y las canciones de Bollywood.

Sin embargo, el rap, una expresión musical del hip hop con textos que hacen referencia a la vida en los guetos urbanos, acabó llegando a Lyari, donde los artistas se inspiran en el estadounidense Tupac Shakur y en sus propias experiencias para escribir las letras de las canciones. Le recomendamos: Pakistán: la historia de un país en eterno conflicto

"Se hace rap en otras ciudades y provincias, pero en general hablan de chicas guapas y de coches de lujo", afirma el productor Qammar Anwar Baloch. "Nosotros mostramos la realidad".

Fue en 2017 cuando Pakistán descubrió el rap de Karachi con el éxito de la canción "The Players of Lyari", del grupo Lyari Underground, que critica a las autoridades deportivas nacionales acusándolas de despreciar a los jóvenes del barrio. Pronto se convirtió en todo un himno.

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"En otras ciudades y provincias, hay rap, pero se trata principalmente de mujeres hermosas y autos de lujo", dice el productor Qammar Anwar Baloch. "Es muy inusual en la historia ver a jóvenes de las clases populares como los de Lyari contribuir a la música que escuchan las más acomodadas", agrega el escritor Ahmer Naqvi.

Como hay pocas salas de concierto en Pakistán, los jóvenes artistas de Lyari se dan a conocer en internet, donde sus videoclips son vistos millones de veces.

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"Quiero llamar la atención sobre los problemas de Karachi y sobre los míos en Lyari", explica Waqas Baloch, un niño rapero de 8 años, que publicó este verano un vídeo bajo el apodo "Thousand".

Otros muchos esperan probar suerte. Para Jameel Ahmed, que dirige una escuela religiosa en Lyari, ver a los jóvenes interesarse por la música es un alivio. "Es mucho mejor que la droga, el alcohol y otras amenazas de este tipo. La música les ayuda a mantenerse a distancia de estos males. Sus mentes se están abriendo", concluye Ahmed.

Por * Redacción AFP

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