La reciente decisión sincronizada de España, Noruega e Irlanda reconocer en un plazo fijo a Palestina como un Estado no es una novedad. Incluso el anuncio en sí no lo es, ya que España había comunicado hace menos de un mes su intención de hacerlo. Sin embargo, el hecho de que esta acción coordinada se haya programado para el 28 de mayo y se anuncie en la misma semana en que se solicitan órdenes de captura en la Corte Penal Internacional contra los principales beligerantes de Gaza vuelve a poner el reflector sobre la presión internacional para encontrar una solución negociada al conflicto. Un conflicto que, sumando las víctimas mortales de Israel y Palestina (más de 1.200 israelíes murieron por el ataque de Hamás y más de 35.000 gazatíes por la contraofensiva israelí), está cerca de alcanzar la cifra de 37.000.
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La solución de los dos Estados a este conflicto ha estado presente en las discusiones en Oriente Medio desde 1947; son más de 70 años intentando darle cabida a la coexistencia de Palestina e Israel sin que esto traiga consigo más sangre y conflicto, como viene sucediendo de una forma intensificada desde el pasado octubre, cuando se desató la guerra en Gaza tras el ataque sin precedentes de Hamás a Israel.
Suecia abrió el camino para este reconocimiento en la Unión Europea en 2014. Por su parte, Colombia hizo lo propio bajo la administración de Juan Manuel Santos en 2018.
Al respecto, Santos, que ahora forma parte de la organización de líderes mundiales Elders, se refirió en su cuenta de la red social X: “El reconocimiento del Estado de Palestina no implica de ninguna manera una falta de preocupación por la seguridad de Israel, sino que contribuye a restablecer un horizonte político y a abordar el desequilibrio entre las partes en conflicto, lo que beneficia tanto a Israel como a Palestina a largo plazo”.
Estos casi ocho meses de guerra y las evidencias sobre la desproporción en la ofensiva israelí —que ha atacado por tierra y aire todos los rincones de Gaza sin alcanzar su objetivo de acabar con Hamás— ha logrado que desde distintos sectores se hable de nuevo de la necesidad de consolidar dos Estados con límites, reglas de juego y convivencia claras que eviten más beligerancia en el futuro.
Manuel Camilo González, docente de la Pontificia Universidad Javeriana, recuerda al respecto que encuestas tomadas en territorios palestinos y algunos israelíes están demostrando que la tendencia de los dos Estados ya supera el 50 % de favorabilidad. Según el Centro Palestino de Investigación de Encuestas y Políticas, el 50,4 % de los encuestados ve aceptable la solución de dos Estados, algo refrendado por el Instituto para el Progreso Social y Económico (una institución palestina) con una encuesta hecha del lado palestino que da favorabilidad del 72,5 %. Respecto al lado israelí, es una idea aceptada por un 51,3 % de los encuestados por el Geneva Initiative (una organización con miembros israelíes y palestinos).
“¿Cuáles son las claves de este apoyo en las encuestas? No es algo mágico ni unilateral. Los encuestados mencionan dos escenarios: por un lado, que la solución de dos Estados sea vía negociación entre las partes; y por otro, que Israel y el nuevo Estado palestino logren un compromiso de no ser atacados en el futuro, es decir, seguridad. Por tanto, la vía para que el conflicto pueda ser medianamente resuelto pasa por la combinación de negociación de territorio, estructura gubernamental y desarme de las organizaciones armadas”, analiza el docente.
La iniciativa de España, Noruega e Irlanda hace que exteriormente sea más sólido el apoyo a los territorios palestinos, algo que puede ejercer más presión sobre Israel, que, además, ha visto cómo Estados Unidos, su principal aliado, comienza a sancionar a los colonos que ocupan territorios cisjordanos. El pedido de orden de captura contra el primer ministro de Israel por parte del fiscal de la CPI Karim Khan también es un indicio del aislamiento internacional que experimenta su dirigencia. La solicitud, por cierto, aunque con más tintes simbólicos que prácticos, abre el camino para que en un eventual futuro se juzgue al primer ministro Benjamín Netanyahu y a los comandantes de Hamás por crímenes de guerra.
El expresidente Santos fue más allá y planteó la base del escenario para que el reconocimiento sea el inicio de la formación de un Estado: “Para que tenga un impacto real, este reconocimiento debe ir acompañado de medidas irreversibles para poner fin a la ocupación israelí y hacer realidad un Estado palestino unificado y plenamente soberano que integre a Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este. Solo una solución política basada en el respeto del derecho internacional, la igualdad de derechos y la seguridad mutua para israelíes y palestinos por igual puede garantizar una paz duradera”.
Pero el profesor González se adentra en los aspectos que serían esenciales para llevar todo esto a la práctica: “El camino debe atravesar el acuerdo en cuanto a territorio: ¿serán las fronteras las de la resolución de 1947, las de 1967 o unas nuevas?; el tipo de gobierno y derechos: ¿parlamentario, presidencial o semipresidencial? ¿Quiénes pueden ocupar cargos? ¿Cuáles serían los derechos de las múltiples poblaciones que conforman el territorio en secesión? ¿Cuáles serían las relaciones con el vecino? ¿Qué condiciones hay para su reconocimiento por parte del Estado que permitió la secesión? Estos son solo algunos de los desafíos para una eventual mesa de negociación”.
Además de lo que referencia Santos y como evidencia González, sobre la práctica se le está dando reconocimiento a un país sin tipo de gobierno definido, ni fronteras claras, “un Estado que no existe”, como aseguró una fuente diplomática a El Espectador. “La realidad en Gaza y Cisjordania es casi la de dos países distintos. La Autoridad Palestina no tiene ningún poder en Gaza, ni lo va a tener. Es muy débil, suponiendo que avance, sería el reconocimiento de un Estado inexistente. (...) La presión es para que el tema vuelva a subir al Consejo de Seguridad de la ONU y tratar de hacer ceder a Estados Unidos, que va a ser muy difícil. Si pasa, es una gran derrota para Israel. Pero frente a Palestina, tienen que demostrar una mínima capacidad de controlar el territorio, lo cual hoy no hay”.
Tiene que estar la pregunta sobre la confiabilidad de quienes lleguen a ocupar el gobierno palestino. Hamás sigue siendo un actor político en los territorios palestinos, pero internacionalmente ha sido condenado por los actos terroristas del 7 de octubre. Tampoco está muy bien considerada la Autoridad Palestina, que tiene a Mahmud Abás en el poder desde 2006 sin celebrar elecciones de ningún tipo y tampoco ha mostrado acciones concretas contra las ocupaciones de colonos israelíes que hoy en día se siguen presentando.
“Internacionalmente, Abás tiene respaldo, pero domésticamente es muy difícil. Para complicar el panorama, muchos palestinos dicen que la Autoridad Palestina es una carga para el pueblo palestino y la mayoría apoyaría su disolución. Una conclusión, entonces, es que Abás no sería un actor confiable, particularmente para los palestinos, en la conformación de un gobierno soberano”, concluye González.
Encontrar un liderazgo confiable en todas las direcciones se hace tan necesario como llegar a un cese al fuego en un término cercano. Sin embargo, así como los tres gobiernos europeos, González está de acuerdo en que es el momento de crear un Estado Palestino y lo pone en términos de una victoria política para Hamás: “No solo ha puesto de nuevo en la palestra la cuestión palestina, sino que Israel, con sus acciones, se ha deslegitimado al punto de que varios países, como nunca antes, han empezado a distanciarse de su gobierno. En una derrota de iguales, solo les queda a ambos negociar para obtener ganancias relativas”.
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