Un mundo en guerra, con la necesidad de reformar el sistema internacional

Ucrania, Sudán, la Franja de Gaza, Nicaragua, Venezuela, así como Siria, Irak y Yemen, y un derecho internacional que se enfrenta a grandes conflictos desde el norte hasta el sur, desde el oeste hasta el este. Una nueva era, construida después de la Segunda Guerra Mundial y de la Guerra Fría, que parece haber retrocedido a los niveles de cuando el mundo no terminaba de recuperarse de una primera gran guerra para entrar a otras más. Al menos esa es una de las conclusiones que dejó el más reciente informe de Amnistía Internacional.

Ucrania, Sudán, la Franja de Gaza, Nicaragua, Venezuela, así como Siria, Irak y Yemen, y un derecho internacional que se enfrenta a grandes conflictos desde el norte hasta el sur, desde el oeste hasta el este. Una nueva era, construida después de la Segunda Guerra Mundial y de la Guerra Fría, que parece haber retrocedido a los niveles de cuando el mundo no terminaba de recuperarse de una primera gran guerra para entrar a otras más. Al menos esa es una de las conclusiones que dejó el más reciente informe de Amnistía Internacional.

El documento, por un lado, menciona que en Irán y Afganistán se castiga a las mujeres por ser mujeres. Por el otro, resalta que Estados Unidos y Polonia retrocedieron en materia de derechos sexuales y reproductivos, por las trabas que tienen frente al acceso al aborto de forma segura. Además, no deja de mencionar a Gaza, que, tras la contraofensiva israelí por el ataque del 7 de octubre de Hamás, se ha convertido en símbolo de la violación a los principios consagrados en la Carta de la ONU, los Convenios de Ginebra y la Convención sobre el Genocidio. Esto, después de la destrucción que ha dejado la invasión rusa en Kiev y sus alrededores, que también ha violado el derecho internacional.

“Jamás pensé que el estado de los derechos humanos me llevara a hacer referencia a la película de ciencia ficción Regreso al futuro. Y, sin embargo, así es”, escribió Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional, en el prefacio del informe: “Un mundo que retrocede en el tiempo hasta antes de 1948 y su promesa de derechos humanos universales, mientras avanza cada vez más rápido hacia un futuro dominado por las grandes empresas tecnológicas y por una inteligencia artificial totalmente desregulada”. Un mundo en el que, al parecer, el número de personas que viven en democracia retrocedió a niveles de 1985, a los que había antes de la caída del Muro de Berlín, de la excarcelación de Nelson Mandela y del fin de la Guerra Fría. Un mundo que, a través de protestas y manifestaciones, muchas veces reprimidas por las autoridades con el uso excesivo de la fuerza, como se vio en Perú y otros países, todavía se resiste a devolverse así en el tiempo.

El informe publicado por la organización menciona la crisis climática y socioeconómica que atraviesa el planeta, especialmente en los rincones más vulnerables y marginados, y el doble rasero de la comunidad internacional, reflejado, por ejemplo, en que la COP28 se llevó a cabo en Emiratos Árabes, a pesar de que el presidente de la cumbre climática dirigía la empresa Abu Dhabi National Oil Company, que había anunciado planes para ampliar la producción de combustibles fósiles, pero, sobre todo en la falta de una acción concreta frente a los ataques a la población civil en medio de conflictos y guerras.

Allí, por ejemplo, entra el número de veces que Washington bloqueó una resolución de cese al fuego en el enclave palestino, asediado por Israel a lo largo de más de seis meses, y la incapacidad o falta de voluntad que han tenido los mecanismos multilaterales para presionar a las partes en conflicto a que se respete el derecho internacional humanitario. De hecho, Amnistía Internacional recomienda a los Estados miembros de la ONU tomar medidas para reformar el Consejo de Seguridad, para que el poder del veto no se use sin control y, entre otras cosas más, reforzar las instituciones de prevención, como el Consejo de los Derechos Humanos.

“El derecho internacional debe entrar en una profunda revisión”, dice Ricardo Abello, profesor de derecho internacional de la Universidad del Rosario: “Sin embargo, es claro que las Naciones Unidas fueron creadas para la paz, no para la guerra, y, en ese sentido, la organización tiene dificultades frente a los diferentes conflictos que vemos en el mundo”. El docente recuerda, por ejemplo, que el esquema del Consejo de Seguridad y el derecho al veto fueron creados para la Guerra Fría y, según él, funcionaron en su momento.

Sin embargo, ahora es distinto: “Hoy en día, cuando los intereses personales están por encima de los de la comunidad, los Estados con derecho al veto han hecho uso de él y solo ahora Estados Unidos se abstuvo de votar para que pasara la resolución del cese inmediato al fuego en Gaza. Esto fue más un tema de política interna, por el hecho de que está en año electoral, y no por un verdadero convencimiento de los horrores que se están cometiendo en la Franja”.

Ahora bien, Abello menciona que, más allá de las críticas, sobre las que reconoce que hay argumentos, también hay que considerar otras reacciones del derecho internacional, por ejemplo, la protección que les ha tratado de dar a las personas que padecen de estos y otros conflictos. Ahí está Acnur y su trabajo con los migrantes y refugiados: “Todo eso también es el derecho internacional y no se puede perder de vista. No todas son críticas, hay aspectos que se pueden cambiar. El problema es que son difícilmente modificables”.

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