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El futuro de Grecia, que hace unos días estaba en el limbo debido a las posiciones encontradas entre Francia y Alemania sobre los pormenores del desembolso del segundo rescate financiero de la Unión Europea (UE) a Atenas en un año, luce hoy más optimista. Conscientes de la importancia que representa la solución de la crisis de la deuda griega para el desarrollo del bloque continental, la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, pactaron hoy viernes, durante una cumbre en Berlín, un acuerdo para buscar una salida “rápida” que permita el rescate.
Los dos mandatarios coincidieron en que en este momento lo más importante es que la participación del sector privado en el segundo rescate financiero sea voluntaria. “Quiero insistir en esto, no hay ninguna base legal para una participación obligatoria”, aseguró Sarkozy, en una rueda de prensa posterior al encuentro, desestimando así la reestructuración forzosa que hasta el momento había defendido Berlín. Una posición que había sido duramente criticada por el Banco Central Europeo (BCE), quien considera que esta acarrearía efectos “catastróficos” para todos los Estados miembros de la UE, así como para su sistema financiero.
De acuerdo a lo expuesto por los dos líderes, para sacar adelante esta postura común es necesario cumplir tres principios. El primero es que el aplazamiento del pago de la deuda no sea visto por los acreedores como un “credit event” (incumplimiento crediticio) ya que de hacerlo, las agencias de calificación de riesgo bajarían aún más la nota de solvencia de los bancos que de momento han invertido en la deuda griega, lo que podría tener consecuencias nefastas para el BCE. Es por eso que en reiteradas oportunidades tanto Francia, como el BCE, se habían mostrado a favor de una solución al estilo de la denominada “Iniciativa de Viena” que durante la crisis financiera mundial de 2008 ayudó a los países de Europa del este a salir de las dificultades.
En segundo lugar, aseguraron que cualquier decisión se tomará con el beneplácito del BCE, y finalmente, Merkel y Sarkozy señalaron que todas las medidas tienen que llevarse a cabo muy pronto. “Dado que septiembre no es lo más rápido posible y que podríamos tener otras preocupaciones en agosto y que estamos en la segunda mitad de junio, ustedes saben a lo que me refiero”, agregó el presidente francés.
Cambios en el gabinete
Mientras tanto, en Atenas, luego de varios días de intensas protestas y de una mini crisis en el partido de gobierno, el Pasok, con la renuncia de tres de sus dirigentes, el primer ministro griego, George Papandreou, cedió. Finalmente reemplazó al ministro de Finanzas, George Papaconstantinou, quien a pesar de contar con la confianza de los prestamistas internacionales y los mercados financieros, padecía un profundo rechazo de la oposición y de la sociedad civil, debido al impopular plan de austeridad que propuso.
De esta forma y tras la negativa del exvicepresidente del BCE, Lucas Papademos, el elegido para ocupar el cargo más difícil de Grecia será Evangelos Venizelos, quien hasta entonces dirigía la cartera de Defensa. Esta decisión tiene como objetivo principal garantizar el apoyo incondicional del Pasok con miras a una nueva reforma fiscal que busca aumentar los impuestos, recortes de gastos y privatizaciones necesarias para el desembolso de los préstamos de emergencia que permitan mantener a Grecia a flote.
Durante la ceremonia de posesión, Venizelos reiteró la invitación al “consenso y a la movilización (...) de todas las fuerzas políticas que aceptan el rumbo europeo de Grecia y con las que tenemos mucho en común, como tener una deuda pública sostenible y reducir el déficit fiscal”.
De momento, las medidas han logrado tranquilizar a los mercados. Mientras el euro abrió al alza y se recuperó ante el dólar en casi ochenta centavos, la deuda de los Estados bajo sospecha mejoró, aunque sigue siendo moderada. A pesar del optimismo desatado, los mercados de bonos siguen temiendo una quiebra griega y los expertos son muy escépticos con la posibilidad de que Atenas pueda pagar, en algún momento, su deuda pública, que al día de hoy alcanza los 340.000 millones de euros.