El conflicto armado por Osetia del Sur terminó hace un mes, pero la región es escenario de fuertes tensiones entre Rusia y E.U. Algunos analistas han predicho la reanudación de la Guerra Fría.
Fabrice Nodé-Langlois, corresponsal en Moscú de Le Figaro, explica la geopolítica del Cáucaso tras los enfrentamientos.
Fabrice Nodé-Langlois
Es reportero con amplia experiencia el cubrimiento audiovisual. Dirigió por varios años el servicio de noticias médicas del diario francés ‘Le Figaro’; hoy se desempeña como su corresponsal para Rusia y la región del Cáucaso. Ha participado en discusiones sobre el papel de los medios.
¿Cómo ve la situación actual en Rusia, el ataque en Georgia y la reacción de la comunidad internacional?
Estos últimos meses los atentados, tiroteos, sobrevuelos fantasmas georgianos y de aviones rusos se multiplicaron en Abjazia y en Osetia del Sur. Lo que hubo de un lado y del otro del Cáucaso fue una formidable guerra propagandística. Hoy en Rusia la llave Medvedev-Putin es más popular que nunca, apoyado por un pueblo convencido, en su mayoría, de que Washington y Dick Cheney provocaron el conflicto. El reconocimiento de la independencia de Abjazia y de Osetia del Sur por parte de Moscú causó enorme sorpresa en la comunidad internacional.
La reacción de Washington era previsible: una posición firme, pero con límites, porque la administración Bush no está dispuesta a enviar soldados que pueden morir en manos de su protegido Saakashvili.
Hay quienes dicen que el ex presidente Putin es responsable del ataque contra Georgia. ¿Él es el “poder detrás del poder”?
La mayoría de expertos ve en Putin al hombre fuerte de Rusia. Sin embargo, por el grado de reserva que se maneja, es difícil tener certeza sobre lo que sucede en el Kremlin. Más que presentar a Medvedev como una “marioneta” de Putin, es un alumno en etapa de aprendizaje dispuesto a renunciar a sus principios para sostenerse. Ambos han mantenido contacto por 15 años, de los cuales ocho corresponden al gobierno de Putin. Un vínculo tan estrecho no se borra de la noche a la mañana.
¿Cuál es el futuro entre Estados Unidos y el Kremlin tras las fichas que han movido en las ex repúblicas soviéticas?
El 4 de noviembre está en juego gran parte de la relación entre Washington y Moscú. ¿Seguirá Obama con el escudo antimisiles en Europa central que tanto irrita a Rusia? ¿Favorecerá tanto como Bush o McCain la adhesión de Georgia y Ucrania a la OTAN, algo visto por el Kremlin como un atentado para sus intereses vitales?
¿Por qué E.U. ubicó misiles en lugares fijos en Polonia y República Checa?
Parece evidente que detrás de los objetivos oficiales hacia Irán hay una voluntad de preservar una fuerte influencia sobre los aliados en Europa central. Esto frente a una Rusia resucitada.
¿El envío de una flota rusa a Venezuela es la respuesta a estos acercamientos?
Parece que los ejercicios navales con el amigo Chávez (gran comprador de armas rusas), estaban programados antes de la guerra en Georgia, por lo que éstos no son una respuesta a la presencia de buques de la OTAN en el mar Negro. Sin embargo, la movilización rusa es una “demostración de músculos”, al igual que el reinicio hace un año de patrullajes de bombarderos estratégicos cerca de Japón, Alaska o Gran Bretaña.
¿Estamos en el resurgimiento de una Guerra Fría?
Como dice un analista ruso, la élite dirigente rusa parece no haber encontrado ninguna otra ideología diferente del nacionalismo y la búsqueda de un enemigo del exterior para cohesionar las fuerzas interiores. Por tanto, un período de Guerra Fría conviene a ciertos dirigentes. Al mismo tiempo, ellos aspiran a convertirse en empresarios globales.
Habrá que vigilar en los próximos meses el impacto del clima geopolítico sobre la inversión extranjera en Rusia.