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¿Qué podía ser más grave para el presidente de Francia, François Hollande, que tener una popularidad que ronda apenas el 15% y liderar un país que acaba de romper su récord de desempleo con 3,3 millones de personas sin trabajo (10% más que el año anterior)? La respuesta ronda a la prensa internacional por estos días: es más grave que la situación del país no mejore y el mandatario, además, aparentemente sostenga una aventura amorosa con una actriz reconocida, el romance salga a la luz pública y se sepa que su actual pareja, Valérie Trierweiler, tuvo que ir al hospital debido a un “ataque de tristeza”.
El debate sobre el derecho a la privacidad del presidente francés intenta permanecer a flote, pero a medida que los días avanzan, una oleada de detalles parece eclipsar el campo político y entrar definitivamente en el sensacionalismo, sin dejar en el medio cabos sueltos que generan dudas sobre su dispositivo de seguridad y sus prioridades personales, así como otras conjeturas que incluso sugieren la traición de uno de los miembros de su gabinete.
La novela en la que se ha convertido el supuesto affaire de Hollande con la actriz Julie Gayet ha dejado como última revelación que el apartamento en el que aparentemente se daban los encuentros tiene un nexo con la mafia corsa. El lugar, a pocas cuadras del Palacio del Elíseo, está rentado por la actriz Emmanuelle Hauck, amiga de Gayet, quien estuvo casada con el actor Michel Ferracci, condenado por tener lazos con la banda mafiosa Brisa de Mar.
Sin embargo, aún cuando el nexo luzca un tanto rebuscado, la discusión sobre la dignidad presidencial se ha visto opacada por los fallos en el sistema de seguridad. Nadie en su entorno le advirtió a Hollande sobre estos nexos y ninguno de los miembros de su escolta se percató de que en un edificio vecino, un grupo de paparazzis le tomaba fotografías al jefe de Estado cuando acudía de visita. Estas serían las imágenes que publicaría la revista Closer y que levantaron las polvareda que por estos días parece complicar la respiración del presidente. Hoy, cuando Hollande ofrezca una rueda de prensa ante más de 500 periodistas, citada con antelación al escándalo para explicar su política económica para 2014, difícilmente podrá evadir las preguntas sobre su presunto romance.
Sus respuestas ya vendrán, pero por ahora las preguntas han comenzado a tocar la puerta del Ministerio del Interior, dependencia encargada de la seguridad presidencial y del jefe de la cartera, Manuel Valls. Algunas versiones de prensa han sugerido que Valls, gran amigo de la primera dama, Valérie Trierweiler, pudo haber quebrantado su lealtad al presidente para que el romance fuera conocido. Pero el ministro, obligado a salir al ruedo, ofreció su versión y explicó que el Grupo de Seguridad de la Presidencia de la República (GSPR) es dirigido por la comisaria Sophie Hatt y “dispone de una absoluta autonomía de funcionamiento”. También afirmó que “no sabía de los desplazamientos del presidente”.
Hollande es el centro del debate y, en medio de los difíciles días que atraviesa Francia por los efectos de la crisis económica, las voces se alternan para golpearlo o para defenderlo. El diputado socialista Jean-Christophe Cambadélis, copartidario del jefe de Estado, opinó que el líder está para la solución de los problemas ciudadanos y no “los problemas de pareja”. A Alain Juppé, excanciller y ex primer ministro de derecha, le repugna toda esta novela: “Toda persona, incluyendo al presidente de la República, tiene derecho al secreto de su vida privada”. De otro lado, Pierre Lellouche, exministro del gobierno de Nicolás Sarkozy, derrotado en las urnas por Hollande, fue un poco más ácido: “Cuando el país va mal, que nuestro presidente pase su tiempo haciendo eso es percibido como una prueba suplementaria de que Francia está decididamente más dotada para los chistes picantes que para las reformas económicas”.
La dimensión del escándalo ha llevado incluso a terciar al director de cine argentino Santiago Amigorena, exesposo de Gayet, quien se encargó de transmitir al público que ella está “muy tranquila y segura de sí misma” porque no hubo engaño y “es una actriz sublime que trabaja mucho y una madre que se ocupa de sus hijos”.