Mientras la película japonesa Rashomon mostraba cuatro versiones distintas de un mismo homicidio, las imágenes grabadas por las cámaras presentes durante la muerte bajo custodia policial de George Floyd en Estados Unidos, permitieron a jueces y ciudadanos examinar la trágica escena desde al menos media docena de ángulos distintos. (Recomendamos: Más columnas de Gonzalo Robledo sobre Japón).
Dirigida por Akira Kurosawa y premiada con el León de Oro en el Festival de Cine de Venecia en 1951, Rashomon recrea el asesinato de un samurái según cuatro testimonios contradictorios escuchados por un juez. Tres de los implicados ofrecen cada uno su propia versión, y el propio muerto, que se comunica desde el más allá a través de una médium, aporta una cuarta narrativa.
Hasta Rashomon, ninguna película de suspenso había contado cuatro veces la misma historia modificándola según los intereses de cada narrador. La revolucionaria idea se convirtió en lección obligada en las escuelas de cine, y el argumento, basado en una obra literaria de Ryunosuke Akutagawa, pasó a ser sinónimo de subjetividad en campos como la filosofía, el derecho, la psicología y el periodismo.
En el caso de George Floyd, los fiscales recopilaron videos de cámaras de vigilancia, de teléfonos celulares de transeúntes y de las cámaras corporales de los policías, incluido el que lo inmovilizó en el suelo por casi diez minutos hasta que dejó de respirar.
Pese a ser registros visuales sin manipulación artística, las imágenes no sirvieron para llegar a una conclusión inmediata. Tuvieron que ser acompañadas de centenares de horas de declaraciones verbales y fueron interpretadas con diferentes grados de emotividad.
Los planos fijos de las cámaras de vigilancia, cronometraron el desarrollo del crimen. Las imágenes del celular de Darnella Frazier, la joven que grabó sin pausa los 10 últimos minutos de la vida de Floyd, atizaron la indignación y las movilizaciones populares y, según muchos medios, fueron “decisivas e irrefutables” en la condena del policía Derek Chauvin.
Las imágenes de las cámaras corporales, que activan los mismos policías en el momento de una detención, demostraron lo poco que ha contribuido ese dispositivo a inhibir el uso excesivo de la fuerza.
Los policías suelen temer poco a que las grabaciones se usen como evidencia en su contra ya que Estados Unidos tiene un robusto sistema de principios legales, sindicatos y otros organismos orientados a justificar las más discutibles decisiones tomadas por los representantes de la ley en las calles de un país con más de 390 millones de pistolas en manos de civiles.
En Rashomon no sabemos cuál testimonio es el verdadero pues, según explicó Kurosawa en su autobiografía, su intención era mostrar la incapacidad de los seres humanos de sobrevivir sin las mentiras que nos hacen sentir mejores personas de lo que realmente somos.
* Periodista y documentalista colombiano radicado en Japón.