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A las 11:30 de la mañana del sábado 22 de junio empezó la tragedia para el navío, las fuertes ráfagas de viento provocaron que la embarcación no resistiera y se sumergiera con 740 personas a bordo.
Durante cuatro horas los vendavales golpearon la embarcación dejando a cientos de pasajeros en su interior sin poder salir. Otros tantos murieron ahogados minutos después de que saltaran del barco.
Tan solo 40 personas lograron sobrevivir, nadaron hasta la orilla y lograron salvarse, la mayoría no lo consiguieron porque las fuertes olas lo impedían.
A los organismos de socorro no les era fácil el rescate por la fuerza de los vientos.
La tormenta dejó al menos 137 muertos en Filipinas después de que sumergió comunidades enteras y desató deslaves, dijo el senador Richard Gordon, jefe de la Cruz Roja nacional.
El comandante Antonio Cuasito, portavoz del servicio de guardacostas de la ciudad de Cebu, dijo que varios hombres rana nadaron hasta el barco hundido y golpearon el casco con instrumentos de metal, “pero la respuesta fue negativa”.
Cerca de dos millones de personas fueron desalojadas de sus casas porque un 90% del territorio se cubrió de agua.