Turquía llora a los muertos del asalto
El gobierno israelí negocia con los activistas del barco Rachel Corrie para que desistan de su objetivo de romper el bloqueo a Gaza.
Redacción Internacional
Los féretros de ocho de los nueve muertos durante el asalto israelí a la flotilla La Libertad estaban envueltos en banderas turcas y palestinas. Antes de llegar a la mezquita Fe de Estambul, en donde se les rendiría un homenaje póstumo, debieron transitar varias calles de Ankara atestadas de personas molestas por el ataque y que los calificaban como héroes. “Estamos profundamente tristes, pero al mismo tiempo indignados”, dijo Hulya Sekerci, de 36 años. “Nueve personas murieron. Todo el mundo debe reaccionar a esto. El gobierno debe hacer más que sólo pronunciar palabras de enojo”, agregó.
Los nueve hombres muertos —ocho turcos y un turco con un pasaporte estadounidense— se encontraban en el Navi Marmara cuando comandos israelíes abordaron el barco turco en aguas internacionales. “Turquía nunca olvidará un ataque así sobre sus barcos y su gente en aguas internacionales”, aseguró el presidente del país, Abdullah Gul, quien agregó de forma tajante: “El vínculo con el Estado judío jamás volverá a ser el mismo”.
La declaración cayó en oídos sordos en Israel. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, rechazó las reacciones internacionales por el ataque y aseguró que era “hipocresía”. Insistió en que mantendría el bloqueo de Gaza pese a las presiones procedentes de todo el mundo, explicando que “levantar el bloqueo supondría convertir Gaza en una base de misiles iraníes que amenazarían a Israel y a Europa”.
El primer ministro ratificó que no permitirá que el barco de bandera irlandesa Rachel Corrie, que pretende romper el bloqueo a Gaza, llegue a su destino final. El portavoz de Asuntos Exteriores, Andy David, aseguró a EFE que su país “ha enviado mensajes a través de Irlanda para que los integrantes del barco acepten dejar la carga humanitaria en el puerto israelí de Ashdod, pero hasta ahora lo han rechazado”.
Israel se negó a aceptar la investigación del asalto que propuso la ONU y el ministro de Relaciones Exteriores, Avigdor Lieberman, sugirió conformar una comisión israelita en la que participen observadores extranjeros. “Estoy a favor de una investigación. Tenemos suficientes expertos legales de alto nivel (...). Si quieren observadores del extranjero, pueden invitar a observadores”, dijo Lieberman.
La tensión crece dentro del gobierno israelí. La presión a la que está siendo sometida la clase política es muy fuerte. Y aunque en privado se expresen duras críticas a Netanyahu, en público se muestra unanimidad y una actitud desafiante ante la presión internacional.
Los féretros de ocho de los nueve muertos durante el asalto israelí a la flotilla La Libertad estaban envueltos en banderas turcas y palestinas. Antes de llegar a la mezquita Fe de Estambul, en donde se les rendiría un homenaje póstumo, debieron transitar varias calles de Ankara atestadas de personas molestas por el ataque y que los calificaban como héroes. “Estamos profundamente tristes, pero al mismo tiempo indignados”, dijo Hulya Sekerci, de 36 años. “Nueve personas murieron. Todo el mundo debe reaccionar a esto. El gobierno debe hacer más que sólo pronunciar palabras de enojo”, agregó.
Los nueve hombres muertos —ocho turcos y un turco con un pasaporte estadounidense— se encontraban en el Navi Marmara cuando comandos israelíes abordaron el barco turco en aguas internacionales. “Turquía nunca olvidará un ataque así sobre sus barcos y su gente en aguas internacionales”, aseguró el presidente del país, Abdullah Gul, quien agregó de forma tajante: “El vínculo con el Estado judío jamás volverá a ser el mismo”.
La declaración cayó en oídos sordos en Israel. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, rechazó las reacciones internacionales por el ataque y aseguró que era “hipocresía”. Insistió en que mantendría el bloqueo de Gaza pese a las presiones procedentes de todo el mundo, explicando que “levantar el bloqueo supondría convertir Gaza en una base de misiles iraníes que amenazarían a Israel y a Europa”.
El primer ministro ratificó que no permitirá que el barco de bandera irlandesa Rachel Corrie, que pretende romper el bloqueo a Gaza, llegue a su destino final. El portavoz de Asuntos Exteriores, Andy David, aseguró a EFE que su país “ha enviado mensajes a través de Irlanda para que los integrantes del barco acepten dejar la carga humanitaria en el puerto israelí de Ashdod, pero hasta ahora lo han rechazado”.
Israel se negó a aceptar la investigación del asalto que propuso la ONU y el ministro de Relaciones Exteriores, Avigdor Lieberman, sugirió conformar una comisión israelita en la que participen observadores extranjeros. “Estoy a favor de una investigación. Tenemos suficientes expertos legales de alto nivel (...). Si quieren observadores del extranjero, pueden invitar a observadores”, dijo Lieberman.
La tensión crece dentro del gobierno israelí. La presión a la que está siendo sometida la clase política es muy fuerte. Y aunque en privado se expresen duras críticas a Netanyahu, en público se muestra unanimidad y una actitud desafiante ante la presión internacional.