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Un apartheid empresarial

El presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, ordenó a las compañías de su país entregar la mayoría accionaria a población negra.

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Redacción Internacional
10 de febrero de 2010 - 10:28 p. m.
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Desde el miércoles, los empresarios de Zimbabue tienen una preocupación extra. Además de procurar mantener la rentabilidad de sus negocios, ahora tendrán que comenzar a explorar el panorama financiero del país en búsqueda de un socio que esté dispuesto a comprar, al menos, el 51% de su capital.

Los socios potenciales no sólo deberán ser analizados desde el punto de vista económico ni desde la solvencia de sus cuentas bancarias. Pueden tener un patrimonio sólido y las mejores oportunidades de negocio, pero si son de tez blanca no servirá de nada.

El presidente zimbabuense, Robert Mugabe, ratificó una norma para confiscar la mayoría de la propiedad de las empresas que pertenezcan a blancos y extranjeros. El martes se leía en el periódico oficialista The Herald : “Los negocios que no cumplan con el 51% de capital indigenizado deberán presentar, en un plazo máximo de 45 días a partir del 1° de marzo, un plan para cumplir con la exigencia”.

La norma aplica para las compañías cuyo capital ascienda a US$500.000 y se les concederán cinco años para poder ceder la mayoría de sus acciones a personas de piel negra, representantes del 95% de la población del país.

La decisión, desde luego, desató diversas críticas. Morgan Tsvangirai, el opositor más visible del presidente, considera que la norma es nula porque viola la Constitución y el Acuerdo Político Global. Sin embargo, Mugabe, desde 1980 cuando obtuvo el poder, ha demostrado ser un hombre voluntarioso. En 1998, con el país sumido en una dura crisis económica y alimentaria, puso en marcha una reforma agraria con la que expropió las tierras de cerca de 4.000 granjeros blancos, dueños del 32% de los terrenos cultivables. La noticia no cayó bien en la comunidad internacional y tanto Estados Unidos como la Unión Europea decidieron bloquear económicamente a Zimbabue.

El tiempo se encargó de demostrar que la opción por la que optó el presidente estuvo errada. En 2001 la economía continuó hecha polvo y los alimentos no aparecían. Aún así, un año después Mugabe volvió a ganar la elecciones presidenciales, justamente a Morgan Tsvangirai, quien denunció, sin efecto, manipulación de los votos.

Hoy los bancos, empresas mineras y compañías comerciales están preocupadas con el último dictamen del presidente. Dicen que con su última iniciativa Zimbabue recordará en unos años que alguna vez tuvo inversión extranjera.

Por Redacción Internacional

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