Las elecciones en Panamá fueron más reñidas de lo esperado. Laurentino Nito Cortizo, del Partido Revolucionario Democrático (PRD), sumaba al cierre de esta edición 607.983 apoyos, escrutados el 90,74 % de los votos, y tenía la mayor probabilidad de convertirse en el nuevo mandatario electo de la nación, con una ventaja sobre su contrincante Rómulo Roux de apenas 35.000 sufragios.
“Al mantenerse una diferencia tan baja, obviamente tenemos que esperar. Tenemos que armarnos de paciencia”, aseguró anoche Osmán Valdés, director de la organización electoral del Tribunal Electoral.
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Roux, por su parte, quien ha sido apoyado por el detenido expresidente Ricardo Martinelli, del que fue su canciller, anunció hacia las 9 de la noche que no reconocerá ningún resultado. “Nosotros hoy (ayer) no vamos a aceptar ningún resultado de las elecciones que se han dado para presidente”, aseguró.
Lo cierto es que el elegido como presidente electo del país tendrá la obligación de recuperar la confianza de los panameños tras una profunda crisis política que ha venido acumulándose con el tiempo.
Además de tener que eliminar los vestigios de la corrupción, tendrá que hacerle frente a una difícil situación regional que dificulta el camino integracionista que Centroamérica impulsó desde 1986. Eso sin contar la constante presión por parte del mandatario estadounidense, Donald Trump, y su estigmatización hacia los países centroamericanos, lo que pondría a prueba las capacidades del nuevo jefe de Estado.
Los 2,7 millones de panameños que estaban convocados a votar el día de ayer en las sextas elecciones generales del país, tras la invasión estadounidense de 1989, sabían que había mucho en juego. La jornada electoral estuvo marcada por una amplia participación, posiblemente porque más allá de elegir al presidente, vicepresidente, 71 diputados de la Asamblea Nacional, 81 alcaldes y otros 700 cargos locales, existe en el país un sentimiento generalizado de cansancio frente a la política y un deseo de cambio.
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Desde las siete de la mañana, hora en la que los 26.076 jurados de las 6.911 mesas distribuidas en todo Panamá abrieron las urnas, ya se veían filas en algunos centros de votación, tal como invitó a hacerlo el magistrado del Tribunal Electoral, Alfredo Juncá, junto con los siete aspirantes a la Presidencia.
El actual mandatario de Panamá, Juan Carlos Varela, quien culminará su mandato con una baja popularidad y que entregará su cargo el próximo 1° de julio, aseguró que, fuera cual fuera la decisión del pueblo panameño, se debía respetar la decisión y celebrarla como un acto de democracia. “Al que sea que escojan, que reciba todo el respaldo de la población (...) para seguir construyendo esta nación. Las victorias y derrotas de un presidente son las de todo un país”, aseguró el presidente justo antes de votar en una escuela de la población de Pesé, en la provincia central de Herrera.