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Una diplomática hecha a pulso

UN ANUNCIO DE UN CONCURSO para entrar a la carrera diplomática cambió la vida de Margarita Manjarrez, quien luego de más de 20 años de trayectoria es la nueva embajadora en Israel.

Redacción Mundo

19 de julio de 2020 - 05:44 p. m.
Margarita Manjarrés fue recibida oficialmente el pasado 8 de julio como embajadora de Colombia en Israel. / Cortesía
Foto: Cortesía
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Margarita Manjarrez cuenta que tenía claro desde muy pequeña que su futuro bailaba entre ser actriz, abogada o antropóloga. Con el paso de los años, al ingresar a la universidad, el derecho terminó pesando más, y con él llegaron los deseos de trabajar en el sector público, cerca de las personas, y de conocer el mundo. Todo lo anterior se cumplió. Actualmente su elección como embajadora de Colombia en Israel, recibida oficialmente el pasado 8 de julio, no es de poca monta. En 63 años de relaciones diplomáticas entre ambos países nunca una mujer había ocupado el cargo, y además de la carrera diplomática.

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Este último logro es solo el resultado de una carrera en la que ha representado a Colombia entre becas y cargos en diferentes misiones y escenarios en donde siempre ha sobresalido por su profesionalismo y capacidades. Luego de terminar una beca en Alemania fue nombrada en el Consulado General en Nueva York en donde tuvo la mejor escuela sobre los asuntos migratorios y consulares, luego en la Misión de Colombia ante la OEA en Washington. “Allí tuve profesionalmente una de las mejores experiencias, era consejera para asuntos políticos y jurídicos, y encargada de los temas ante la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos”.

Según Manjarrez, esto marcó un punto de inflexión en su vida, pues descubrió su amor por los derechos humanos. “Cuando regresé a Bogotá asumí la Dirección de Asuntos Migratorios y Consulares temporalmente, luego la Jefatura de Tratados Internacionales y permanecí cuatro años en el país”. Además, fue nombrada cónsul en Berlín y posteriormente presidente de la Asociación Diplomática desde 2016 hasta 2018.

Su trayectoria arrancó en el año 1991, al terminar una maestría gracias a una beca del Instituto de Estudios Políticos de París en conjunto con el Externado de Colombia, vio un aviso de El Espectador de ingreso a la carrera diplomática en el que se ofrecían cinco cupos en la categoría de tercer secretario al Ministerio de Relaciones Exteriores. Al concurso, que por primera vez se llevaba a cabo en ciudades diferentes de Bogotá, se presentaron más de 250 personas. “No sabía hasta entonces que a la diplomacia se podía ingresar por un concurso público, pero logré el primer lugar luego de pasar las pruebas y la entrevista. Después de un año me inscribieron en el escalafón de la carrera como tercer secretario”, relató.

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A falta de contactos y conocidos que la ayudaran, el concurso fue el primer mensaje que le advirtió sobre la necesaria equidad que, según ella, debe tener el acceso al servicio público. “Colombia tiene mucho talento y excelentes profesionales que pueden trabajar por el país. La carrera diplomática es un buen ejemplo de cómo lograrlo, porque personas como yo, profesionales, que manejan otro idioma y cumplen otros requisitos presentan un concurso, entran a la academia diplomática, ingresan a un año de período de prueba y luego, si superan estas etapas, empiezan una carrera en la que algún día llegarán a ser embajadores de Colombia”, señaló.

De una familia extensa y unida, destaca a su madre, “una mujer extraordinaria, una maestra que ha sido mi ejemplo de vida. Siempre me apoyó para que me enfocara en mis metas”. Logró entrar a la Universidad de los Andes y concluyó la carrera apoyada en la beca de la Fundación Lucía Patiño Osorio para estudiantes con necesidad económica y buen promedio, así como a préstamos del Icetex.

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El camino ha sido largo y no siempre fácil. Manjarrez cuenta que cuando trabajó como jefe de Pasaportes y directora de Control Interno en Bogotá la perspectiva de vida era diferente. Ya con dos hijas, pensaba en el costo de cortar sus procesos escolares o alejarlas de la familia y de sus raíces. Sin embargo, quería viajar, conocer y trabajar en otros países. “Las familias de los diplomáticos también sienten esta carrera de diversas formas. Para algunos es más fácil que para otros. Tiene ventajas y desventajas. Los diplomáticos de carrera debemos alternar, ese es un principio que nos rige, tanto para mantener el conocimiento de nuestro país y los asuntos de la Cancillería como para prestar el servicio en el exterior”.

A lo largo de los años Manjarrez, líder por naturaleza, se ha convertido en una reconocida defensora de la carrera y ha representado a sus colegas. La Asociación Diplomática tiene más de 35 años trabajando y, recalca, su objetivo primordial es que algún día Colombia cuente con un servicio exterior 100 % profesional. “Cada Junta directiva y cada presidente de la Asociación ha hecho su trabajo para fortalecer la carrera. Yo Traté de ser creativa y diversificar las actividades, creamos un blog, se hizo presencia en medios, se adelantaron también acciones legales, participamos en conferencias, foros y eventos diversos, así como actividades para los diplomáticos y todo con el apoyo de los compañeros de carrera y de la junta directiva. Cada uno hemos puesto un grano de arena para que la carrera avance, pero falta mucho”.

Los resultados de tanto trabajo son palpables pues ella ha tenido una carrera brillante. Junto a ella, hoy la carrera cuenta con otros 17 embajadores jefes de misión en el exterior, nueve hombres y nueve mujeres. “Eso significa que representamos el 27 % del total de misiones diplomáticas, y aunque es el porcentaje más alto que se ha logrado en Colombia sigue siendo bajo. Alemania, Chile, Brasil, Israel, Suiza, Francia, Perú cuentan con el 100%. Sin ser perfecto, el sistema de carrera es la forma democrática e idónea basada en el mérito para ingresar y ascender en el servicio exterior y la que garantiza a un país contar con diplomáticos competentes y formados que representen adecuadamente sus intereses y sirvan a sus ciudadanos”.

Ahora, los retos que tiene como embajadora en Israel, donde vive con sus dos hijas, son varios. Por un lado, la crisis sanitaria la obligó a trabajar con la sección consular para regresar a Colombia y asistir a los que han necesitado. “Actualmente tenemos una agenda movida, vamos adelante con el comercio y el tratado que entrará en vigor en agosto, y en temas de cooperación, cultura, innovación, ciencia y tecnología se abren muchos frentes”.

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Ante las ambiciosas metas que se ha puesto y, en medio de la incertidumbre que plantea la pandemia, Margarita Manjarrez sigue recomendando “a ojo cerrado” la carrera diplomática. Y ella sabe bien de qué habla. “Los estudiantes y profesionales colombianos que tengan interés no deben dudar en presentarse a la carrera, es un proyecto de vida único y una responsabilidad total”.

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