El asesinato de Luis Manuel Díaz, del partido opositor Mesa de Unidad Democrática (MUD), muerto a balazos mientras participaba en un mitin con Lilian Tintori, la esposa del dirigente de la oposición Leopoldo López, puso en evidencia el nivel de violencia que se vive en Venezuela. La oposición acusa a miembros del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) de ser responsables de ocho ataques violentos que han sufrido sus candidatos durante la actual campaña electoral. Sin embargo, miembros del partido oficialista aseguran que la violencia proviene de las mismas filas opositoras, quienes, según voceros como el alcalde Jorge Rodríguez, no quieren que se lleven a cabo las elecciones del 6 de diciembre.
De hecho, fue el presidente, Nicolás Maduro, quien señaló a bandas sicariales de estar detrás del asesinato de Díaz. “Las investigaciones se iniciaron, el ministro del Interior ya tiene elementos que apuntan hacia un sicariato de ajuste de cuentas entre bandas rivales”. El defensor del Pueblo, Tarek William Saab, agregó que “todo habría sido un ajuste de cuentas entre sindicatos del sector de la construcción del estado Guárico”.
Cualquiera de las dos versiones resulta preocupante. Tanto que el coordinador general de la Misión de Observación Electoral de la Unasur, José Luis Exeni, reiteró que para el organismo es fundamental llegar a las elecciones sin violencia. El presidente Juan Manuel Santos aseguró que el asesinato de político opositor venezolano merece condena mundial y el expresidente español Felipe González sugirió que el gobierno de Venezuela podría suspender las elecciones en caso de que se incremente la inseguridad de los candidatos. Una posibilidad remota. “El Gobierno jamás ha cancelado unas elecciones, así que este escenario es poco probable”, dijo el profesor Marcos Sánchez. El incremento de la violencia ha sido una preocupación constante en Venezuela. Incluso antes de los años del chavismo. En 1999, año en que Hugo Chávez llegó al poder, la cifra oficial era de 19 homicidios por cada 100.000 personas, una situación que entonces se consideraba crítica.
Aunque el Gobierno no publica estadísticas desde el año 2004, investigadores de siete universidades que integran el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) han hecho un seguimiento a este flagelo y señalan que en 2014, 24.980 personas murieron en hechos violentos, es decir, 82 muertes violentas por cada 100 habitantes. Este año los pronósticos no son esperanzadores. En febrero de 2015 el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ya expresaba su inquietud por los episodios de violencia en ese país. “Somos el segundo país con más homicidios en el mundo, sólo detrás de Honduras (104 por 100.000). En Venezuela se cometen más asesinatos que en países considerados violentos, como Jamaica, El Salvador, Colombia, Brasil y México”, explicó el sociólogo Roberto Briceño León, director del OVV.
El 75% de los venezolanos consideran que la inseguridad ciudadana ha aumentado en los últimos 12 meses, según la II Encuesta sobre Delito Organizado en Venezuela, realizada por la asociación civil Paz Activa con el apoyo de la Unión Europea (UE). Para tratar de controlar los índices de violencia, Maduro lanzó en agosto la operación Libertad del Pueblo. Un plan más. En 16 años de Revolución bolivariana ha habido 12 ministros de Relaciones Interiores y se han presentado seis planes de seguridad. “El problema ha sido la falta de continuidad a estos planes y que la Asamblea Nacional ha promovido muy pocas leyes que tratan la problemática de delincuencia en el país”, señalan voceros de Paz Activa.
Las alarmas se dispararon luego del asesinato de Díaz. Lilian Tintori denunció que el Gobierno amenazó con echarles a los “colectivos bolivarianos”, grupos de civiles armados que hoy operan sin dios ni ley. Sin embargo, a pesar de que fue Chávez quien creó los colectivos, hoy muchos están en guerra con Maduro. “Algunos colectivos, como La Piedrita, llegaron a desafiar a Chávez, pero pronto reconvenían ante lo que significaba desafiar al comandante”, recuerda Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.
En 2013 Maduro creó las “zonas de paz”, buscando el desarme de varios de estos grupos, con poco éxito. Asesinos, secuestradores, traficantes de droga, contrabandistas, bachaqueros, atracadores, malandros que van desde pequeñas bandas hasta grupos sofisticadamente organizados y pertenecientes a grandes redes de delincuencia transnacional, serían los que enfrenta el mandatario. ¿Qué sigue? Reconocer un problema que va más allá de las urnas, de acuerdo con analistas venezolanos.
Por Angélica Lagos Camargo
