Esta semana el expresidente César Gaviria aseguró en varias emisoras que Unasur, la organización de cooperación entre los países de América Latina, ha respondido con tibieza al conflicto fronterizo entre Colombia y Venezuela y que su secretario general, el también expresidente Ernesto Samper, se ponía del lado del gobierno de Maduro. En medio de la rebatiña, Gaviria pidió al gobierno colombiano que se retirara del organismo que, según él, está “entregado” a Venezuela.
La propuesta de Gaviria está basada en la autoridad que ejercen Venezuela y Brasil dentro de Unasur. Ambos países fueron sus fundadores principales y, dado que sus gobiernos son de izquierda, numerosas voces señalan que el organismo tiene una tendencia similar y defiende intereses ideológicos. El expresidente argentino Néstor Kirchner, ya fallecido, y el venezolano Alí Rodríguez Araque, ambos de tendencia izquierdista, también han regentado la Secretaría General en su corta historia. Sin embargo, para Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela adjunto a la Universidad del Rosario, el posible retiro de Colombia de esta unión sólo la aislaría aún más en medio de un proceso de paz en el que las prácticas del organismo pueden ser útiles.
Durante el gobierno de Álvaro Uribe, quien viajó a la frontera, Colombia se alejó de la sociedad latinoamericana hasta el punto de casar peleas con vecinos preciados, como Ecuador y Venezuela, y el gobierno Santos ha dado apenas sus primeros pasos en la reactivación de ese diálogo. “La Unasur es una institución joven, es un espacio de diálogo. Todavía no es sólida para tomar acciones. Pero no se le puede pedir resultados en los primeros años. Sólo en unos años se verán”, dice Rodríguez.
La Unasur, creada en 2008, ha intervenido en los conflictos de Bolivia y Paraguay y en el reciente conflicto de fronteras entre Venezuela y Guyana. Pero su papel, más allá de las acciones prácticas, se ha limitado a la diplomacia, lo que ha permitido pensar que resulta inútil en un continente dividido. Una crítica similar se le hizo a César Gaviria cuando era secretario general de la OEA. Entre 2002 y 2003, durante el paro petrolero en Venezuela contra Chávez, su respuesta fue para algunos “tibia” y poco activa.
“Existe la suspicacia de un poder que tiene Venezuela sobre Unasur. Ese poder no se puede negar, y uno podría pensar que no actúa con independencia. Las mismas quejas recaen sobre EE.UU. y su papel en la OEA. Pero no es una institución de política exterior”, recuerda Rodríguez.
Por Redacción Internacional
