Yo estuve en la guerra siria

Mauricio Morales, fotógrafo colombiano, registró con su trabajo la difícil situación humanitaria que vivieron en 2014 los sirios, luego de tres años de guerra civil. También fue testigo directo del avance del Estado Islámico, el grupo yihadista que hoy es considerado como la peor amenaza mundial.

Mauricio Morales *
28 de diciembre de 2014 - 08:27 p. m.
Un miembro de la defensa civil corre hacia un camión de la organización en la ciudad siria de Alepo./ Mauricio Morales
Un miembro de la defensa civil corre hacia un camión de la organización en la ciudad siria de Alepo./ Mauricio Morales

La primera vez que fui a Siria fue en diciembre de 2012. Desde entonces he hecho varios viajes a Alepo, cuna de la revolución, y he extendido mi periplo hasta el noreste sirio también conocido como Rojava por los kurdos, es decir el Kurdistán. Este año también estuve en el país. Fue en julio de 2014, cuando el cerco a la oposición por parte de Bashar al Asad se hizo más duro, y cuando el Estado Islámico, el grupo yihadista que ha tomado una amplia zona de Irak y Siria, comenzaba a revelarse al mundo.

Entonces muchos civiles habían huido de Alepo. Los bombardeos, las bombas de barril lanzadas desde helicópteros, ataques de jets de combate y artería llovían diariamente. El calor de 40 grados, la falta de agua potable y la escasez de comida hacían la vida más difícil. Eso, sin hablar del nuevo asedio que enfrentaba la ciudad: el Estado Islámico, que nació en las calles y cárceles norteamericanas en Irak y que creció como una de las facciones rebeldes que combatían contra el régimen de Bashar al Asad. Su avance fue tal, que establecieron un califato, respaldados por un arsenal militar sin igual.

Militarmente, los miembros del EI no actúan como un grupo rebelde. No hacen ataques esporádicos y bajo el anonimato. El Estado Islámico es una fuerza militar organizada que controla y hace avances en diferentes áreas de Siria e Irak. En las ciudades y áreas donde tienen el control, ejercen un férreo dominio sobre la población.

Sus métodos son brutales, asesinan sumariamente civiles, prisioneros de guerra y periodistas. Lo hacen, en la mayoría de casos, decapitándolos. Tienen un sistema de comunicación y propaganda importante que ha difundido por el mundo sus acciones y que no solo ha servido para crear terror, también para atraer combatientes extranjeros que quieren unirse a sus filas. El número de combatientes alistados en sus filas resultó mucho más alto del que se había pensado en julio, cuando la amenaza parecía menor. Según las últimas estimaciones de la CIA, el grupo extremista cuenta con entre 20.000 y 31.500 combatientes, hasta tres veces más de lo que se venía calculando.

Los bombardeos de Occidente, en los que participan EE.UU. y varios países europeos y árabes no han tenido el efecto esperado. El avance del EI no ha sido controlado. A pesar de que la atención mediática hoy se concentra en otras partes, lo cierto es que Siria e Irak siguen siendo muy vulnerables.
Por esta razón, por la terrible situación que vive esta región del mundo desde hace varios años (Irak, desde que EE.UU. lanzó la guerra contra el terror en marzo de 2003; y Siria, desde que estalló la guerra civil entre opositores y el régimen de al Asad, en marzo de 2011), decidí viajar a Siria. Vivía en Colombia y desde acá veía lo que sucedía. Quería registrar eso. Después de la primera vez que viajé, quise seguir viajando para dar a conocer la tragedia humanitaria que se vive cuando hay una guerra de esas características.

Comencé a trabajar con la agencia AFP como stringer en fotografía, colaboré también con la agencia EPA y Polaris, publiqué en varios medios internacionales como The New York Times, LA Times, The Guardian, Washington Post, France 24 y otros. Después comencé a escribir algunos informes especiales para El Espectador, Semana, Terra, Esquire, Frontera Red y Vice.

Recientemente hice trabajos para Sipa Press USA y Gulf News cubriendo la crisis en la frontera con Kobane desde Turquía. Kobane, la ciudad que ha estado desde hace casi tres meses bajo el asedio del EI.

¿Lo más difícil de cubrir una guerra? He visto niños, mujeres y hombres morir en las calles. La gente vive entre el miedo, el hambre y ahora el frío intenso que llega con el invierno seguro causará más y más daños. La guerra de Siria se ha vuelto parte de la cotidianidad del mundo y eso es muy triste. Desgraciadamente pienso que lo peor está por venir.

* Fotógrafo

Por Mauricio Morales *

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