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¿Qué significa la entrada de Nawaf Salam como primer ministro del Líbano?

Nawaf Salam, diplomático con una destacada trayectoria internacional ha sido nombrado primer ministro del Líbano, marcando un giro político significativo en el país junto con el nuevo presidente.

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Alana Barguil
14 de enero de 2025 - 09:00 p. m.
El nuevo primer ministro del Líbano, Nawaf Salam, llega a su reunión con el primer ministro saliente, Najib Mikati, en Beirut, el 14 de enero de 2025. Salam dijo el 14 de enero que estaba haciendo un llamamiento a todo el espectro político para ayudar a "rescatar, reformar y reconstruir" su país, afectado por la crisis. (Foto de FADEL ITANI / AFP)
El nuevo primer ministro del Líbano, Nawaf Salam, llega a su reunión con el primer ministro saliente, Najib Mikati, en Beirut, el 14 de enero de 2025. Salam dijo el 14 de enero que estaba haciendo un llamamiento a todo el espectro político para ayudar a "rescatar, reformar y reconstruir" su país, afectado por la crisis. (Foto de FADEL ITANI / AFP)
Foto: AFP - FADEL ITANI
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El recién electo presidente del Líbano, Joseph Aoun, quien asumió el cargo tras dos años de vacío presidencial y doce intentos fallidos del Parlamento para elegir un líder, designó este lunes a Salam como nuevo primer ministro.

Nawaf Salam fue representante del Líbano ante las Naciones Unidas entre 2007 y 2017, y haste este martes fue el presidente de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en La Haya. Durante la votación parlamentaria, obtuvo 84 votos a su favor de un total de 128. Nueve votos respaldaron la continuidad del actual primer ministro, Najib Mikati, quien era el candidato preferido por Hezbolá, mientras que 35 parlamentarios permanecieron en neutralidad.

¿Un cambio político en el Líbano?

A sus 71 años, Nawaf Salam, un musulmán sunita, representa una figura internacionalmente respetada con una larga trayectoria al servicio del Líbano, destacando por su perfil reformista y prooccidental en las relaciones internacionales.

El presidente Joseph Aoun, cristiano maronita respaldado por Estados Unidos y Arabia Saudita, contrasta con los representantes del grupo armado chiita Hezbolá, apoyado por Irán, que ha ejercido una influencia significativa en el panorama político libanés durante décadas y mantienen representantes y aliados en el Parlamento.

La elección de Salam con la presidencia de Aoun, marca un nuevo capítulo en la política del Líbano, sugiriendo un equilibrio que apunta hacia la redistribución del poder. La combinación de un musulmán sunita como primer ministro, un grupo armado chiita influyente y un presidente cristiano maronita refleja la diversidad del país, que cuenta con poco más de cinco millones de habitantes, según cifras del Banco Mundial.

Hezbolá, que ha mantenido un control considerable sobre el gobierno libanés, respaldaba a Mikati como un candidato que aseguraría la continuidad de su influencia. La elección de Salam representa un revés para el grupo, que ve con desconfianza a un primer ministro asociado con reformas y alianzas occidentales. Este cambio refleja un nuevo panorama político, donde diversos bloques buscan reforzar su influencia en un Líbano marcado por crisis políticas y económicas, agravadas por los ataques al sur del país el año pasado.

Los desafíos para el nuevo gobierno en un país dividido

La transición política no será inmediata ni sencilla. El nuevo primer ministro enfrenta la tarea impuesta por Aoun de construir un nuevo gabinete inclusivo que represente a las diversas comunidades del país, un desafío que en el pasado ha tomado semanas e incluso meses.

Entre los retos más críticos que Nawaf Salam deberá enfrentar se encuentra la implementación de reformas económicas clave para atraer a donantes internacionales, quienes son un paso esencial para aliviar la profunda crisis financiera que atraviesa el Líbano.

Además, Salam deberá supervisar la reconstrucción de las áreas devastadas por los ataques israelíes y gestionar la implementación del acuerdo de alto al fuego del 27 de noviembre. Este pacto, que busca poner fin a 15 meses de ataques transfronterizos y de guerra a gran escala que han dejado miles de muertos, establece una tregua de 60 días como base para un cese definitivo de hostilidades.

El acuerdo exige que los combatientes de Hezbolá se retiren 40 kilómetros de la frontera con Israel, mientras que las fuerzas israelíes deben abandonar el territorio libanés. La ejecución de este acuerdo, que requiere el despliegue del ejército nacional libanés en las zonas fronterizas, será un proceso que podría exacerbar las tensiones con el influyente grupo chiita.

Este escenario resalta los retos que enfrenta el Líbano en un momento crítico de su historia, mientras busca un equilibrio político y económico en medio de su frágil estructura.

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Alana Barguil

Por Alana Barguil

Historiadora y periodista en formación de la Universidad Javeriana. abarguil@elespectador.com
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