Pensadores 2022: Los riesgos regionales en Asia para 2022
El exsecretario de asuntos exteriores y asesor de seguridad nacional de la India y sus visiones de los conflictos potenciales desde China, las tensiones por Taiwán y por el Mar de China Meridional y hasta la incertidumbre del programa nuclear iraní.
Shivshankar Menon * / ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR, Nueva Delhi
Hoy en Asia la economía es global, la política es local y la seguridad es local, regional y transnacional. El veloz regreso de los talibanes al poder en Afganistán fue para los asiáticos un recordatorio de que nuestra seguridad está vinculada. Y la pandemia de covid-19 planteó la cuestión de cómo generar reactivación económica para toda la región. (Recomendamos: Lea aquí todos los artículos de la serie Pensadores globales 2022).
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Hoy en Asia la economía es global, la política es local y la seguridad es local, regional y transnacional. El veloz regreso de los talibanes al poder en Afganistán fue para los asiáticos un recordatorio de que nuestra seguridad está vinculada. Y la pandemia de covid-19 planteó la cuestión de cómo generar reactivación económica para toda la región. (Recomendamos: Lea aquí todos los artículos de la serie Pensadores globales 2022).
Pero los desafíos regionales no terminan allí. El conflicto que se desarrolla en la frontera entre la India y China, las tensiones por Taiwán y el mar de China Meridional así como la trayectoria incierta del programa nuclear iraní, son pruebas de que hoy Asia es epicentro de amenazas a la seguridad.
La retirada estadounidense de Afganistán obligó a que se formara una coalición de potencias regionales (China, Rusia y Pakistán, con la aceptación de Irán) para hacer frente al hecho de que el “emirato islámico” de los talibanes será fuente de extremismo y terrorismo. Pakistán, viejo protector de los talibanes, intentará evitar una “talibanización” de su política interna, pero los islamistas radicales dentro de sus fronteras ya están empoderados y envalentonados. China, Pakistán, Rusia y los países de Asia Central enfrentan la perspectiva de que separatistas y extremistas locales consigan refugio, armamentos y apoyo en el nuevo Afganistán bajo control talibán.
La respuesta general hasta el momento ha sido un intento de reforzar la cooperación antiterrorista en el marco de la Organización de Shanghái para la Cooperación (SCO), un agrupamiento regional que reúne a China, India, Pakistán, Rusia y cuatro países centroasiáticos: Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán.
En India, los acontecimientos de Afganistán solo elevan marginalmente el nivel de amenaza, pero eso se debe a que se parte de una base más alta. El país lleva décadas enfrentando el riesgo significativo del terrorismo transfronterizo desde Pakistán y ha sido cada vez más exitoso en su respuesta al problema.
En el contexto regional más amplio, la retirada militar de Eurasia da a Estados Unidos libertad para concentrarse en su principal prioridad estratégica: la contención marítima de China. En septiembre, Estados Unidos hospedó la primera reunión presencial del Quad (el cuadrilátero de naciones que forma junto con Australia, India y Japón) y reveló el pacto Aukus, por el que se proveerán submarinos nucleares de ataque a Australia (la primera transferencia de esa naturaleza a un Estado sin armas nucleares). Una vez desplegados, los ocho submarinos nucleares de Australia tendrán potencial de modificar el equilibrio militar en los mares aledaños a China.
El Quad pasó de ser un canal de diálogo para la seguridad a una institución real con capacidad para proveer bienes públicos valiosos en temas de ciberseguridad, salud pública, cambio climático y tecnología. La seguridad regional y marítima seguirá dependiendo de esquemas de cooperación bilaterales, trilaterales y plurilaterales, de la cadena de bases de Estados Unidos en la región y de la interoperabilidad lograda mediante ejercicios como los juegos de guerra navales “Malabar”. La implementación plena de esos esquemas puede constituir una respuesta integral y flexible al ascenso de China y a los cambios en el equilibrio de poder en la región indopacífica.
El nuevo “gran juego”
Si bien las crecientes tensiones sinoestadounidenses hasta ahora afectaron ante todo a países y mares al este de India, no tardarán en extenderse hacia el oeste. En la nueva competencia entre grandes potencias está en juego toda la región indopacífica. Al principio la administración Biden confió en poder separar áreas de competencia y de cooperación (en concreto, el cambio climático), pero sus esperanzas quedaron dañadas (tal vez mortalmente) por la insistencia china en vincular todas las cuestiones. Al mismo tiempo, cuesta imaginar que la rivalidad estratégica entre China y Estados Unidos no resulte atenuada por su interdependencia económica.
Para el resto de Asia esa rivalidad supone tomar decisiones difíciles. Muchos miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático buscan seguridad en Estados Unidos, pero dependen económicamente de China. La respuesta de los gobiernos regionales ha sido tratar de minimizar los riesgos, formando coaliciones locales allí donde es posible, mientras evitan deliberadamente tomar partido. Pero en vista de la trayectoria de la relación sinoestadounidense, no está claro hasta cuándo podrán contar con esta opción estratégica. Lo que ya es evidente es que rechazan cualquier cosa que se parezca a una OTAN asiática. La construcción de coaliciones como forma de minimizar riesgos explica la vitalidad que siguen exhibiendo los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), la SCO y otras alternativas.
Otra estrategia para minimizar riesgos consiste en la obtención de capacidad disuasoria. En las últimas tres décadas Asia ha sido escenario de una creciente carrera armamentista (liderada por China). Ya hay un cinturón de Estados nucleares que se extiende del Mediterráneo al Pacífico, de Israel a Corea del Norte. Las compras de armas ofensivas ya estaban en niveles récords antes de la recesión causada por la covid-19, y es posible que ahora se las vea como un estímulo eficaz para la recuperación económica.
En tanto, la belicosidad china en la “línea de control efectivo” en los Himalayas llevó a India a reforzar vínculos militares y de inteligencia con Estados Unidos. Ya hay más de 100.000 soldados estacionados a lo largo de la frontera, y altos funcionarios indios han puesto en claro que la cooperación del país con Estados Unidos debe profundizarse, incluso sin que se hable de crear una alianza formal.
La frontera entre India y China seguirá siendo un tema candente, porque las acciones chinas plantean dudas sobre la utilidad de las medidas implementadas desde 1993 para generar confianza. Ambas partes transmiten un deseo de evitar la confrontación, pero no coinciden en el modo de hacerlo. India quiere regresar al statu quo de la frontera antes de la primavera boreal de 2020, y por eso vincula toda la relación bilateral con la cuestión fronteriza. China quiere avanzar en la relación, pero conservando el nuevo statu quo que creó. El comercio entre ambos países sigue en aumento, y llegó a niveles récords en la primera mitad de 2021. Pero una relación comercial intensa no se lleva bien con incursiones territoriales agresivas.
Otras amenazas a la seguridad regional incluyen zonas de peligro que ya son conocidas, como el mar de China Meridional, Taiwán y las islas Senkaku/Diaoyu, así como otros riesgos transnacionales que hasta cierto punto son nuevos, como los ciberataques, el cambio climático, las crisis energéticas y las pandemias. Ahora que China extinguió la autonomía de Hong Kong y destruyó la credibilidad de su política de “un país, dos sistemas”, Taiwán ha estado sometida a una creciente coerción militar y presión del continente.
* Shivshankar Menon es profesor visitante en la Universidad Ashoka. Copyright: Project Syndicate, 2021.