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Torre de Tokio: nupcias falsas

Columna para acercar a los hispanohablantes a la cultura japonesa.

Gonzalo Robledo * @RobledoEnJapon / Especial para El Espectador, Tokio
20 de noviembre de 2022 - 02:00 a. m.
Recién casados al estilo occidental, en sesión fotográfica frente a la estación central de Tokio.
Recién casados al estilo occidental, en sesión fotográfica frente a la estación central de Tokio.
Foto: Gonzalo Robledo

Un periódico digital para extranjeros en Tokio pidió a sus lectores opinar sobre el hecho de que muchas parejas japonesas no cristianas celebran bodas de mentiras en falsas capillas y con falsos sacerdotes. (Recomendamos más columnas de Gonzalo Robledo sobre Japón).

Desde finales del siglo pasado, hoteles y salas de banquetes en todo Japón construyen suntuosos altares con vidrieras policromadas, los adornan con un escueto crucifijo y escenifican elegantes parodias del desposorio cristiano.

Además de vestidos de princesa de Disney para la novia y esmoquin para el novio, se suele incluir en el catálogo a un varón extranjero, casi siempre un profesor de idiomas residente, dispuesto a encarnar al sacerdote para oficiar la ceremonia.

Uno que conocí, un argentino enorme y guapo como una estatua griega, me contó que casaba parejas en la capilla de un lujoso hotel para redondear sus ingresos como contrabajista en una orquesta de jazz.

Además de pronunciar cuatro frases en japonés para animar a los novios a darse el beso nupcial, leía un pasaje bíblico en inglés e impartía bendiciones a la manera de un pontífice vaticano. Era muy consciente de que lo teatral de sus gestos y su fotogénica presencia le daban un toque hollywoodiano a un rito decorativo que debe ser refrendado con un registro legal.

Entre las razones sugeridas por los lectores del periódico para explicar el gusto japonés por el ceremonial cristiano, uno citó la actitud distendida frente a las religiones resumida en el dicho local “nacer sintoísta, casarse por lo cristiano y morir con funeral budista”. Otro equiparó las imitaciones de bodas cristianas a la celebración de cenas de Navidad en diciembre o a regalar golosinas para San Valentín.

Los japoneses adoptarían el mismo espíritu cándido, y cuestionable para algunos antropólogos, del ostentoso occidental que inaugura su mansión con un rito de hogueras, taparrabos y tambores, para que familiares y amigos se sumerjan media hora en otra cultura.

Debido a que entre los 126 millones de habitantes del archipiélago los cristianos solo rondan el 1 %, los más críticos etiquetan las bodas postizas de apropiación cultural por usar sin permiso formas culturales de una minoría.

Entre japoneses, el argumento más citado es su gusto por los disfraces, su admiración por la cultura occidental y el rechazo a su boda tradicional, una ceremonia cuya gravedad y minucioso protocolo evoca la solemne entronización de un nuevo monarca.

Una razón prosaica para no optar por las bodas de iglesia me la dio una joven cuando me explicó que la aparatosa peluca estilo geisha y la cara enharinada de blanco, típica de la ceremonia tradicional, no le quedaban bien. Ella, y casi todas sus amigas, prefieren salir en las fotos como princesas de Disney.

* Periodista y documentalista colombiano radicado en Japón.

Por Gonzalo Robledo * @RobledoEnJapon / Especial para El Espectador, Tokio

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