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Torre de Tokio: política paralela

Columna para acercar a los colombianos a la cultura japonesa.

Gonzalo Robledo * @RobledoEnJapon / Especial para El Espectador, Tokio
26 de septiembre de 2021 - 02:00 a. m.
El candidato favorito en las encuestas para próximo primer ministro de Japón,Taro Kono, en un debate televisivo el 20 de septiembre.
El candidato favorito en las encuestas para próximo primer ministro de Japón,Taro Kono, en un debate televisivo el 20 de septiembre.
Foto: Foto de Gonzalo Robledo

Quienes creen que solo en América Latina la política de un país puede ser manipulada por exmandatarios muy a la derecha, que adoran las armas, abominan la prensa crítica y se cuelgan denuncias por corrupción como si fueran medallas, deberían asomarse a las elecciones de Japón, que tendrán lugar este mes. (Recomendamos: Más columnas de Gonzalo Robledo sobre Japón).

Más en cónclave que en comicios, el líder de la tercera economía del planeta será elegido por los miembros del Partido Liberal Democrático (PLD), una fuerza conservadora que controla el poder casi sin pausa desde sus inicios, en 1955.

Por suscitar en Occidente la misma emoción de ver secar pintura fresca -en parte por su impacto nimio en la economía de América y Europa-, las elecciones niponas reciben poca atención de la prensa internacional, y no es raro tener que buscar con Google el nombre del nuevo gobernante.

En esta ocasión, sin embargo, los prolegómenos revelan la creciente influencia en la política japonesa de Shinzo Abe, quien renunció como primer ministro hace un año por motivos de salud y cuyo portavoz de entonces, Yoshihide Suga, fue elegido para completar el último de sus ocho años de gobierno.

Su legado incluyó el mal manejo de la pandemia, la incertidumbre sobre la celebración de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y el desprestigio del partido por dos escándalos de corrupción, el primero de los cuales produjo interrogatorios infructuosos en los que Abe acumuló 118 declaraciones “en colisión con la verdad”.

El segundo, su implicación en la venta descontada de un terreno estatal a un fanático nacionalista para construir una escuela primaria dedicada al adoctrinamiento patriótico, que se llamaría “Shinzo Abe”, sigue sin resolver.

Un funcionario del Ministerio de Hacienda, que confesó haber sido forzado a falsificar documentos relacionados con la venta del terreno, se suicidó y la demanda de su viuda por justicia y verdad ensombrece el historial de Abe.

“No investigaré a Abe” es la consigna que el PLD impuso como condición a los dos candidatos y una candidata que compiten por la presidencia del partido este mes, y que será de forma automática el jefe, o jefa, del Ejecutivo.

Para apaciguar la opinión pública, el partido hegemónico se sacó de la manga otro candidato que prometiera esclarecer las andanzas de Abe. Pero para que ese cuarto candidato tuviera menos opciones de ganar, se escogió, siguiendo el talante patriarcal del PLD, otra mujer.

Cuando el favorito en las encuestas, Taro Kono, sea investido como nuevo gobernante, Abe redoblará sus esfuerzos para cambiar la Constitución pacifista de 1946 y cumplir su indómito anhelo de resucitar la gloria militar del imperio nipón, ayudado por el adoctrinamiento de patriotas en escuelas que, de ser posible, lleven su nombre.

* Periodista y documentalista colombiano radicado en Japón.

Por Gonzalo Robledo * @RobledoEnJapon / Especial para El Espectador, Tokio

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