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Un inquietante redoble de tambores ha empezado a sonar en Tokio después de que la primera ministra Sanae Takaichi hablara de una intervención militar nipona para defender Taiwán de un hipotético ataque chino, y el cónsul de China en Osaka sugiriera que la jefa del ejecutivo nipón debería ser decapitada. (Lea más columnas de Gonzalo Robledo sobre Japón).
China, que considera Taiwán una provincia separada desde 1949, pidió a Takaichi retractarse de lo que considera una injerencia en su política interna.
Takaichi, política nacionalista y promotora del rearme nipón, se niega a desdecir lo que dijo en su primer discurso en el Parlamento el 7 de noviembre pasado: que el ataque chino contra Taiwán (situada a unos 111 kilómetros del archipiélago), podría generar una “situación que amenace la supervivencia de Japón” y desencadenar una posible respuesta militar de Tokio.
El comentario es inusual para los mandatarios nipones de la posguerra que, al hablar en público de Taiwán, suelen repetir el cauto guion oficial según el cual Japón aboga por una solución pacífica al tema.
La amenaza de cortar “el inmundo cuello” proferida en su cuenta de X por el cónsul chino en Osaka, fue borrada.
Pero China, que en asuntos de política exterior no acostumbra a retractarse, la defendió diciendo que era una simple respuesta a los “comentarios erróneos y peligrosos” de Takaichi.
Debido a su Constitución pacifista, Japón carece de un ejército ofensivo y su posible acción en Taiwán se haría junto a Estados Unidos, que deberá tomar la iniciativa en el enfrentamiento más temido del este de Asia.
La llamada Dama de Hierro nipona anima a los nacionalistas japoneses, pero preocupa a sus empresarios conscientes de que el comercio bilateral con Pekín es el primer renglón de una economía ahora expuesta a la caprichosa política arancelaria de EE. UU.
El turismo de China hacia Japón subió entre enero y septiembre hasta los 7,5 millones de visitantes y la última tendencia al alza son las jóvenes chinas solas atraídas por la seguridad y la higiene.
Pero Pekín acaba de emitir un comunicado advirtiendo que es peligroso para sus ciudadanos hacer turismo en Japón y las aerolíneas chinas anunciaron que no habrá recargos por la cancelación de vuelos hacia el archipiélago.
La República Popular anunció hace poco un nuevo portaaviones con un sistema de «catapulta electromagnética» similar a la que usa la nave estadounidense Gerald R. Ford y que aumenta sus capacidades bélicas en aguas patrulladas por Japón y Estados Unidos en el Pacífico.
Takaichi ha empezado conversaciones para la que sería la primera reforma de la Constitución pacifista de Japón desde la posguerra y, con el rifirrafe en curso, anticipa que lo que viene no es ningún camino de rosas.
* Periodista y documentalista colombiano radicado en Japón.