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Torre de Tokio: temores políticos

Columna para acercar a los colombianos a la cultura japonesa.

Gonzalo Robledo * @RobledoEnJapon / Especial para El Espectador, Tokio
07 de noviembre de 2021 - 02:00 a. m.
Campaña de Taro Yamamoto, político del partido Reiwa Shinsengumi, en las elecciones legislativas del 31 de octubre en Tokio.
Campaña de Taro Yamamoto, político del partido Reiwa Shinsengumi, en las elecciones legislativas del 31 de octubre en Tokio.
Foto: Foto de Gonzalo Robledo

Un japonés de los que muchos que residen en Colombia me informó que él y algunos de sus paisanos están buscando casa en Canadá en el caso de que el país adoptivo que tanto adoran se convierta en “la Venezuela.2″ del continente, a partir de 2022. (Recomendamos más columnas de Gonzalo Robledo sobre Japón).

Atemorizados por las manifestaciones, los saqueos y los muertos en disturbios durante la pandemia, temen que Colombia se embarque en un experimento político y social de alto riesgo para quienes tienen capitales de todos los tamaños invertidos en negocios e industrias.

Conscientes de que volatilidad y política se han vuelto palabras sinónimas en todos los idiomas, los japoneses residentes siguen las encuestas colombianas con cautela nipona y esperan a conocer los resultados electorales para tomar una decisión.

Para corresponder a sus sinceros y reveladores comentarios, procedí a explicarle cómo crece mi convicción de que en el archipiélago nipón se fortalece el espíritu nacionalista que propició las guerras de la primera mitad del siglo XX.

Aunque hablar de miedo sería prematuro, una campanada de alerta tuvo lugar en los recientes comicios de la Cámara Baja, cuando un pequeño grupo de derechas llamado el Partido de la Innovación de Japón, subió de 11 a 41 escaños. El avance meteórico lo convirtió, del día de las Brujas a la mañana del 1 de noviembre, en el tercer partido más grande del cuerpo legislativo más poderoso del sistema bicameral nipón.

El pequeño grupo, que lleva seis años de fundado, promete dadivosas políticas sociales, pero, sobre todo, apunta a cambiar la Constitución pacifista con el argumento de que fue impuesta por los vencedores de la Segunda Guerra mundial, el ejército estadounidense.

En la inmediata posguerra, esa carta magna pacifista funcionó como una bandera que permitió a los empresarios japoneses iniciar negocios en países de Asia donde el ejército nipón habría procedido como proceden todos los seres humanos que asignan a las armas el papel de mediadoras de conflictos: violando, torturando, matando y destruyendo.

El Partido de la Innovación, coincide en temas militares con influyentes políticos del partido en el poder, el Liberal Democrático (PLD), quienes abogan por un “país normal”, queriendo decir un país con ejército de ataque.

Dentro de estos, destaca el ex primer ministro Shinzo Abe, cuyo gobierno introdujo leyes para permitir a sus tropas luchar en suelo extranjero, aprobó las exportaciones militares y reinterpretó la renuncia a la guerra de la Constitución para permitir ataques con misiles en territorios enemigos.

Algunos analistas locales argumentan que el renacer del militarismo es el deseo de unos cuantos políticos y no corresponde al electorado nipón. Espero que sea así y que el rearme nipón sea tan improbable como el chavismo inminente que temen los residentes japoneses.

* Periodista y documentalista colombiano radicado en Japón.

Por Gonzalo Robledo * @RobledoEnJapon / Especial para El Espectador, Tokio

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