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Torre de Tokio: temporada de tópicos

Columna para acercar a los hispanohablantes a la cultura japonesa.

Gonzalo Robledo * @RobledoEnJapon / Especial para El Espectador, Tokio

03 de diciembre de 2022 - 09:00 p. m.
Camerino de la selección japonesa después del partido con Alemania.
Foto: FIFA
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Que los Mundiales de Fútbol se prestan para reforzar los estereotipos nacionales se demuestra con el hilo de alabanzas, críticas y hasta reproches a la higiene de los jugadores y aficionados japoneses en Catar. Una fotografía del camerino que usó el equipo nipón, inmaculado y listo para recibir a la siguiente selección, empezó a circular en las redes sociales justo después de la victoria 2-1 de los samuráis azules contra Alemania. (Recomendamos más columnas de Gonzalo Robledo sobre Japón).

“Donde otros dejan latas, botellas y basura, ellos dejan todo recogido y una nota de agradecimiento”, comentó @CuriosodeFutbol en Twitter. A continuación añadió un emoji de aplauso con la frase: “Una cuestión de cultura”.

Algunos conocedores de Japón se decantaron por la crítica extrema, como @UnseenJapan, que polemizó con quienes retuitearon la fotografía, firmada por la FIFA, por promover la idea de que los japoneses son más limpios que el resto del mundo. “¿Han intentado esas personas encontrar jabón en un baño público en Tokio?”, reclamó.

Un exgobernador de Tokio, @MazusoeYoichi, que dimitió en 2016 por malversación de fondos públicos, regañó a sus compatriotas por trabajar gratis y quitarles oportunidades a los profesionales de la limpieza.

El debate, frívolo en el contexto de la Copa Mundial más controvertida de la historia, invitó a reflexionar sobre el origen de los clichés nacionales y cómo las redes sociales ayudan a matizarlos, pero no logran erradicarlos.

La obsesión japonesa por la higiene es un viejo estereotipo benigno equiparable al alborozo pletórico de los países latinos, el talento para las matemáticas puras de todos los orientales o la puntualidad puntillosa de todos los británicos.

Son tópicos originados por aquella costumbre de exploradores y cronistas de viajes -y perpetuada por diplomáticos, escritores y periodistas-, de conferir categoría de característica nacional a cualquier cosa que se ve repetida más de dos o tres veces.

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La pulcritud y la ausencia de olores del metro de Tokio, la limpieza que se enseña en la escuela, donde los niños limpian su propio salón de clase, o costumbres como excluir los zapatos del interior de las casas para evitar la suciedad, consolidaron el tópico de un archipiélago amante de la asepsia. No importa que surjan excepciones, como la zona comercial de mi barrio de Shibuya, donde la basura de los restaurantes engorda unas ratas enormes que cruzan la noche como cerdos enanos y sorprenden a visitantes, residentes y locales.

Frases como la del norteamericano que en el citado hilo de Twitter dijo: “Viví en Japón cuando era militar y estoy en desacuerdo… el país más limpio del mundo es Singapur”, contribuyen a informarnos mejor. Pero el estereotipo, como las ratas de Shibuya, se resiste a su exterminio.

* Periodista y documentalista colombiano radicado en Japón.

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Por Gonzalo Robledo * @RobledoEnJapon / Especial para El Espectador, Tokio

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