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“No cabe en el pecho”: el regreso a casa de uno de los venezolanos preso en El Salvador

Yolfran Escobar fue detenido en EE. UU. y deportado a El Salvador, donde pasó meses en la megacárcel CECOT, acusado sin pruebas por un tatuaje. Su madre viajó desde Bogotá hasta Valencia, Venezuela, para abrazarlo de nuevo.

Hugo Santiago Caro

05 de agosto de 2025 - 07:59 a. m.
Collage del reencuentro de María Alejandra con Yolfran.
Foto: Viviana Velásquez
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Han pasado más de seis meses desde el día en que Yolfran Escobar, venezolano, fue detenido en Nueva Jersey, el 21 de enero. Fue uno de los más de 200.000 migrantes que Donald Trump ha instruido deportar desde que regresó a la Casa Blanca en su segundo mandato presidencial. Desde entonces su camino lo llevó por Texas —a donde fue trasladado una vez detenido— y El Salvador. También fue uno de los más de 250 venezolanos que fueron aprehendidos en el CECOT, la megacárcel de Nayib Bukele, porque, según Estados Unidos, pertenecían al Tren de Aragua.

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Yolfran no tenía antecedentes ni en Venezuela, su tierra natal, ni en Colombia, donde vivió seis años, ni en Estados Unidos, donde apenas alcanzó a establecerse. El 18 de julio, casi seis meses después del primer arresto en Nueva Jersey, se anunció que todos los migrantes venezolanos iban a ser deportados gracias a un acuerdo político a tres bandas entre el régimen de Maduro, El Salvador y Estados Unidos.

Casi de inmediato comenzó la travesía de María Alejandra Falcón, su madre, desde Bogotá hasta Valencia, en el estado Carabobo, en Venezuela, su tierra natal. Esa misma noche, a las 8:45 p.m., partió desde la terminal de transportes de El Salitre para empezar el recorrido de regreso. Fueron más de 1.251 km y más de 24 horas de viaje por tierra con la ilusión de volverse a encontrar con su hijo mayor. “Por lo menos ya estoy viendo a mi hijo fuera de ese lugar”, era su consuelo durante el viaje.

María Alejandra contó en junio la historia de su hijo en El Espectador. Con una carpeta en mano, llena de fotos de Yolfran, su familia y copias certificadas de sus antecedentes penales limpios de delitos, relató su travesía: cómo cruzó más de siete países caminando junto con su esposa y su hija menor de edad, y cómo fue acusado de pertenecer al Tren de Aragua solo por sus tatuajes. Aunque desde que fue trasladado a El Salvador la única prueba de vida que tenían de Yolfran era un video publicado por medios estadounidenses que lograron entrar a la cárcel, María Alejandra tenía claro cómo iba a ser su reencuentro.

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“No me importa que venga delgado, que venga pelón o que venga peludo. Lo que me importa es que esté vivo y sano, y que Dios me siga dando la fortaleza y la sabiduría para seguir siendo esa voz fuera de estos barrotes, para seguir luchando por mi hijo. Él sabe que nunca lo he abandonado, ni mucho menos Dios, y que todo va a pasar”, contó María Alejandra. Y pasó.

Para el 20 de julio, María Alejandra recién llegaba a Valencia después de dos días de viaje, sorteando lluvias, derrumbes y vías cerradas, mientras Yolfran todavía no había sido liberado. Sabían que estaba en el país porque el régimen de Maduro televisó la llegada de los migrantes, y allí lo vieron con un tapabocas rojo. “No los habían soltado a todos porque les están haciendo exámenes y todo el protocolo que corresponde. Se espera, confiando en Dios, que los entreguen esta tarde o mañana”, me contaba en tiempo real.

Mientras tanto, en la casa familiar de los Falcón en Carabobo, todo se convertía en una fiesta. Globos, tortas, carteles con frases como “Bienvenido a Venezuela” y más preparativos anticipaban el júbilo de tener de vuelta a Yolfran después de toda la travesía. Hasta que por fin llegó el momento.

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Entrada la noche, ya con María Alejandra en casa de su familia y con todos reunidos, una camioneta polarizada con los logotipos del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional se detuvo frente a la vivienda, con luces altas. Aunque les dieron instrucciones de no grabar ni tomar fotografías, todos sabían perfectamente qué estaba pasando.

Un agente uniformado se bajó del asiento del conductor, despertando los aplausos de la familia, y preguntó quiénes eran los familiares de Yolfran, para dejarlo entrar en la vivienda. Todos, uno a uno, lo abrazaron entre música, aplausos y confeti. Entonces, Yolfran dijo las palabras que confirmaban lo que toda su familia llevaba seis meses esperando: “Bendición, gracias a Dios ya estoy en casa”.

“La emoción realmente no le cabe a uno en el pecho. Son muchos sentimientos encontrados, pero de verdad que ver el rostro de mi hijo, tenerlo cerca, es algo que no se compara con nada. Esa etapa ya quedó cerrada, con el favor de Dios. Él está un poco nervioso, alterado; se le siente sensible, sobre todo si escucha alguna bulla. Ha recibido mucho maltrato”, cuenta María Alejandra, quien se fundió en un abrazo con su hijo después del cortejo de familiares que también esperaba saludarlo. “Ha habido mucha visita, mucha receptividad por parte de toda la gente del pueblo. Entonces, se van unos y llegan otros”, explica.

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Ahora la pesadilla quedó atrás. María Alejandra cuenta que ha tratado de no tocar el tema de todo lo que pasó en estos meses y, más bien, dejar que él sea quien decida cuándo y sobre qué hablar. Yolfran salió de su pueblo hace casi 10 años con un solo propósito: “Darle una mejor estabilidad a su hija. Siempre me decía: ‘Mamá, quiero darle una estabilidad a mi hija, comprarle su casa. Poder comprarme unas vaquitas y que a mi hija no le falte lo que quizá yo no tuve cuando era niño. Tener nuestra casa, darte mejor estabilidad a ti, mamá, y que tú estés bien’”.

Todos esos sueños lo llevaron hasta Estados Unidos, y el resto ya es historia. Ya vendrá tiempo para tomar decisiones. Aún falta el reencuentro con su hija y su pareja, quienes se quedaron en Nueva Jersey mientras él fue detenido. Por ahora Yolfran no puede salir de Venezuela mientras soluciona sus documentos, permisos y demás. Aunque no haya planes concretos todavía de volver a Colombia u otros rumbos, es libre de escoger.

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Por Hugo Santiago Caro

Periodista de la sección Mundo de El Espectador. Actualmente cubre temas internacionales, con especial atención a derechos humanos, migración y política exterior.@HugoCaroJhcaro@elespectador.com
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