El mundo esperaba la madrugada de este viernes la decisión del Comité Nobel noruego sobre qué persona u organización sería galardonada en 2025 en el premio de Paz. Las grandes casas de apuestas y centros de predicción apuntaban a las Salas de Respuesta a Emergencias de Sudán. Desde abril de 2023 el país africano vive una guerra entre el ejército, liderado por Abdel Fattah al-Burhan, y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), comandadas por Mohamed Hamdan Dagalo, “Hemedti”, que estalló tras disputas por el control del poder. Miles han muerto y millones han sido desplazados.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Darles el Nobel habría significado, entre otras cosas, poner en el mapa un conflicto que pasa a un segundo plano cuando la tensión geopolítica la acaparan las guerras en Ucrania y Gaza.
Ambos conflictos, de orígenes completamente distintos, tienen un factor común: la mano de Estados Unidos y de Donald Trump sobre ellos. El presidente era, entre otros, también candidato al Nobel, aunque con pocas posibilidades de ganar, pese a su abierta aspiración. Pero nada de esto ocurrió, y el Comité se decantó por un nombre bastante conocido en nuestra región: María Corina Machado.
La política venezolana, eterna opositora al chavismo —a quien Hugo Chávez se negó a enfrentar en un debate en 2012 con la frase “águila no caza mosca”—, es hoy la principal figura de la oposición y excandidata presidencial para los comicios de 2024. Recibió el premio por “su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos del pueblo venezolano y por su lucha por lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”.
Según Ronal Rodríguez, analista y vocero del Observatorio sobre Venezuela de la Universidad del Rosario, “es un símbolo para Venezuela y legitima el liderazgo opositor de Machado”. Un liderazgo que alcanzó su punto más alto entre 2023 y 2024, cuando obtuvo más del 93 % de votos en las primarias opositoras (octubre de 2023) y se consolidó como la candidata principal de la Plataforma Unitaria Democrática, la coalición que enfrentó a Nicolás Maduro, hasta que fue inhabilitada antes de las elecciones de julio de 2024.
Aun así, Machado hizo campaña por Edmundo González Urrutia, un veterano exdiplomático, y ambos posaron juntos en actos públicos. Incluso después de las elecciones, cuando Maduro tomó posesión en enero de 2025, ella salió a las calles de forma pacífica para protestar contra un nuevo período presidencial que carece de reconocimiento internacional. Esto, a pesar de que la respuesta estatal fue la represión y el encarcelamiento de opositores. Según la ONG Foro Penal, para la entrega del premio todavía quedaban más de 840 detenidos. Ella misma fue retenida en enero, en la antesala de la posesión, durante una protesta, pero fue liberada horas después. Desde entonces vive en la clandestinidad dentro del país. La respuesta pacífica y democrática fue la principal razón por la que el Comité Nobel noruego se decantó por la venezolana.
De símbolo a controversia
Lo paradójico aparece cuando, en la dedicatoria de su premio —además de al pueblo venezolano—, Machado se lo dedicó a uno de los perdedores del día: Donald Trump. “¡Dedico este premio al sufrido pueblo de Venezuela y al presidente Trump por su decidido apoyo a nuestra causa!”, escribió en su cuenta de X.
Visto desde otro ángulo, Machado le dedicó un premio por su gestión pacífica al líder de la estrategia sobre el Caribe, que ha atacado por lo menos cuatro embarcaciones venezolanas en el último mes y medio, alegando que transportaban narcóticos. Al menos 17 personas murieron en esos ataques y, de acuerdo con el presidente Gustavo Petro, por lo menos dos eran colombianos. Trump dice, sin ningún sustento todavía, que todos eran narcotraficantes y terroristas. María Corina ha apoyado el despliegue militar de Estados Unidos, afirmando que “se cierra el cerco internacional contra el cartel narcoterrorista que todavía está en Miraflores”, y que esto refuerza la posición de la oposición venezolana. No es un contexto menor, ni puede obviarse en el marco del galardón, teniendo en cuenta que, para el cierre de esta edición, según CBS News, desde el régimen venezolano estaban esperando un “ataque armado en un corto tiempo”.
No es la única alineación ideológica que resalta en María Corina Machado. En dos años de guerra en Gaza, la opositora ha manifestado simpatía con el gobierno de extrema derecha del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Ha afirmado que, de llegar a ser presidenta, alinearía su política exterior con Washington y trasladaría la Embajada en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, algo que ya hizo Trump en su primera administración (2016-2020), y que rompería con una simpatía histórica de Venezuela hacia la causa palestina, que data de la época de Hugo Chávez, cercano a Yasser Arafat, histórico líder palestino a quien consideró un “gran soldado, patriota”.
Sin embargo, para explicar en qué parte del espectro político se ubica Machado, Rodríguez afirma: “El régimen señala que la oposición está conformada por fuerzas de extrema derecha. La realidad no es esa. María Corina sí es una mujer de profundas convicciones religiosas y, en materia económica, se caracteriza por una visión muy liberal de la economía. Incluso, en la precampaña o en la campaña de primarias era una de las personas —o quizá la única— que se atrevía a hablar de la necesidad de privatizar PDVSA. En materia política, es una defensora de la democracia y, particularmente, su formación la vivió no desde la política, sino desde las organizaciones de la sociedad civil, precisamente monitoreando escenarios políticos con Súmate, una organización civil que, en la primera parte de la Revolución Bolivariana, fue la que cuestionó el sistema electoral”.
Capitalizar el Nobel
Con todo, el Nobel parece cargar la misma dualidad que su ganadora: un símbolo de paz que convive con posturas firmes, incluso beligerantes. Pero ese mismo contraste podría darle a Machado la fuerza política y moral para reactivar un proceso de transición que el chavismo se niega a reconocer y obligar a Maduro a sentarse, una vez más, en la mesa del diálogo.
Ya ha habido negociaciones; incluso hasta esta misma semana, Trump mantuvo a un enviado para Venezuela, Richard Grenell, quien sostuvo tensas conversaciones sobre concesiones a Chevron y el intercambio de presos estadounidenses por más de 250 migrantes venezolanos que Trump deportó a la megacárcel del Cecot, en El Salvador.
Sin embargo, en los últimos días Trump ordenó a Grenell interrumpir cualquier negociación y, según Reuters, “han cesado los esfuerzos diplomáticos con Venezuela”. El viernes pasado, además, “The New York Times” publicó un artículo afirmando que Maduro “ofreció abrir todos los proyectos de petróleo y oro existentes y futuros a empresas estadounidenses, dar contratos preferenciales a compañías de ese país, revertir el flujo de exportaciones de petróleo venezolano de China a Estados Unidos y recortar los contratos de energía y minería de su país con empresas chinas, iraníes y rusas”.
Según el artículo, que cita a más de 12 fuentes anónimas venezolanas y estadounidenses, Maduro puso todo sobre la mesa para frenar el conflicto en el Caribe antes de que escalara, pero Trump rechazó y cesó todas las conversaciones. Todo esto deja servido, como afirmó CBS, el panorama para una opción militar. Es allí donde el premio de Machado y este espaldarazo mundial como gestora y pacificadora podrían entrar a cobrar valor.
Así lo describe Ronal Rodríguez: “Ese premio le da a María Corina Machado una legitimidad para convertirse en el actor con el cual el régimen tiene que negociar. Es importante que ella capitalice ese reconocimiento en dirección al retorno a la democracia y en la presión que pueda ejercer no solo interna, sino también internacionalmente, sobre el régimen venezolano. Creo que es un momento importante para lo que ha sido la construcción de un proyecto que busca que Venezuela retorne a la democracia. A pesar de lo que ella suele decir en redes sociales, la recuperación del Estado venezolano va a ser una situación muy compleja, que incluso tendrá consecuencias fuertes para los vecinos de la región, en tanto se rompa el equilibrio que ha creado la Revolución Bolivariana”.
👀🌎📄 ¿Ya se enteró de las últimas noticias en el mundo? Invitamos a verlas en El Espectador.
El Espectador, comprometido con ofrecer la mejor experiencia a sus lectores, ha forjado una alianza estratégica con The New York Times con el 30 % de descuento.
Este plan ofrece una experiencia informativa completa, combinando el mejor periodismo colombiano con la cobertura internacional de The New York Times. No pierda la oportunidad de acceder a todos estos beneficios y más. ¡Suscríbase aquí al plan superprémium de El Espectador hoy y viva el periodismo desde una perspectiva global!
📧 📬 🌍 Si le interesa recibir un resumen semanal de las noticias y análisis de la sección Internacional de El Espectador, puede ingresar a nuestro portafolio de newsletters, buscar “No es el fin del mundo” e inscribirse a nuestro boletín. Si desea contactar al equipo, puede hacerlo escribiendo a mmedina@elespectador.com