“Nunca se ha logrado nada con el abstencionismo”, afirmó el excandidato a la presidencia y miembro de la oposición venezolana Henrique Capriles, que llama a la población a participar en las próximas elecciones legislativas y regionales, convocadas por el régimen.
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Su mensaje surgió tras la previa experiencia de unas elecciones presidenciales tachadas de fraudulentas por la oposición y buena parte de la comunidad internacional el pasado 28 de julio.
En contraste, María Corina Machado, líder de la oposición venezolana, ha manifestado su desacuerdo con la participación de la población en las elecciones del próximo 27 de abril. “Las elecciones son para elegir y no para lavarle la cara a la tiranía”, aseveró Machado. “El resultado [del 28 de julio] debe y va a ser respetado”.
Julio Borges, perteneciente a la oposición venezolana y expresidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, coincide al plantear que “cualquier persona en el mundo que diga que lo lógico es participar o no entiende nada de lo que está pasando en Venezuela o es un aliado de la dictadura”.
La razón, según él, “el mundo está muy claro que el 28 de julio se duplicó a la dictadura en votos. Debemos seguir cerrados en eso y no diluirnos”, y explica también que “hay veces en que participar contra viento y marea es fundamental, y lo hemos hecho. Otras veces, abstenerse también es importante, y también lo hemos hecho”.
La divergencia de opiniones podría fragmentar aún más a la oposición, lo que pone en peligro el objetivo de presentar un frente unido ante la crisis humanitaria que vive el país.
Eglee González Lobato, abogada, doctora en Ciencias Políticas y consultora política y electoral, dice que la respuesta de la abstención electoral planteada por Machado “es una complejidad en la historia política reciente, porque ese es un mecanismo de boicot que ya ha sido utilizado y que ha generado muy pocos buenos resultados para los sectores de oposición”.
De hecho, la Asamblea Nacional, órgano encargado del poder legislativo, cuenta con 277 escaños, de los cuales desde el 2020 el 91,3 %, es decir, 253 escaños, han sido ocupados por defensores del régimen de Nicolás Maduro. Uno de los factores que llevaron a esto fue el abstencionismo de más del 69 % de la población, lo que redujo la ventaja que la oposición tenía en 2015, como lo mencionó en 2020 Susanne Gratius , investigadora sénior asociada del centro de pensamiento CIDOB.
Lobato señala que la sumatoria de los factores de oposición resulta una utopía, es decir, que lograr la unidad, en su totalidad, entre los adversarios del chavismo es un ideal inalcanzable. De igual manera, afirma que el oficialismo está prescindiendo de la oposición: “El gobierno venezolano está preparando una estrategia de desgaste hacia la oposición”. Encima “hay retroceso en la lucha democrática y eso implica que los factores de oposición deben considerar muy bien si la respuesta es dejarle el espacio al oficialismo o tratar de generar participación y, por ende, un camino a una posible negociación”.
Por su parte, Beatriz Fernández, consultora política y de Datastrategia, resalta que el dilema de votar o negarse a hacerlo no es la cuestión, sino la lucha entre partidarios y no partidarios del voto, pues la intención de Maduro es afectar la cohesión y consenso de su contraparte política.
La experta afirma que “hay una sociedad mucho más temerosa y un gobierno mucho más represivo. Estos cambios en el sistema electoral implican que la oposición debe articularse bajo una lógica de acción política distinta”. De hecho, la analista afirma “no se les puede decir que no a las elecciones [...] No hay un momento tan idóneo para la organización política y para llevar un mensaje político como son las elecciones”. Para ello, es fundamental “el plano estratégico de la oposición; debe tener capacidad de sorpresa y no ser predecible”.
Fernández subraya la necesidad de enfocar la atención en “cosas más pequeñas”, en sintonía con el modelo de minidemocracias o de la democracia en los espacios mínimos, que Maduro implementa. Es decir, mientras la “maxidictadura”, busca afianzar su dominio en la cúpula del poder político, “los demócratas deben tener un modelo en donde entiendan que esa amplísima mayoría que constituye la Venezuela democrática apuesta tanto a la microdemocracia como la macrodemocracia”, de ahí que “no se pueda desdeñar la participación de los niveles más locales”.
La polémica de la participación no es nueva, pues “siempre ha habido sectores partidarios de abstenerse con el argumento de: ‘no son elecciones libres o es una forma de legitimar al régimen nacional’”, resalta Txomin Las Heras, investigador adscrito del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario. Según él, si la mayoría de la oposición decide abstenerse, pero no tiene un plan b creíble y que se pueda llevar a cabo, se corre el riesgo de llegar a un inmovilismo muy grande; esto llevaría a una disminución política de la oposición.
En el ámbito internacional, clave en la gestión migratoria del éxodo venezolano y la influencia externa sobre el régimen de Maduro, Las Heras, remarca que “los países actúan a favor de sus propios intereses” pese a la falta de democracia en Venezuela. Un ejemplo es Colombia, que, tras el denunciado fraude del 28 de julio, mantuvo su estrategia y siguió negociando con Maduro sobre el uso de territorio venezolano como refugio del ELN.
Asimismo, Lobato destaca que “las reservas de petróleo venezolano desempeñan un papel clave en el contexto internacional, especialmente en su relación con Estados como EE. UU.”.
Distintos analistas han señalado que es poco probable que el gobierno de ese país priorice la democratización de Venezuela dado que los intereses económicos tienen prelación. En esto, será clave observar qué pasa con la licencia de la compañía petrolera estadounidense Chevron para operar en el país vecino.
Un factor esencial también es la migración, tema que ya ha estado en negociación entre Caracas y Washington: los vuelos de este 11 de febrero, que contienen con 190 ciudadanos deportados, formaron parte de un acuerdo bilateral reciente, según Nicolás Maduro.
Así, mientras el régimen afianza su control y la comunidad internacional actúa según sus propios intereses, la oposición enfrenta la encrucijada de cómo mantener un frente unido, ante la postura de la abstención, que, según los analistas, parece ser la más popular.
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