Venezuela no ha cerrado su herida por las elecciones presidenciales del año pasado y ayer se sometió a otros comicios. El oficialismo los llamó un intento de lograr “la paz”. En cambio, la oposición de María Corina Machado los tildó de trampa y llamó a la abstención. Otros disidentes, como Henrique Capriles, optaron por hacer lo contrario: se presentaron como candidatos a diputados y a otros cargos regionales, y defendieron el voto. “Mientras podamos votar, hay que hacerlo. Es obvio que Maduro y quienes están en el poder no quieren que lo hagamos”, aseguró el exdirigente del partido Primero Justicia y exgobernador del estado de Miranda, quien ante unos periodistas agregó: “Todos sabemos que llegamos a un proceso electoral en el marco de un desánimo y una decepción”.
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Las elecciones ocurrieron en tiempos complejos, invadidos por una ola de detenciones, como la de Juan Pablo Guanipa (cercano a Machado), pero también por la disputa con Guyana por el Esequibo, que hace parte de una antigua narrativa del chavismo. A esto se sumó el temor de que se concrete el plan del Gobierno de cambiar la Constitución, en medio de un espacio social cada vez más restringido y atemorizado por los arrestos arbitrarios, las desapariciones y la ausencia del Estado de derecho.
Por ejemplo, la organización Foro Penal registró 900 casos de presos políticos solo desde la semana pasada. Por eso, Nastassja Rojas, consultora y profesora en temas de derechos humanos, cree que la decisión de acercarse o no a las urnas, más allá de haber respondido al llamado de un líder, fue más una pulsión de la ciudadanía: “Participar o no es una de las pocas formas de expresión que quedan en el país y la abstención puede entenderse como una forma de manifestación política. Sin embargo, es importante reconocer que, en las condiciones actuales, no podemos creer que la una o la otra tendrá algún impacto en contener al régimen”.
“En Venezuela nada tiene salida sin la salida de Maduro”, comentó, por su parte, Alejandro Martínez Ubieda, politólogo y vicepresidente del Diálogo Ciudadano Colombo Venezolano: “Él tiene pensada una reforma constitucional y quizás asumió que esta pudo ser la última elección posible. Él ya perdió la vergüenza: reprime y da por hecho que si logra instaurar su Estado comunal va a poder generar un marco constitucional en el cual los comicios dejen de ser una amenaza, evitando así que se dé una válvula democrática, como ocurrió con las elecciones del año pasado, a pesar de sus limitaciones”. Eso, según él, ha sido el resultado de una mezcla de desesperación y represión, que ha terminado por ser el lenguaje por excelencia del régimen venezolano.
Una fuente que trabaja en temas electorales, pero prefirió hablar en el anonimato por temor a la opresión del gobierno de Maduro, aseguró que las elecciones del domingo se realizaron en condiciones que no se habían visto antes, ni siquiera en la jornada del 28 de julio de 2024. En esta ocasión, no solo se restringió la observación internacional independiente, sino que se afinaron los mecanismos de control. Por ejemplo, se eliminó el código QR en las papeletas, que la vez pasada permitió contrastar y verificar las actas, teniendo en cuenta que el Consejo Nacional Electoral aún no ha publicado los resultados en su totalidad. Ella lamentó, además, no haber visto una estrategia conjunta por parte de la oposición, lo cual habría facilitado la transmisión de un mensaje claro a la gente: “Más allá de la diatriba de participar o abstenerse, llevó a desperdiciar la oportunidad de hacer algo en conjunto. Los momentos de mayores logros cívicos se han dado cuando ha habido una estrategia compartida y refrendada”.
Este nuevo pico represivo profundizó el conflicto político en Venezuela y las elecciones del domingo marcaron un hito en la agenda que Maduro intenta imponer para dar una impresión de normalidad dentro del país, pero que en el fondo muestra que la represión es el único mecanismo viable que tiene el Gobierno en este momento. De ahí también se entienden los temores que se desprenden de la disputa que hay alrededor del Esequibo. La fuente mencionada comentó que eso podría funcionar de pretexto para, además de desviar la atención de los problemas internos, como lo han asegurado otras voces, aumentar la presencia de cuerpos policiales y militares en el país. El presidente de Guyana, Irfaan Ali, avisó que estaba listo para defender cada centímetro del territorio: “Quienes buscan amenazarnos, quienes se vuelven ambiciosos, deben saber que nuestras tropas en primera línea están listas para defender cada pulgada de nuestro país”. Eso puede abrir el espacio para la declaración de hostilidades y, probablemente, la militarización de esos espacios.
Unos 21,4 millones de venezolanos fueron llamados a acercarse a las urnas el domingo, día en el que, aunque el oficialismo habló de una “alta participación”, algunos medios locales reportaron poca actividad en ciudades como Maracaibo (Zulia), Caracas y Maturín (Monagas). Los electores opositores, de hecho, se encontraron en la disyuntiva de votar o no votar. Entretanto, de cara a lo que puede venir próximamente, algunos tienen la duda acerca de que se pueda instaurar una oposición real, cuando el chavismo tiene el control institucional y necesita la Asamblea Nacional para definir el futuro de su proyecto de Constitución.
De hecho, en medio de la jornada electoral, Maduro anunció que pasará su proyecto de reforma a la Carta Magna en enero de 2026, coincidiendo con la fecha en la que el Legislativo electo ayer debe entrar en funciones. “He hablado con la Comisión de Reforma de la Constitución (...) y hemos acordado preparar un proceso de consulta y debate más incluyente, más abierto, más dialogante, de mayor tiempo, para entregarle en enero a la nueva Asamblea Nacional el proyecto de reforma constitucional”, dijo el ocupante del Palacio de Miraflores en una declaración a la prensa tras votar en las elecciones parlamentarias.
Desde el domingo temprano, el chavismo celebró lo que llamó una gran victoria. “Hoy Venezuela (...), con la fuerza del voto, ha derrotado en toda la línea al fascismo, que queda enterrado por la fuerza de la democracia”, expresó Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional, controlada por el oficialismo. Aunque desde la administración central se negaron incidentes, los medios locales reportaron que se registraron al menos tres hechos de hostigamiento e impedimento al ejercicio periodístico durante la jornada, según informó el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa. Por su parte, el exdiputado Edmundo González Urrutia, quien reclama su triunfo en los comicios del año pasado, aseguró: “Fuimos testigos de un evento que intentó disfrazarse de elección, pero que no logró engañar ni al país ni al mundo”.
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