Después de una década de la migración venezolana en Colombia, es momento de revenezolanizar la política migratoria del Estado y continuar la senda de la acogida que nos ha válido el reconocimiento internacional.
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Según la proyección demográfica del censo de 2011 del Instituto Nacional de Estadística de Venezuela para el año 2024 la población venezolana debía ser de un número cercano a las 34.090.650 personas. Sin embargo, según la proyección demográfica del Banco Mundial la población venezolana al cierre de 2024 fue de 28.405.543 personas, la población que tenía Venezuela entre los años 2009 y 2010, un número de habitantes menor a ese último censo realizado en 2011.
La “Emergencia Humanitaria Compleja” en la cual sumió la Revolución Bolivariana al hermano país para finales de 2024 había causado la salida de 7.891.241 personas, según los datos de la plataforma interagencial R4V, pero según los datos del Observatorio Venezolano de la Diáspora son más de 9,1 millones los venezolanos que han abandonado el país.
La diferencia entre estas dos fuentes radica en el conteo de los venezolanos con doble nacionalidad que al ingresar o regresar a sus países lo hacen con la otra nacionalidad. Por ejemplo, en el caso de los colombianos retornados y colombo venezolanos se calcula que han regresado entre 900.000 y 1,2 millones, igual sucede con venezolano-españoles, venezolano-portugueses o venezolano-italianos, entre otros. En otras palabras, Venezuela ha perdido entre la cuarta y la tercera parte de su población.
Colombia es el principal receptor de esa diáspora, 2.812.648 venezolanos viven en nuestro país según los datos de Migración Colombia a mayo de 2025, 74.999 de ellos en regularidad, 1.944.371 regularizados con el Permiso por Protección Temporal. (PPT), unos 333.987 en proceso de regularización con PPT, y aproximadamente 459.291 en condición de irregularidad. De ellos, 799.128 son menores de 18 años, el 28,41 % y 151.157 son mayores de 60 años, el 5,37 %. La crisis que prevalece en Venezuela ha causado que aproximadamente 4 millones de personas entre venezolanos, colombo venezolanos y colombianos retornados llegaran a Colombia en los últimos años.
Datos a los cuales se sumarian los venezolanos que la autoridad migratoria denomina como: Migración Irregular en Tránsito, según dicha institución entre 2020 y 2025 unas 723.242 personas. Y por Migración Panamá se sabe que unos 693.109 venezolanos cruzaron irregularmente la selva del Darién durante el mismo período.
A pesar de las narrativas del chavismo, sobre que los venezolanos se están regresando al país, desde finales de 2021, un año después de la pandemia, y hasta diciembre de 2024 han salido del hermano país unas 2.247.576 personas, el 28,48 % de los venezolanos en condición de movilidad humana. La “Emergencia Humanitaria Compleja” no se ha resuelto, ni los venezolanos están retornando. Lo que hay es un número indeterminado de venezolanos que viven en una permanente pendularidad, que no logran afincarse en un territorio, que van y vienen, entran y salen de Venezuela pasan periodos, en Chile, Perú, Ecuador o Colombia y regresan a Venezuela durante unos meses y nuevamente salen aprobar suerte.
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La normalización de la frontera entre Colombia y Venezuela permite que entre 35.000 a 50.000 venezolanos y colombianos crucen diariamente entre ambos países, un movimiento permanente que se ha visto acrecentado ante los problemas estructurales que prevalecen en Venezuela. Más de 4.000 niños, niñas y adolescentes vienen todos los días a las instituciones educativas de Norte de Santander para continuar con sus procesos formativos ante el colapso del sistema educativo venezolano.
Posterior al fraude electoral del pasado 28 de julio de 2024, y ante la estrategia de represión desencadenada por el régimen de Nicolás Maduro, cientos de venezolanos se han visto obligados a salir del país irregularmente. Víctimas de la arremetida cívico-militar-policial con la cual el régimen pretende sostenerse en el poder, lo que causa que ciudadanos en condición de protección internacional estén llegando a Colombia y presionando el sistema de refugio que ya estaba colapsado.
También están aquellos venezolanos que regresan “voluntariamente” desde los Estados Unidos o los que son objeto de alguna medida migratoria de las autoridades norteamericanas. Algunos de ellos incluso en condición de protección internacional al ser población perseguida por el régimen de Nicolás Maduro y que su regreso al país los pone en riesgo de tortura o incluso de muerte.
La migración venezolana inició desde el ascenso de la Revolución Bolivariana, el cambio constitucional de 1999, las llamadas leyes habilitantes y el discurso de confrontación de Hugo Chávez causaron la salida de cientos de venezolanos. Hoy 26 años después, Venezuela ha perdido entre la cuarta y tercera parte de su población. La Revolución Bolivariana cumplió su objetivo de cambiar a Venezuela, hoy es un país pobre, en “Emergencia Humanitaria Compleja” y gobernado por una dictadura que se sostiene por el uso exacerbado y arbitrario de la fuerza.
Se cumplieron 10 años del cambio en los flujos migratorios entre Colombia y Venezuela. El pasado 19 de agosto se conmemoró una década del cierre de la frontera y la expulsión y salida “voluntaria” de entre 23.000 a 33.000 colombianos de Venezuela, cuando Nicolás Maduro y el entonces gobernador del Estado Táchira, José Gregorio Vielma Mora, llevaron las denominadas Operaciones para la Liberación del Pueblo (OLP) a la zona de frontera y arremetieron contra la población colombiana en el asentamiento de “La Invasión”. Registraron y derribaron sus casas y forzaron la salida de los colombianos y sus familias venezolanas. Una fecha grabada como la peor agresión de Venezuela contra el Estado Colombiano y los colombianos en los 195 años de historia desde la separación de las dos repúblicas.
Durante la segunda mitad del siglo XX Venezuela fue el refugio de cientos de miles de colombianos víctimas del Conflicto Armado, también fue el sueño de otros que buscaron en la riqueza del país vecino una oportunidad socioeconómica, incluso aún y a pesar de la crisis un número indeterminado de colombianos continúa viviendo en Venezuela. Hoy Colombia es el refugio de los venezolanos y muchos buscan construir su proyecto de vida en el país. La relación migratoria cambió, en 2014 vivían en Colombia 23.573 venezolanos, la estimación de Migración Colombia es que más de 2.812.648 venezolanos han hecho de Colombia su hogar, más personas que la población de Medellín.
La denominada respuesta colombiana a la migración proveniente de Venezuela es una de las pocas en el mundo que se fundamenta en la integración. Mientras europeos, norteamericanos y latinoamericanos les cierran las puertas a los migrantes y los criminalizan, el Estado colombiano y su sociedad continúan trabajando por la atención humanitaria, la regularización y la integración migratoria. Después de una década de una respuesta que es reconocida internacionalmente como exitosa el trabajo continúa. El Estatuto Temporal de Protección para Migrantes Venezolanos (ETPV) es reconocido como el instrumento de regularización más progresista de la región, pero aún falta materializar la integración efectiva de los venezolanos y la regularización definitiva de todos los que se acogieron al Estatuto y hoy portan su documento PPT.
Vea también: Acceso a salud para migrantes venezolanos en Colombia: guía para 2025
No obstante, se requiere un nuevo proceso de regularización especial de la población venezolana, son más de 459.291 personas en condición de irregularidad en el país, según los datos de Migración Colombia, y sabemos que más de 2.247.576 personas han salido de Venezuela desde que se concibió el Estatuto. También se requiere una transformación real del sistema de refugio, y pasar de lo puramente enunciativo a medidas de protección internacional ante la dictadura vecina.
*Vocero e investigador del Observatorio de Venezuela de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario y coordinador de la Bitácora Migratoria y el Radar Colombia Venezuela en alianza con la Fundación Konrad Adenauer
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Por Ronal Rodríguez*
