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El 2 de septiembre de 2025, el Gobierno de Estados Unidos anunció que la Marina llevó a cabo un ataque en el mar Caribe.
El objetivo fue una lancha rápida que, según las autoridades estadounidenses, transportaba un cargamento de drogas y estaba operada por presuntos miembros del Tren de Aragua, una de las bandas criminales trasnacionales más temidas de América Latina.
El ataque, ejecutado posiblemente con un misil disparado desde un dron, resultó en la muerte de 11 personas, todos ocupantes de la embarcación. El Gobierno de Donald Trump desclasificó un video del ataque, difundido ampliamente en redes sociales, que muestra la explosión de la lancha en aguas internacionales, sin intento previo de abordaje. El Gobierno de Nicolás Maduro asegura que es un video montado con inteligencia artificial.
Trump defendió la acción como un mensaje contundente contra los cárteles de la droga, prometiendo continuar con operaciones similares.
Por su parte, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, afirmó que la operación fue precisa y dirigida contra individuos identificados como miembros del Tren de Aragua, organización que Washington clasificó como terrorista en enero de 2025.
“Sabíamos exactamente quién estaba en esa embarcación. Sabíamos qué hacían y a quién representaban”, aseguró Hegseth en una entrevista a Fox News.
Sin embargo, desde Venezuela, la respuesta fue inmediata y cargada de indignación.
El presidente Nicolás Maduro calificó el ataque como una “amenaza de invasión” y llamó a la movilización nacional, asegurando que el pueblo venezolano resistiría cualquier escalada.
El ministro de Comunicación, Freddy Ñáñez, fue más lejos al sugerir que el video del ataque era una creación de inteligencia artificial, una afirmación desmentida por verificadores de contenido y residentes locales que confirmaron la pérdida de vidas humanas.
San Juan de Unare: ¿Un pueblo bajo el control del crimen?
San Juan de Unare, a pesar de su apariencia apacible, no es ajeno a las dinámicas del crimen organizado. Desde 2018, reportes periodísticos han señalado que este poblado, junto con otras zonas costeras del estado Sucre, como Güiria y San Juan de las Galdonas, se ha convertido en un punto estratégico para el tráfico de drogas, la trata de personas y la migración irregular.
Según informes periodísticos de medios venezolanos independientes y recogidos por el ‘Diario Las Américas’, el Tren de Aragua, en alianza con el denominado Cartel de los Soles, una supuesta red de narcotráfico vinculada con funcionarios venezolanos, ha utilizado las costas de Sucre para mover hasta dos toneladas de cocaína en lanchas rápidas hacia el Caribe, con destinos como Trinidad y Tobago, las Antillas y, en última instancia, Estados Unidos.
En entrevista con ‘El País’, la periodista de investigación Ronna Rísquez, quien ha estudiado al Tren de Aragua durante años, señaló que la “narcolancha” hundida el 2 de septiembre partió de San Juan de Unare, bajo el control de figuras como alias “Maloni” o “Picurito”, presuntos líderes locales del Tren de Aragua que habrían estado entre los fallecidos.
“Esta zona se ha convertido en una de las rutas más codiciadas y protegidas para el narcotráfico”, afirmó Rísquez, destacando la influencia de la organización en la región.
El estado Sucre, uno de los más pobres de Venezuela, ha sido escenario de crecientes operaciones de narcotráfico, exacerbadas por la crisis económica y humanitaria que ha empujado a muchos habitantes a actividades ilícitas por necesidad.
Un ejemplo trágico es la masacre de San Juan de las Galdonas en 2018, donde 78 personas murieron en enfrentamientos entre bandas disputándose el control del territorio, un reflejo de la violencia asociada al narcotráfico en la región.
Luto en San Juan de Unare
En San Juan de Unare, el ataque del 2 de septiembre ha dejado un profundo impacto. A través de redes sociales como TikTok, los habitantes han expresado su dolor por la pérdida de los 11 tripulantes, descritos por muchos como “padres de familia que entraron a ese mundo por necesidad”.
Mensajes como “Cómo te nos fuiste, mi hermano” o “Aquí vas a hacer demasiada falta” reflejan el luto de una comunidad que, más allá de las acusaciones, llora a sus seres queridos.
Estos testimonios han generado un debate sobre las motivaciones detrás de la participación en actividades ilícitas.
Mientras las autoridades estadounidenses los catalogan como “narcoterroristas”, muchos en San Juan de Unare ven a los fallecidos como víctimas de la pobreza y la falta de oportunidades en una región donde la pesca, su actividad tradicional, ya no es suficiente para sostener a las familias.
Una dualidad de un pueblo atrapado entre la supervivencia y el crimen organizado.
San Juan de Unare, con su rica tradición pesquera, se encuentra ahora en una encrucijada. La atención internacional ha puesto al pueblo bajo un escrutinio que podría traer más operaciones militares o sanciones, pero también ha visibilizado la desesperación de sus habitantes.
Mientras las potencias chocan en un juego geopolítico, los pobladores de San Juan de Unare enfrentan una realidad marcada por la pobreza, la violencia y el estigma.
El Tren de Aragua: una amenaza transnacional
El Tren de Aragua, nacido en la prisión de Tocorón en el estado Aragua hace más de una década, ha evolucionado de una pandilla carcelaria a una organización criminal transnacional, considerada “organización terrorista” por Estados Unidos.
Con presencia en al menos ocho países de América Latina, incluyendo Colombia, Perú, Chile y Brasil; sus actividades abarcan desde el narcotráfico hasta la extorsión, el secuestro y la trata de personas.
La banda, liderada por Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias “Niño Guerrero”, ha aprovechado la crisis migratoria venezolana para expandirse, reclutando miembros entre los millones de migrantes que han abandonado el país.
En Estados Unidos, donde residen unos 700.000 venezolanos, el Tren de Aragua ha sido vinculado a delitos como robos, el asesinato de un exoficial venezolano en Florida y el ataque a dos policías en Nueva York.
Tensión geopolítica y guerra de propagandas
El ataque a la lancha ha intensificado las ya frágiles relaciones entre Venezuela y Estados Unidos. Para el Gobierno de Maduro, la operación es una afrenta a la soberanía nacional y una excusa para justificar una posible intervención militar.
El líder chavista ha acusado a Washington de buscar el control del petróleo venezolano, mientras que Trump ha utilizado el incidente para reforzar su discurso contra la migración y el narcotráfico, afirmando que “millones de personas, incluidas las peores pandillas”, están entrando a Estados Unidos desde Venezuela.
Sin embargo, la falta de verificación independiente sobre el ataque plantea preguntas. No hay evidencia pública que confirme que la lancha llevaba drogas o que todos los tripulantes eran miembros del Tren de Aragua, lo que ha alimentado las acusaciones venezolanas de que el incidente podría ser una operación de propaganda.
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