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¿Un “Argo criollo” en Venezuela? Duelo de narrativas sobre los rehenes opositores

Sigue la reconstrucción del rompecabezas tras la salida de los cinco opositores rehenes en Caracas, que desató un duelo de versiones enfrentadas. Unos dicen que fue una operación secreta y otros, una negociación encubierta.

Camilo Gómez Forero

07 de mayo de 2025 - 06:01 p. m.
Fotografía de archivo de dos de los opositores venezolanos que se encontraban refugiados en la residencia oficial de la embajada de Argentina en Caracas (Venezuela).
Foto: EFE - Henry Chirinos
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En Venezuela hay un único hecho demostrable: los cinco opositores que permanecían refugiados en la Embajada de Argentina en Caracas desde hace más de un año ya no están en ese lugar. ¿Cómo salieron de allí? La respuesta es complicada. Bajo las condiciones actuales, con la lucha por el poder, la verdad se ha visto comprometida en una guerra de narrativas que sostienen el chavismo y la oposición. Ninguna de las partes permite –o mejor, puede permitirse– que la escena fidedigna tal y como ocurrió sea revelada por completo, según comentan analistas.

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“La credibilidad de los dos sectores no permite imponer la verdad”, señala el politólogo Nicmer Evans.

La oposición venezolana dice, por un lado, que el grupo de refugiados fue extraído mediante una operación “épica” que involucró a Estados Unidos, Argentina e incluso Italia e Israel. ¿Es posible esto? Por supuesto. No todas las operaciones de rescate requieren un despliegue militar de película, como suele imaginárselo la ciudadanía. Podríamos reexaminar el caso de “Argo” (que se convirtió en película) como ejemplo.

Este fue un proyecto cinematográfico falso con el que la CIA sacó clandestinamente a seis diplomáticos estadounidenses escondidos en la Embajada de Canadá en Teherán, Irán, durante la crisis de 1979. Agentes de la CIA fingieron ser el equipo de producción de una película (“Argo”) que supuestamente se filmaría en Teherán: había un guion, carteles, conferencias de prensa e incluso un montaje que ayudó a vender la historia falsa que permitió el rescate, burlando a las autoridades locales. No se disparó una bala. Así que sí: una operación de “extracción” épica es posible.

Pero también está la narrativa del chavismo: que fue una liberación negociada. ¿Es posible? Por supuesto. Pese a la insistencia del sector de la oposición dominado por la lideresa de Vente Venezuela, María Corina Machado, en decir, que las negociaciones deben quedar fuera de la mesa –una posición que para Evans no tiene cabida en la política–, hay que revivir el amargo episodio todavía fresco en la memoria de muchos sobre el acuerdo que llevó a la salida de Edmundo González Urrutia a España.

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González salió hacia España buscando asilo en septiembre de 2024, cinco semanas después de las elecciones en las que el régimen de Nicolás Maduro se declaró como ganador sin presentar pruebas. Luego de varios días de negar cualquier acuerdo se demostró que hubo gestiones para que se le permitiera salir del país sin enfrentar detención, a cambio de que abandonara el escenario político activo.

La decisión fue presentada como una medida “humanitaria”, pero en realidad formó parte de un pacto no declarado, en el que sectores del chavismo y de la oposición moderada buscaron desescalar tensiones tras un proceso electoral ampliamente cuestionado. Con estos dos escenarios en la mesa (ambos igual de probables dados los precedentes) llega el cruce de interrogantes sobre ambas versiones. En primer lugar, como dice Evans, “es difícil que se haya podido dar una operación así sin la coparticipación de funcionarios del gobierno, de los que estaban en la embajada”.

En ese sentido, ¿por qué Diosdado Cabello no reaccionó castigando severamente a los custodios de la embajada? Según expertos en la fuente castrense, en las 48 horas siguientes a la presunta operación, que se habría ejecutado desde el sábado, no se vivió una represión contra el resto de presos políticos en manos de Maduro. Esta sería la reacción más esperada en caso de un hipotético golpe como el que dibuja la oposición. También un castigo a quienes custodiaban el lugar, y eso no se ha dado según sus fuentes.

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“El que queda mal parado es Diosdado, pues controla los elementos responsables de la custodia de la embajada”, dice Evans.

Las sospechas no son menores. Si hubo una operación, también hay consecuencias en el marco internacional que son preocupantes, por ejemplo, “si esto implica la violación de la soberanía del territorio argentino, producto de que entraron en la embajada”, señala Evans. Los reclamos que se pueden generar al implicar como el de Israel y EE. UU. podrían traer consecuencias de magnitudes aún no consideradas.

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Quienes defienden que hubo una operación de extracción sostienen que Argentina acompañó todo y respaldó la historia mediante un comunicado el martes. El asunto es que, recuerda Evans, la embajada estaba bajo custodia de Brasil, “y Brasil dijo que no supo nada hasta la noche del martes y que no le dio chance de entregar un salvoconducto”. ¿Cómo fue que Brasil, custodio de la embajada, no se dio cuenta de nada hasta que ocurrió?

El hecho de que Brasil no concediera salvoconductos, pese a haberlos solicitado hace meses, tampoco garantiza que no hubo negociaciones, pues estas pudieron darse en otro nivel que no necesariamente implicó la participación de Brasil. Además, el politólogo venezolano agrega que hace solo unas semanas el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, habló del canje de presos políticos, lo que refuerza la hipótesis de un acuerdo.

“Un día atrás, un periodista allegado a Edmundo afirmó que había confirmado una negociación con delegaciones de Jorge Rodríguez y Bukele”, apuntó.

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Pero si hubo una negociación, ¿por qué no decirlo? Evans sostiene que el sector de la oposición que no concibe la negociación como opción necesita mantener esa narrativa discursiva. “Es infantil. Necesitan diferenciarse de otro sector (el de Henrique Capriles) que sí está dispuesto a negociar”, asegura el politólogo. Esto, si es el caso, solo causaría daño. Para él, el mejor escenario es que se haya dado una negociación, pues cabe recordar que todavía quedan unos 900 presos políticos en el país.

“Los presos políticos, amigos con los que me comunico a diario, están en un estado de ansiedad. Ellos prefieren que sea una negociación, porque significa que podrían seguir ellos. Si no es una negociación, lo que puede venir es una represión”, concluye el analista.

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