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Deterioro de cuencas, la gran causa de la sequía

Aunque el fenómeno de El Niño se juntó con la temporada más seca del año, décadas de deforestación en las zonas donde nacen los ríos son uno de los principales problemas por los que hoy escasea el agua en Colombia.

Redacción Medio Ambiente
21 de enero de 2016 - 03:49 a. m.

En las alertas que diariamente emite el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) siempre hay un mapa que muestra en qué parte del país está lloviendo y en qué cantidad. Para mostrar esas diferencias establece varios colores: el rojo indica que las precipitaciones han sido nulas y el azul, morado y negro muestran regiones donde llueve a cántaros.

Hace un semestre ese mapa tenía varios tonos, pero los últimos boletines que ha publicado esta entidad destacan un panorama difícil de digerir: casi todo el país aparece en escarlata. Todo, salvo una porción del Pacífico, donde el fenómeno de El Niño no se presenta con las habituales sequías, y la parte sur de la Amazonia. Y si se quisiera superponer esos trazos con el número de incendios que ha habido en los últimos dos meses (28 departamentos están hoy en alerta roja por esa condición), más los municipios que están presentando desabastecimiento de agua por los bajos niveles de los ríos, se tendría un panorama poco alentador.

Hoy, de hecho, lo que se ve en las pantallas de la televisión y las portadas ya es escalofriante: ríos como el Magdalena y el Cauca por los que se puede caminar a zancadas. Municipios como Puerto Salgar, en Cundinamarca, donde los registros de temperatura han sobrepasado todos los topes: 45 grados centígrados. Otros como Lebrija, Los Santos y Capitanejo, en Santander, donde la situación fue declarada como de “calamidad pública”, porque el agua para el consumo humano es cada vez más escasa. Ciudades como Cali, que acaban de anunciar un racionamiento que afecta a 600 mil habitantes. En total, como lo reporta la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (NGRD), hasta ayer eran 107 los municipios con racionamiento de agua.

Pero, ¿por qué llegamos a este punto? ¿Por qué el país se dejó coger ventaja de la sequía? Como explica Claudia Torres, meteoróloga del Ideam, en este momento Colombia se encuentra en el pico más alto del fenómeno de El Niño. Y eso, además, se mezcló con la usual temporada seca que todos los años tiene Colombia y que empieza en diciembre y termina en febrero. Ahora, dice, “es posible que hasta marzo se presente esta situación. Pero la deficiencia de precipitaciones (pocas lluvias) se extenderá hasta el final del semestre”.

Si bien es cierto que el hecho de que se unieran ambos factores resulta un infortunio, también es cierto que se hubieran podido tomar medidas más adecuadas para enfrentarlos. Así se lo dijo a este diario hace unos días Angélica Gutiérrez-Magness, hidróloga de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos y miembro del Grupo de Observaciones de la Tierra. “Desde hace más de un año el Ideam les había advertido a las autoridades regionales y locales sobre la llegada del fenómeno de El Niño. ¿Por qué no se tomaron medidas?”.

Para ella, detrás de todo este panorama se sequía y de bajos niveles de ríos hay también un fenómeno hacia el que pocos miran, pero que es el inicio del problema: el deterioro de las cuencas, su deforestación. Durante años, cuenta, han permitido que se tumben bosques en esos lugares y menos árboles implica menor cantidad de agua.

De manera que el estado de los ríos Magdalena y Cauca tiene su comienzo en la desprotección de esos territorios a los que durante años el Gobierno no quiso mirar. Y como asegura el ambientalista Juan Pablo Ruiz en su última columna para El Espectador, “hay que concentrarse en la conservación de esas cuencas. No se requieren nuevas leyes; se deben aplicar de manera implacable las existentes”. Eso, dice, y mirar con más seriedad el ordenamiento ambiental territorial.

Para Ruiz, si las autoridades son capaces de sobreponer la política y la corrupción, y trabajar en esos frentes, en un  futuro se podrán evitar confrontaciones como las que hoy ven a diario los pobladores de Capitanejo, en Santander: el hecho de sólo tener agua una hora al día está generando riñas entre los habitantes.

Por Redacción Medio Ambiente

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