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El dilema de la alimentación forzada en Guantánamo

Abu Wa'el Dhiab es un detenido que está a punto de morir. Una jueza había prohibido que se le suministrara alimentación forzada, pero tuvo que revertir su decisión.

Daniel Salgar Antolínez
24 de mayo de 2014 - 03:10 p. m.
El dilema de la alimentación forzada en Guantánamo

La jueza federal estadounidense Gladys Kessler tuvo que retirar la orden que impedía la alimentación forzada de Abu Wa'el Dhiab, un sirio recluido en la prisión de Guantánamo que se niega a comer en protesta por su encarcelamiento. Como Abu Wa'el Dhiab, hay otros detenidos que están en huelga de hambre en protesta porque, a pesar de que se ha comprobado su inocencia y las autoridades estadounidenses han aprobado su liberación, siguen injustamente tras las rejas.

Abu Wa'el Dhiab, de 42 años y padre de cuatro hijos, fue detenido en Pakistán en 2002 y enviado a Guantánamo, al igual que cientos de sospechosos de terrorismo capturados en diferentes partes del mundo en el marco de la “guerra contra el terror” impulsada por George W Bush. Muchos de esos capturados resultaron ser inocentes. En 2009, el Pentágono determinó que no había causa para retener a Abu Wa'el Dhiab, por lo que se aprobó su liberación, pero el gobierno del presidente Barack Obama no ha hallado un país dispuesto a recibirlo. El sirio ha durado más de una década encerrado y sin ir a juicio.

La misma jueza Kessler había dado una orden para que se detuviera la alimentación forzada de Abu Wa'el Dhiab. Había ordenado al Gobierno Federal entregarle 43 vídeos grabados por los militares cuando sacaban a Dhiab de su celda y lo sujetaban en una silla para alimentarlo a la fuerza. Según los abogados de Dhiab y grupos defensores de los derechos humanos, los carceleros militares han sacado al prisionero de su celda a la fuerza un promedio de tres veces por semana durante el último año para alimentarlo.

El relator de la ONU contra la tortura, Juan Méndez, ha dicho antes a este diario que el procedimiento para la alimentación forzada es bastante brutal, porque implica por lo menos dos horas de tener catéteres forzados a través de los orificios nasales y la boca, y con el preso restringido en sus movimientos. En el procedimiento, los guardias sujetan al prisionero en una silla con correas y personal sanitario le inserta tubos por la nariz, por los cuales le introducen alimentos líquidos al estómago.

Méndez ha dicho, además, que el argumento de EE.UU. es que está obligado a cuidar la salud de los internos y no puede permitir que se mueran de inanición. “Es un argumento importante. Yo también creo que ellos son responsables por la salud de los detenidos. Pero la posición que tomé es que la alimentación forzada viola la autonomía decisoria de los individuos y es contraria a los principios del tratamiento en las cárceles. Si llega un momento en que no están en condiciones de decidir porque su estado de salud es muy grave, por supuesto que hay que recuperarles la salud aunque sea con inyecciones. El problema es que Al Jazeera publicó un documento que no ha sido negado por el gobierno, en el cual se dan instrucciones para practicar la alimentación forzada. Es un procedimiento muy doloroso”.

Los procedimientos revelados por Al Jazeera son violatorios de los derechos humanos y carentes de ética. Así lo ha denunciado la American Medical Association, el Comité Internacional de la Cruz Roja y el Alto Comisionado de la Oficina de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

Según la organización Reprieve, durante los años que Abu Wa'el Dhiab lleva en prisión y como resultado de los tratamientos a los que ha sido sometido, su salud ha empeorado considerablemente: “Actualmente está en silla de ruedas. Está profundamente deprimido. A pesar de que se aprobó su liberación hace más de tres años, permanece atrapado en Guantánamo simplemente porque tiene la mala suerte de venir de un país destruido por la guerra civil. Se necesita urgentemente un país que dé un paso adelante y le ofrezca el reasentamiento para que pueda comenzar su vida con su familia de nuevo, en seguridad y en paz”.

La Casa Blanca ha extendido el pedido para que otros países acepten a los detenidos en Guantánamo desde que el Congreso flexibilizó en diciembre del año pasado la Legislación de Defensa Nacional, que desde 2011 tenía maniatado al poder ejecutivo para decidir sobre el traslado de personas fuera de ese centro de detención. De los 154 detenidos que se mantienen hoy allí, a por lo menos 76 de ellos las agencias de seguridad estadounidenses les han revisado sus casos y han determinado que no hay ningún elemento por el cual se pueda justificar su detención. En vez de ser terroristas, son víctimas que necesitan con urgencia un lugar a dónde ir para rehacer su vida en libertad.

El jueves, Dhiab habló con sus abogados de Reprieve y les dijo que estaría dispuesto a someterse a la alimentación artificial si esta se realizara de una manera más humana, en el hospital de Guantánamo y con un mínimo de dolorosas entubaciones, como sucedió durante la primera huelga de hambre masiva que tuvo lugar en el centro de detención en 2005 y 2006. Sin embargo, dijo la jueza Kessler, "el Departamento de Defensa se ha negado a aceptar ese compromiso".

Como el preso podría morir, Kessler tuvo que retirar la orden que ella misma había dado de suspender la alimentación forzada. "Gracias a la intransigencia del Departamento de Defensa, Dhiab bien puede sufrir penurias innecesarias por ciertas prácticas de alimentación forzosa y su retiro obligado de la celda", dijo.


@DanielSalgar1

 

Por Daniel Salgar Antolínez

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