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Y no pudimos acabar con la pobreza

La alianza mundial para erradicar el hambre y promover la igualdad salvó millones de vidas entre 1990 y 2015, pero no fue suficiente. Conflictos armados, el principal obstáculo.

Redacción Vivir
06 de julio de 2015 - 11:21 a. m.
En el mundo persisten 800 millones de personas en pobreza extrema. / AFP
En el mundo persisten 800 millones de personas en pobreza extrema. / AFP

Hace quince años, los países pertenecientes a Naciones Unidas se comprometieron con ocho premisas fundamentales para eliminar la desigualdad e impulsar el desarrollo global: los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Tenían plazo hasta 2015 y la conclusión, que revelará hoy la ONU, es que hubo grandes avances y se salvaron millones de vidas, pero no es suficiente.

Los objetivos iban desde erradicar la pobreza, lograr la enseñanza primaria universal, promover la igualdad entre géneros y reducir la mortalidad infantil, hasta mejorar la salud materna, combatir el VIH/sida, garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y fomentar una asociación mundial para el desarrollo.

Aunque ninguno se cumplió en un 100% y los grandes avances se dieron por regiones, el informe invita a volver la mirada hacia atrás y pensar en lo que ocurría hace dos decenios, cuando casi la mitad del mundo en desarrollo vivía en la pobreza extrema. De 1.900 millones de pobres extremos en 1990, se pasó a 836 millones.

Otro indicador para resaltar es la tasa de mortalidad de menores de 5 años, que cayó de 90 a 43 por cada 1.000 niños nacidos vivos desde 1990. La mortalidad materna se redujo 45% en todo el mundo, principalmente a partir del año 2000.

Las inversiones dirigidas concretamente a combatir enfermedades como el VIH/sida y el paludismo evitaron más de 6,2 millones de muertes por paludismo y en el caso de la tuberculosis salvaron 37 millones de vidas. Y la proporción de personas que practican la defecación al aire libre ha descendido en casi la mitad desde 1990.

Pero ese panorama está teñido de contrastes. Hay notables avances en varias metas de los ODM a escala mundial; sin embargo, el progreso ha sido desigual entre regiones y países, lo que deja brechas considerables.

La desigualdad de género sigue, pese a la mayor representación femenina en el parlamento y a que más niñas van a la escuela. Las mujeres siguen discriminadas en acceso al trabajo, bienes económicos y participación en decisiones privadas y públicas.

Unos 800 millones de personas aún viven en la pobreza extrema y pasan hambre. Los niños del 20% más pobre de los hogares tienen más del doble de probabilidades de sufrir retrasos en crecimiento que los del 20% más rico y también tienen el cuádruple de probabilidades de no estudiar

Los conflictos también siguen representando la mayor amenaza al desarrollo humano, en la medida en que los países frágiles y afectados por violencia suelen padecer las tasas más altas de pobreza.

“Gracias a la obtención de logros profundos y continuos, ahora sabemos que la extrema pobreza podría erradicarse en la próxima generación”, dijo Ban Ki-moon, secretario de la ONU, para quien los ODM han contribuido en gran medida a estos progresos y nos han enseñado cómo los gobiernos, las empresas y la sociedad civil pueden trabajar juntos para lograr avances transformadores”.

Por Redacción Vivir

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