Educación a distancia, una lección para los padres

Desde el 16 de marzo los estudiantes tuvieron que dejar los colegios para protegerse del COVID-19 y continuaron la formación desde sus casas. El profesor se cambió por los papás y la cátedra por fichas y clases virtuales. ¿Cómo les ha ido?

Kelly Rodríguez / krodriguezd@elespectador.com
02 de abril de 2020 - 02:00 a. m.
Los estudiantes descansarán en Semana Santa y el próximo 13 de abril se define si vuelven a los colegios. / AFP
Los estudiantes descansarán en Semana Santa y el próximo 13 de abril se define si vuelven a los colegios. / AFP

“Se nos adelantó la transformación educativa”, dijo la secretaria de Educación de Bogotá, Edna Bonilla, quien reconoció que el cambio abrupto que implicó que niños y jóvenes salieran de los colegios, para quedarse en sus casas y recibir educación a distancia, no ha sido fácil. En eso coinciden los padres de familia, para quienes se ha convertido en todo un reto acompañar el proceso académico de sus hijos. Lo cierto es que el sistema trata de acomodarse a la coyuntura y establecer una metodología que permita afrontar un panorama incierto, que depende de cómo evolucione la pandemia.

En el caso de los colegios públicos, vale aclarar, no existe una educación completamente virtual pues, aunque hay un reservorio de material pedagógico disponible (recomendado por la Secretaría) en la plataforma Aprende en Casa, se cuenta con un modelo mixto que incluye herramientas físicas como guías de aprendizaje, talleres y ejercicios en casa.

Los colegios privados, por su parte, tienen a disposición las mismas herramientas, pero cuentan con autonomía para desarrollar su propia estrategia de educación remota. Sin embargo, para todos los sectores, la puesta en marcha de nuevas formas de educar es un desafío que traerá un impacto en términos de calidad educativa.

Pues bien, al cumplirse la tercera semana de aprendizaje a distancia, El Espectador les preguntó a los padres de familia cómo les ha ido y su opinión frente a las estrategias de los colegios. Las respuestas fueron diversas. Mientras unos creen que ha sido una oportunidad para que los niños adquieran autonomía, otros están preocupados porque no logran satisfacer las necesidades pedagógicas de sus hijos.

Jeimy Medina tiene tres hijos: una en colegio, otra en el SENA y el último en la Universidad Distrital. Afirmó que a ellos se les cruzan las clases virtuales y en la casa solo hay un computador, así que ha implementado un “pico y placa” para usarlo. Otro caso es el de Yenny Urrea, madre de un estudiante de cuarto grado en un colegio privado en Chapinero, quien dijo que “no hay acompañamiento de los docentes, ni se está manejando plataforma virtual. Se ha comunicado por WhatsApp y la explicación es casi nula. Además, las directivas están exigiendo el pago de la pensión”. En ese sentido, Ethel Tejada, cuestionó que “los colegios privados sigan cobrando ruta y almuerzos, sin prestar esos servicios”.

Para la practicante y maestra en formación, Jenny Lizet Umaña, hoy no se puede pensar en que todos los ciudadanos, en todo el territorio, viven en una casa con servicios públicos, televisor, computador, tablet, celulares y recursos económicos para suplir cualquier dificultad. “¿Cómo están estudiando las personas en territorios de conflicto armado, desplazados por la violencia, en pobreza extrema o zonas rurales?”, se pregunta.

A esto se suma el testimonio de Dayana Pamela Hurtado, madre soltera de una joven de grado 11 y un niño en transición. Afirmó que su hija pasa todo el día haciendo talleres y, cuando necesita ayuda, se frustra, porque no puede explicarle los temas. El pequeño, por otro lado, necesita de su presencia para hacer las actividades y el tiempo no le alcanza. “Tengo que trabajar, hacer comida, aseo, traer alimentos y atender llamadas. El tiempo no me alcanza. Me siento cansada, estresada y no puedo contar con alguien que me dé una mano”. Quien tampoco ha tenido una buena experiencia con el colegio de su hijo es Lina Flórez: “la labor del colegio en casa no va más allá de enviar un montón de talleres y actividades con fechas de entrega y sin ninguna explicación previa”.

La otra cara

Pero no a todos les ha ido mal. Otros aseguraron sentirse satisfechos con el desempeño del colegio y de sus hijos en medio de esta contingencia reconociendo que, como padres, cumplen un rol fundamenta. Es el caso de José Fernando Botero quien contó que en el colegio de su hijo, de siete años, se han utilizado varias plataformas de enseñanza como Clasroom, de Google; Hangouts, de Google, y Zoom. “Al principio necesitó mucha ayuda de nosotros, pero hoy el niño tiene autonomía en su estudio. Inicia a las 8:00 a. m. y termina a las 12:30 p. m., con su descanso”.

Rocío Mejía expresó que la educación de su hijo de 9º ha sido “espectacular”. Todos los días el joven ve sus clases virtuales, hace trabajos en grupo y hasta practica educación física. Por su parte, José Aponte, padre de una niña de tres y otra de siete años, indicó que, aunque ha sido complicado, han logrado acompañar a sus hijas en este proceso, porque su esposa es ama de casa y él está haciendo teletrabajo. No obstante, cree que quedará un vacío en los contenidos vistos durante este período, si los padres no hacen un esfuerzo adicional. “El colegio no puede garantizar el aprendizaje de un tema con una evaluación por ahora. Depende de la ética y el empeño en casa para que el estudiante aprenda el tema”.

Nadie estaba preparado

El presidente de la Confederación Nacional de Padres de Familia, Carlos Ballesteros, afirmó que la posición de los padres es compleja porque, por un lado, muchos no tienen cómo ofrecer a sus hijos herramientas como un computador con conexión a internet y, por otro, los de estratos más bajos, que no estudiaron, no tienen la idoneidad para ayudar a sus hijos.

Agregó que le preocupa cómo se va a evaluar a los estudiantes y qué va a pasar con los jóvenes de grado 11 que deben realizar trabajo social y prepararse para el Icfes. Agregó que con la educación virtual y a distancia va a empezar a desmitificarse el rol del maestro presencial, que terminará desapareciendo, pero, como consecuencia, desencadenará un problema de aislamiento social y de relación interpersonal de niños y jóvenes.

“¿Qué tanta disciplina tiene una familia o un niño en su educación virtual? Muchas veces no hay tutor, ni acompañamiento. Solo ponen a los estudiantes a subir información a una red. Pero no hay que olvidarse que una cosa es aprender conceptos y otra es interiorizarlos para hacerlos pertinentes y aplicables en la vida, eso es realmente la educación”, concluyó.

El reto está en marcha y más allá de las dificultades que tienen los padres o el aprendizaje en el que también están los colegios, la educación virtual se tendrá que seguir afinando, pues su duración es tan incierta con la propagación de la pandemia que nos obligó a cambiar.

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Por Kelly Rodríguez / krodriguezd@elespectador.com

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