El emprendimiento como estrategia de fortalecimiento económico ha venido tomando fuerza en los últimos años en Bogotá. Las últimas dos alcaldías han generado una amplia diversidad de programas encaminados a estimular el surgimiento de nuevas iniciativas empresariales y a fortalecer las micro, pequeñas y medianas empresas de la ciudad, a partir de herramientas como el soporte técnico, financiación, ejecución de programas de encadenamiento e incursión en nuevos mercados.
De cara al futuro, varios retos se identifican para Bogotá y requieren ser atendidos por las futuras administraciones, a fin de sostener y mejorar los avances de la ciudad. En este escenario se abre la posibilidad de hacer un análisis de las propuestas de los candidatos a la Alcaldía de Bogotá, para establecer los puntos más relevantes sobre los cuales se propone desarrollar el fomento al emprendimiento.
Se destaca, por ejemplo, que para el periodo 2020-2023 de la alcaldía, la mayoría de los candidatos han vinculado el emprendimiento como eje trasversal de su política de ciudad, con carácter incluyente, especialmente de poblaciones jóvenes y de aquellas en condición de mayor vulnerabilidad. Este enfoque le apuesta en todos los casos a garantizar independencia económica de las poblaciones atendidas, fomento a la innovación, a la sostenibilidad ambiental de la ciudad y reducción de factores de riesgo que lleven a las personas a la ilegalidad.
Del análisis se puede afirmar que emergen oportunidades que pueden ser abordadas de manera complementaria si se vincula a los planes de gobierno a la gran diversidad de participantes del ecosistema. Sin embargo, los instrumentos a través de los cuales se fomenta esa interacción deben evolucionar para profundizar las relaciones y capitalizar recursos humanos, tecnológicos y económicos que permitan generar mayores impactos con niveles óptimos de inversión.
Concluyendo, los planes de gobierno para una ciudad capital deberían estar, por un lado, orientados a establecer estructuras e incentivos para promover la emergencia del liderazgo emprendedor, y por el otro a construir comunidades profesionales de inversionistas con capacidad para identificar y asesorar a quienes tienen el potencial de emprender.
En ese orden de ideas, las propuestas para Bogotá deberían plantear menos regulación, menos activismo individual, más competencia y más efectividad en la colaboración público-privada. Este último propósito puede ser mediado por entidades como la CCB y en el que las universidades aporten soluciones innovadoras a problemas reales mediante la transferencia de conocimiento llevado a la práctica, la formación especializada y el acompañamiento a las iniciativas emprendedoras.
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