Gaitán, el hombre que cambió la vida de dos médicos

La muerte de Gaitán hace 71 años, no solo partió en dos la vida política colombiana y la historia de muchas ciudades del país, también se la modificó a aquellos que estuvieron cerca de la muerte del caudillo del pueblo.

Diego Santamaría / dsantamaria@elespectador.com
09 de abril de 2019 - 04:30 p. m.
La muerte del caudillo irrumpió la vida de dos médicos / Archivo Cromos
La muerte del caudillo irrumpió la vida de dos médicos / Archivo Cromos

Al tiempo que un joven médico llamado Hernando Guerrero, junto a otros colegas, atendía a Jorge Eliécer Gaitán en la Clínica Central de Bogotá en la tarde del 9 de abril de 1948, un estudiante de Medicina de la Universidad Nacional se quedaba con los brazos cruzados mientras se decidía el futuro de la institución docente ante la muerte del caudillo. El destino de estos dos hombres quedó marcado por el mártir que cambió sus vidas para siempre.

Ese viernes 9 de abril de 1948, el titular principal de El Espectador decía “Gobierno Expidió Hoy Nuevo Presupuesto” (sic). Más abajo, una noticia informaba sobre ocho gobernadores conservadores que se posesionaban en los departamentos de Antioquia, Bolívar, Boyacá, Santander, Tolima, Cundinamarca, Valle y Cauca. Además, se hablaba de la inauguración del Salón de Bellas Artes y de la instauración de la asamblea para las naciones.

>>> Fábula del León Jorge y de las serpientes o ratas invisibles

Sin embargo, tres disparos que estremecieron la vida de la ciudad a la 1:05 de la tarde, modificaron la agenda noticiosa. Esos tres impactos de bala dejaron herido de muerte a Jorge Eliécer Gaitán cuando salía del edificio Agustín Nieto, a la altura de la Avenida Jiménez con carrera 7ª. De inmediato, la multitud arremetió contra el asesino, Juan Roa Sierra. Desde la Radio Nacional empezó la convocatoria de la gente a la calle.

En esa época, a Bogotá le decían la “Atenas de Suramérica”, no solo por los vistosos antejardines que decoraban la carrera 7ª. o el ferrocarril que adornaba a una ciudad bohemia, sino porque la gente en la ciudad usaba una pintoresca vestimenta a la usanza europea. Esa fue la misma metrópoli que, en pocos minutos, se transformó en un caos tras el atentado a Gaitán. Ni el infierno narrado por Dante se compara con lo que sucedió ese día en la capital.

En esos mismos momentos, tras dejar servido el almuerzo que compartía junto a sus colegas en la Clínica Central, el médico Hernando Guerrero llegó a atender a un hombre agonizante, al mismísimo Gaitán que, con escasos signos de vida, había sido trasladado al centro asistencial. Pero sus intentos por salvarle la vida resultaron fallidos. Por eso, la alegría que vivía por el nacimiento de su primogénito se transformó en tristeza.

Como la Universidad Nacional fue cerrada a raíz de los sucesos del 9 de abril de 1948, él tuvo que dejar a Colombia para estudiar en Estados Unidos. Allí terminó sus estudios de medicina en la Universidad de Yale y se graduó como el mejor de su facultad. Su tesis sobre el trasplante de células endocrinas embrionarias hizo parte de los aportes de la medicina contemporánea y le permitió continuar sus estudios en ese país durante diez años.

>> Letras de un pasado incendiario: un recorrido literario por “El Bogotazo”

Regresó a Colombia para transformar la educación del país a través de la reforma que impulsó en la Universidad Nacional y hoy se conoce por su nombre. “Hicimos un estudio para saber cuánto era el presupuesto que necesitábamos para transformar el campus universitario. Se habló de duplicar el presupuesto y luego de triplicar. Después de escuchar las razones para ese presupuesto, el entonces presidente Guillermo León Valencia aceptó”, recuerda hoy Patiño.

Al tiempo que José Félix Patiño prefirió atacar la enfermedad de la ignorancia de quienes se opusieron a crear una universidad donde hubiera teatro, comedor, museos y un campus que se alzará en medio de la ciudad; su colega Guerrero tuvo que enfrentarse a los vecinos de su proyecto médico por el temor a que el Polio se propagara por el barrio Teusaquillo. Por fortuna terminó defendiéndolo el expresidente Laureano Gómez, que también salió a enfrentar los rumores y los prejuicios.

Por caminos distintos, ambos médicos vivieron los sucesos del 9 de abril de 1948. Hernando Guerrero viendo como la esperanza del pueblo se desvanecía ante sus ojos, y José Félix Patiño entendiendo que no tenía otro camino que irse del país para seguir estudiando. Hoy 71 años después de El Bogotazo que determinó el rumbo de sus vidas, ambos recobran en sus recuerdos lo que significó ese día y cómo el acontecimiento los llevó a buscar en el exterior el conocimiento que no les dio Colombia. 

* * *
Si quiere conocer más sobre lo que pasa en Bogotá, lo invitamos a seguir nuestra página en Facebook:

El Espectador Bogotá

Por Diego Santamaría / dsantamaria@elespectador.com

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar